Ocho sensores vigilan el Arco de Jamete cada quince minutos para encontrar una solución a su deterioro

Durante un año se monitoriza humedad y temperatura para encontrar un remedio efectivo. "Nos ha llamado la atención la cantidad de materia que está cayendo a las trampas de sedimento" señala Enrique Torrero, uno de los investigadores de la Politécnica de Cuenca

El Arco de Jamete es una de las joyas de la Catedral de Cuenca. Situado sobre el brazo izquierdo del crucero, fue construido por Francisco de Luna y Esteban Jamete entre 1.546 y 1.550 como portada a la entrada principal de acceso al Claustro. Está considerada como una de las obras maestras del Renacimiento en España en el interior de un edificio.

La piedra empleada en la construcción del Arco de Jamete está sufriendo un proceso continuo de deterioro. El principal proceso causante del deterioro es la haloclastia, cristalización de sales en el sistema poroso de la roca. Este proceso es muy sensible a los cambios de temperatura y humedad relativa del entorno y está directamente asociado al acceso y circulación de humedad por los paramentos. La Escuela Politécnica de Cuenca y el Instituto Geológico y Minero de España han puesto en marcha una línea de investigación para frenar su desmoronamiento. Sus líneas de actuación pasan por monitorizar el microclima, cuantificar la erosión total sufrida por los materiales, analizar el proceso de alteración que está afectando a las rocas y cuantificar la tasa de erosión actual.

Enrique Torrero es uno de los profesores de la Politécnica implicado en un proyecto. «Estamos recogiendo datos para estudiar qué está pasando y proponer una solución cuando tengamos datos suficientes. Llevamos desde primeros de enero y nuestra intención es, a lo largo de este año, tomar todos los datos posibles, analizar muestras y tomar una decisión al final. Son ocho sensores que están recogiendo variaciones de temperatura y humedad cada quince minutos. Vamos descargando los datos cada mes y medio o dos meses. Estamos recogiendo muchísima información que luego hay que analizar».

Erosión acusada

La investigación se encuentra, en estos momentos, a mitad de camino. Han transcurrido más de seis meses desde la recogida de los primeros datos. «Conclusiones aún no tenemos ninguna pero sí nos ha llamado la atención la cantidad de materia que está cayendo a las trampas de sedimento que hemos puesto. Hemos colocado unos plásticos debajo de los dos paramentos del Arco de Jamete, este y oeste, y cada tres semanas aproximadamente vamos recogiendo los residuos que han caídos. Recogemos, clasificamos por zonas y luego los pesamos y analizamos», señala Torrero. El proceso de desgaste «parece que se ha estabilizado un poco ahora, con las temperaturas del verano, porque lo que más daño hace es la humedad. La semana que viene, probablemente subiremos a recoger muestras».

A pesar del tiempo transcurrido y los datos recogidos, el profesor de la Escuela Politécnica se muestra cauto respecto a los posibles tratamientos para remediar el problema. «Primero tenemos que ver qué le pasa al enfermo y después aportar una solución. Ahora estamos aún estamos en fase de diagnóstico pero parece claro que las sales son el principal problema que tiene. Cristalizan en los poros y revientan la roca por ciclos de humedad y temperatura. Hay algunas sales que son especialmente agresivas en determinadas condiciones. Se supone que una de las actuaciones pasaría por, bien quitar esas sales, o intentar mitigar en lo posible sus efectos mediante condiciones de humedad y temperatura adecuadas: ventilación, calefacción,… Lo que ocurre en el Arco se puede extrapolar a muchas otras partes de la Catedral».

Magnesio y sales ‘agresivas’

Las intervenciones que se han realizado en el Arco a lo largo de su historia también han podido influir en el proceso de ‘desmenuzamiento’ que padece. «El compuesto de esas sales puede venir de filtraciones de agua o bien de los compuestos que llevan algunos de los morteros que se utilizaban antes para poner las piedras. Puede haber algunos magnesios que influyan en la aparición de las sales más agresivas». señala Torrero.

El equipo investigador confía en que esta iniciativa se pueda concretar en un proyecto consolidado con un soporte económico a la altura del objeto de estudio. «Ahora estamos colaborando varios profesores de la Escuela Politécnica de Cuenca junto a un compañero del Instituto Geológico y Minero de España. Todos somos colaboradores. Esperamos en un futuro poder afrontar un proyecto porque ahora mismo no tenemos nada de dinero. Imagino que, en algún momento, el Ministerio de Cultura tomará una decisión y queremos estar ya preparados para aportar información. Es relevante que haya una intervención en el Arco de Jamete por la importancia que tiene».