Un silbido a las 10:25. Reconstrucción de un colapso que empezó en el arco del aliviadero

Tras hundirse el arco y desprenderse el muro comenzó el deslizamiento de materiales y pavimento, según el relato de la dirección facultativa y los primeros testimonios

“Si un árbol cae en medio de un bosque solitario, ¿hace ruido aunque no haya nadie para escucharlo?”, plantea una vieja pregunta tan filosófica como científica. El pasado 12 de mayo, miércoles, por la mañana la Hoz del Huécar no era un paisaje especialmente concurrido, pero sí que hubo quien oyera el gran estruendo y «una especie de silbido» que anunciaron o sucedieron al colapso de la zona central de la calle Canónigos. Eran las 10:25 horas.

El dueño de los tímpanos que recibieron ambos impactos sonoros era uno de los operarios de la empresa sevillana ACRON, que estaba ejecutando unas obras de reparación en la vía. Por fortuna, en ese momento estaba en la caseta de obras almorzando. La coincidencia del suceso con el tiempo de descanso de los operarios impidió que el hundimiento se tornara en una tragedia humana. Ni heridos, ni víctimas mortales. Los daños quedaron circunscritos a lo material.

Algunos retazos de estos primeros momentos tras el derrumbe se recogen en el informe elaborado por el director facultativo de la obra, el ingeniero de la empresa Trébol 5, David Valverde, quien además de analizar las posibles causas del incidente se centra en reconstruir, valga la expresión, cómo fueron los hechos.

Según narra, tras un aviso instantáneo se personó de manera inmediata en este rincón del Casco Antiguo. Lo primero que observó es que había habido un desplome en la calle a la altura del arco del aliviadero. Esa es, según su tesis, la zona cero del desastre. También comprobó in situ, ya en tiempo real, cómo seguidamente cayó algún fragmento de muro, «quedando diversos tramos del pavimento en voladizo, en situación muy precaria de estabilidad».

Tras ordenar reforzar el vallado y coordinar con los bomberos las medidas para impedir el acceso, comenzó una precoz evaluación del suceso.  «Según se deduce de la disposición de los sillares en la zona del derrumbe, primeramente colapsa el arco exterior del aliviadero, como evidencia el hecho de que los sillares estén en la vertical del mismo. Esta circunstancia sería compatible con el estruendo descrito por el testigo», señala el documento consultado por Voces de Cuenca.

«A continuación -prosigue en su relato- se produjo el despegue del muro y posterior deslizamiento del material de relleno, facilitando este último suceso el alto grado de saturación. Esta otra situación sería igualmente compatible con el ‘silbido’ que al parecer se escuchó tras el estruendo inicial». 

Otra evidencia de ese deslizamiento a posteriori, según argumenta, sería el hecho de que la máquina que estaba estacionada en el extremo oeste del tramo caído quedara intacta, tan sólo se giro en última instancia al detenerse su deslizamiento por un árbol.

Esa miniexcavadora ayuda también a trazar los tiempos de lo que fue y de lo que pudo haber sido. Según el testimonio de los trabajadores de la empresa ACRON, la máquina fue estacionada a las 10:00 horas junto a la fuente, durante la pausa de descanso en la que cayó el muro, por lo que llevaba 25 minutos completamente parada en dicho punto.