Valverde de Júcar recupera el esplendor de los Moros y Cristianos tras dos años marcados por la Covid

El municipio conquense encara la recta final de sus tradicionales fiestas tras la renovación de los cargos de los festejos para el próximo año

El municipio conquense de Valverde de Júcar encara en estos días el tramo final de sus tradicionales fiestas de Moros y Cristianos. La localidad ha recuperado la normalidad en el desarrollo de estos festejos que hunden sus raíces en devenir de los siglos. En ellos participan vecinos de todas las edades, que durante los primeros diez días de cada año encarnan las batallas entre ambas compañías: la de los moros y las de los cristianos.

El nuevo año 2023 ha arrancado de la mejor de las maneras para los participantes en esta actividad, las restricciones pandémicas consiguieron pasar a un segundo plano para que la fidelidad con la propia historia sea aún más real. Desde comienzos del año, el pueblo vive sumergido en la celebración de una de las fiestas más icónicas de la provincia y que además cuenta con la declaración de Fiesta de interés turístico regional.

Unas doscientas personas se encargan de esta recreación histórica y gracias a ello, la localidad se convierte en un punto de atracción para el resto de localidades conquenses. Como consecuencia, la suma de curiosos en la localidad se incrementa a niveles exponenciales.

Las fiestas

Las celebraciones arrancaron el jueves 5 de enero y desde entonces el contexto de Valverde de Júcar ha retrocedido una vez más en el tiempo. Los actos comienzan tras «el refresco del cura», es decir, una invitación que ofrece el presidente de la Hermandad a las dos compañías que protagonizarán durante los próximos días las celebraciones en la localidad.

Posteriormente, el día 6, se celebra el día de «los alardes», en los que ambas compañías se «echan en cara, en tono burlesco, aquello que se ha hecho mal durante las fiestas», señala David García, general de la compañía cristiana.

El día 7 de enero comienzan las guerrillas entre los bandos de moros y cristianos. El campo de batalla se sitúa junto al pantano y es en este lugar donde ambas compañías recrean las diferentes batallas entre ellas. «Allí contamos con fortalezas cristianas y moras y es allí donde los emisarios recitan una especie de guion para que la gente no se pierda para después comenzar los cruces de la batalla donde participan varias escuadras.

«Los moros roban la bandera cristiana y se hacen con la fortaleza de los cristianos para pasar a dominio moro», señala el general cristiano de Valverde de Júcar, que explica que esta situación se mantiene hasta la próxima jornada, el día del Santo Niño, momento en el que «los generales de dicho moro y cristiano hacen una batalla verbal en la que los moros provienen del Santo Niño, algo que da lugar a la conversión de los moros al cristianismo».

Durante el 9 de enero, el día de Mahoma, «los moros, una vez convertidos al cristianismo, son los que dirigen las decisiones del pueblo». Además, durante este lunes también se produce el cambio de oficiales, en el que se renuevan los cargos que serán durante todo el año los mayordomo, capitán, alférez, sargento y cabo. Cuya jura se produce a los pies del Santo Niño que sale a la puerta de la parroquia.

La nueva normalidad

Tras las incertidumbres que se vivieron en los años anteriores por la situación sociosanitaria provocada por la Covid-19 a nivel global, las celebraciones han abandonado durante la edición de este año todas las restricciones sanitarias.

Y también ha afectado a algunas tradiciones que permanecían instaladas en los festejos: «Aquí como tradición se tenía que todos los soldados bebíamos en las mismas jarras de vino, sin vasos. Desde el año pasado los vasos son obligatorios para evitar contagios».

Sin embargo, salvo en ese punto, las fiestas se están desarrollando con absoluta normalidad. Y no se descargan algunos contagios durante los días posteriores. «Es algo inevitable», señalan desde la organización.