El director facultativo, el jefe de obra y la responsable del seguimiento arqueológico de los trabajos que se estaban ejecutando en la calle que une las Casas Colgadas con el Puente de San Pablo visitaron la zona para comprobar su estado el 10 de mayo, dos días antes de que se hundiera parcialmente la vía.
Así lo desvela el informe firmado por el primero de ellos sobre las posibles causas del derrumbe. Explica que tras las lluvias que habían caído durante esa jornada y, con especial intensidad, en la víspera sobre la ciudad, se desplazaron para comprobar cómo estaba tanto la base del muro como las fisuras en el arco del aliviadero. La conclusión fue que no se apreciaba una evolución significativa del deterioro, «ni ninguna deformación adicional de los elementos de la base y cimentación».
Al comenzar las obras el 26 de abril, sí que se observó que el pavimento estaba mucho más rebajado respecto a los meses anteriores. También se constató la aparición de nuevas fisuras en los pretiles, de pequeño tamaño. Según constató la responsable del seguimiento arqueológico, se correspondían con las uniones de las distintas fases constructivas a lo largo del tiempo.
Se apreció también «que las fisuras en el arco inferior correspondiente al aliviadero son similares a las identificadas con anterioridad», según se recoge literalmente en el informe elaborado por Trébol 5 para Ayuntamiento y Consorcio. Una vez iniciados los trabajos, se limitó aún más el tonelaje de la maquinaria a emplear, a tres toneladas máximo. Esta circunstancia se pone de manifiesto en el libro de órdenes de la obra el 6 de mayo de 2021. Igualmente, se acordó que el desmontaje de las losas que constituyen las fajas laterales del pavimento se realizara a mano.
