La procesión del Duelo se consolida con un desfile con mucha personalidad

Ágil desfile procesional del Sábado Santo conquense, que ha entrado en la Catedral con más de un cuarto de hora de antelación sobre las previsiones

Cuatro años han pasado desde que la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y las Santas Marías se estrenara en la Semana Santa conquense. Tras aquel fulgurante debut tuvo que sufrir una larga espera -primero por la cancelación por lluvia en 2019 y después por la suspensión pandémica de 2020 y 2021- para exponer su crecimiento. Hoy, por fin, la procesión del Duelo ha podido lucirse de nuevo y consolidarse con un desfile con mucha personalidad.

Un veraniego sábado de mediados de abril ha acompañado durante todo el recorrido a que los fundadores de esta hermandad manifestaran su fe. El público ha abarrotado los alrededores de la iglesia de San Esteban, llenando aceras hasta el punto que pese a su anchura fuera imposible moverse entre ellas. Puntual, a las 19:00 horas, salía la hermandad del templo.

Ya desde los primeros metros ha demostrado el desfile todo su carisma. Desprovisto de artificios, ha avanzado con paso ágil por las calles Aguirre y Las Torres. En la cabecera la cruz de guía estrenaba INRI y un sudario, además de ser acompañada por dos ciriales. Además se ha incorporado una tercera matraca al conjunto que rompe el silencio con un sonido que más que escucharse con los oídos, se siente a través del cuerpo. Un golpeteo de metal contra madera que evoca la liturgia del Oficio de Tinieblas y que sustituye al tañer de las campanas, enmudecidas desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección.

Otra de las incorporaciones de este año para una hermandad que poco a poco va configurando su desfile ha sido la de faroles: los dos de cabecera, plateados y con filigrana floral, y dos más -hasta un total de cuatro- para los de cierre, que prácticamente se reducen a su acristalada forma hexagonal. En su primera procesión los faroles fueron cedidos por el Cristo de los Espejos y el Ecce Homo de San Miguel, respectivamente, dos hermandades que ayudaron en el comienzo junto con el Baustismo, que vendió sus andas a las Santas Marías en condiciones ventajosas para la neonata hermandad, y el Amarrado a la Columna, en cuyo foro nació la ilusión por la recuperación de este desfile desaparecido en 1964.

En este segundo desfile de la procesión del Sábado Santo ha vuelto a haber mucho público en las aceras durante todo el recorrido, especialmente en el comienzo y el tramo final. Los espectadores han guardado silencio respetando el paso de la hermandad, uniéndose al duelo de las tres Marías. En esta ocasión Nuestra Señora de los Dolores ha estrenado aureola, que ha sido donada por unos hermanos. Diseñada por Adrián López y ejecutada en los talleres nazarenos de José Ismael Orfebres, en ella destaca un corazón traspasado por siete puñales rematado con una cruz como insignia de la hermandad. El sol de este atardecer ha hecho lucir su acabado en oro y sus piedras rojas y negras.

La hermandad va buscando poco a poco su esencia, cocinando a fuego lento una tradición que a buen seguro se mantendrá durante siglos. En esta ocasión se ha introducido un mínimo cambio a la disposición de las tallas creadas por Francisco Javier López del Espino y que favorece su interpretación. Se trata de un leve retoque a la posición de Santa María Magdalena para que interactúe más cerca de la Virgen. Tanto ella como la madre de Santiago y San Juan ahora parecen unir sus manos en gesto de consuelo. María Magdalena ha estrenado en procesión una saya y María Salomé un manto, en ambos casos manteniendo la línea de sobriedad en el paso, sin bordados ni ostentosos brocados. El negro puro de luto de Nuestra Señora de los Dolores destaca entre el azul y granate de María Salomé y el morado y oro ocre de María Magadalena.

El conjunto escultórico creado por el cordobés hace poco más de un lustro refleja los tres rostros del duelo. Del dolor incomprensible de impotencia de María Salomé. Del calmado silencio de complicidad de María Magdalena. De las lágrimas que brotan de una mirada perdida para recorrer el rostro de la Virgen María.

En el apartado musical ha brillado una vez más el grupo de la asociación Alfonso Octavas. Con únicamente viento-metal y percusión han vuelto a demostrar que en algunas ocasiones menos es más gracias a unos acertados arreglos y a una esmerada interpretación. Este grupo de amigos que cambió la pelota por las partituras en los recreos ha crecido, y de sus instrumentos sale algo mucho más que música, amor por Cuenca y su Semana Santa. La hermandad ha estrenado este año dos nuevas marchas dedicadas a ella, y ya van once: ‘Mater desolata’ de José Luis Torijano y ‘Banceros del Duelo’ de José Antonio Bellido.

La hermandad ha continuado su desfile procesional a buen ritmo ya por las calles del Casco Antiguo. Los 38 banceros, que han estrenado almohadillas bordadas hace tres años para los banzos, han mantenido su paso largo pero calmado, completamente propio dentro de la Semana de Pasión de Cuenca. Tan sólo ha habido una pequeña parada en el camino, tras la curva de la calle del Peso, para colocar el velo de María Magadalena.

En San Felipe Neri, el coro del Conservatorio de Cuenca ha cantado el motete ‘Llora la Virgen’. Se trata de otro de los estrenos de este año, una obra que ha sido compuesta por el director de la agrupación, Pedro J. García Hidalgo.

La hermandad del capuz negro, túnica blanca y cordones y madroños dorados ha entrado en la Plaza Mayor tal y como salió de San Esteban. Con un paso firme y seguro que sólo puede mantener quien sabe adonde va, tanto este Sábado Santo como los que están por llegar. La juventud, denominador común de los nazarenos del Duelo, se manifiesta en una repleta -y siempre alegre y divertida- fila central.

Tan sólo en los últimos metros se han permitido los banceros acortar el paso, alargando las últimas tiradas para despedirse del público antes de entrar en la Catedral. Finalmente el cortejo ha traspasado la puerta de la seo conquense al final del crepúsculo, adelantándose a la salida de la luna. La hora de llegada ha sido a las 21:43 horas, con más de un cuarto de hora de antelación sobre las previsiones y 37 minutos de la hora de llegada de su primer desfile.

Ya en la Catedral, los nazarenos del sábado se han despojado del luto de su capuz para pasar a la alegría de la Resurrección representada en su túnica blanca, y donde juntos han celebrado el misterio central de la fe, la Vigilia Pascual.