Fallece el empresario alberqueño Bernardino Moya

Fue miembro fundador de la Asociación de Empresarios de Cuenca y recibió en 2014 la Medalla de Oro de la Cámara Oficial de Comercio

Este sábado ha fallecido el alberqueño Bernardino Moya, miembro fundador de la Asociación de Empresarios de Cuenca y Medalla de Oro de la Cámara Oficial de Comercio. Sus restos mortales reposan en el Tanatorio Alameda de la capital conquense y el funeral será este domingo a las 10:00 horas en la iglesia de San Esteban.

Moya recibió en 2014 la Medalla de Oro de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Servicios de Cuenca por su contribución al desarrollo y bienestar de la provincia conquense a lo largo de su dilatada carrera empresarial.

Natural de la Alberca de Záncara, Bernadino Moya inició su carrera profesional como funcionario en el Servicio Nacional de Trigo, de donde en 1958 pidió una excedencia para iniciar su carrera empresarial. Continuó vinculado al sector agrario trabajando en los concesionarios de Cuenca y Tarancón de la marca de maquinaria agrícola Lanz.

Las marcas de maquinaria agrícola Lanz ( alemana) y John Deere (americana) se fusionaron a principios de los años 60, y, desde entonces, Bernardino Moya Rubio es el concesionario para Cuenca y su provincia de la marca de tractores y maquinaria agrícola John Deere; creando la Sociedad Anónima Bermoya, con la construcción de nuevas instalaciones en el año 2007; así como de la sociedad Autobermoya, para la distribución en Cuenca y provincia de la marca de automóviles Chrysler.

En 1987 creó Bermoya SA, empresa dedicada a la venta y reparación de automóviles y concesionario de las marcas Chrysler y Jeep. Siete años después cambiaría su nombre a AutoBermoya SA.

Desde el año 1976 ha formado parte de diferentes Juntas Directivas de la Cámara de Comercio e Industria de Cuenca.

Estaba casado con Maria del Pilar del Pozo Herráiz, con la que tuvo cinco hijos.

Con motivo del Centenario de la Cámara de Comercio de Cuenca recibió la Medalla de Oro de esta Corporación, en reconocimiento de su labor en la vida empresarial conquense; y en su discurso de agradecimiento por la distinción otorgada, pronunció, entre otras, las siguientes palabras referidas a sus empleados y familia: “La vida de un empresario es la de marcarse cada día del año nuevas metas, y saber que toda dificultad es, además de un reto, si lo superas, un gran impulso hacia el éxito. Si has podido rodearte, como yo he tenido esa suerte, de un buen equipo, de magníficos trabajadores y, sobre todo, de buenas personas, tu labor se hace mucho más fácil. Por eso, permítanme que comparta tan alta distinción como es la Medalla de oro de la Cámara de Comercio de Cuenca con cada uno de los empleados que han formado parte de la plantilla de mi empresa durante más de cincuenta años: los recuerdo a todos y cada uno de ellos, y desde aquí quiero enviarles mi reconocimiento más sincero por su esfuerzo e interés.

Para finalizar, aunque ella ya lo sabe, porque se lo he dicho muchas veces, le repetiré a mi esposa, Pilar, que no hay empresa si antes no hay familia, y que ella es y será la base de todo lo que hemos construido juntos durante tantos años de matrimonio; que le agradezco que no me pusiera reparos cuando decidí solicitar la excedencia como funcionario para compartir conmigo la incertidumbre del mundo empresarial, o cuando me alentó para decidirme a construir nuevas instalaciones; y debo decirle, de nuevo, que gracias a ella hemos formado y educado a una familia, que compone ya la segunda generación empresarial y que han recibido la Medalla con la misma ilusión que yo”.