Salvacañete, el pueblo que suma vecinos centenarios de tres en tres

Araceli López, Alejandro Moreno y Florentina Alcalá se han unido este año al club de centenarios nacidos en el municipio

Mariano López / Voces de Cuenca

Este año 2022 tres vecinos de Salvacañete han cumplido 100 años y lo mejor de todo es que se conservan muy bien, tanto mental como físicamente. Mariano López, cronista oficial del municipio, les ha dedicado un homenaje en su blog, porque ha convivido con ellos toda la vida, son de la generación de sus padres y le unen lazos de estima personal y amistad.

Los tres nacieron en el año 1922, Araceli López un 28 de julio, Alejandro Moreno el 11 de agosto y Flora Alcalá el 16 de octubre de ese año. ¡Cuántos cambios de todo tipo han ocurrido en nuestro pueblo en esos 100 años y que los tres han podido ver y vivirlos pues siempre han vivido en Salvacañete, aunque Araceli López y Alejandro Moreno pasaron mucho tiempo en la aldea de Casas Nuevas, donde nacieron y vivieron! Y Flora nació y se crió en el caserío de La Hondonada (Salvacañete).

El año de su nacimiento 1922 Salvacañete era una villa de 650 habitantes de hecho y de 732 de derecho, con ayuntamiento de 1.362 habitantes de hecho y 1473 de derecho incluyendo todos los habitantes de aldeas, rentos y caseríos; a 19 km de la cabeza del partido y a 84 de la capital, cuya estación era la más próxima. La aldea de Casas Nuevas contaba entonces con 102 habitantes y ya tenía escuela que estaba iniciando su andadura.

Araceli López Perea el día de su 100 cumpleaños, el 28 de julio. Foto: José Alberto López

Araceli López nació un 28 de julio de 1922 en la aldea de Casas Nuevas. Hija de Gabriel López y de Flora Perea. Tuvo otro hermano Marcial López Perea, excelente ebanista que residió en Teruel y que realizó la carpintería de la capilla de Casas Nuevas cuando a mitad de la década de 1970 dejó de ser escuela por ser suprimida y se convirtió en capilla. Fue a la escuela en esta aldea cuando ya había iniciado su andadura y en ella estuvo hasta los 13 años. Aprendió peluquería, actividad que ejerció en Salvacañete y en la propia aldea. Se casó con Feliciano García, trabajador de la Hidroeléctrica de Valdeoña, cuya central estaba en el Batán y allí trabajaba también su padre, el tío Simón García, hasta que a mediados de los años 1960 cerraron la central al traer al pueblo la electricidad del salto de Villalba de la Sierra. De este matrimonio nacería su único hijo y amigo entrañable José Alberto García López, también electricista de profesión además de truficultor. Feliciano se dedicó a la agricultura y a buscar trufas, primero en la aldea de Casas Nuevas donde vivieron bastantes años, y después ya en Salvacañete, donde construyeron casa en la calle Manuel Perea Vidal. De esa dedicación tanto de Feliciano como de su hijo José Alberto a la búsqueda de trufas junto con siete truferos más de Salvacañete entre los que se encontraba mi padre Mariano López Marín, se fraguó una amistad sincera con Araceli López y su familia que además era de la aldea donde vivían mis tíos Catalino Miguel López Marín y Victoria Marín Marín, Amador Marín y Teófila Villalba, mi abuelo materno Jesús Marín Martínez y mi tía Purificación Marín hasta que se casó en 1960 y varios primos hermanos de mis padres.

Hablar de Araceli López es hablar de una larga vida, 100 años no se cumplen todos los días, entregada a su familia, a sus padres y hermano, a su marido a su hijo, dos nietos que tiene, Alberto y Jesús que la adoran, y a sus vecinos de Casas Nuevas y Salvacañete. Una persona extraordinaria, llena de humanidad, buena donde las haya y con una dulzura digna de admiración. Colaboró activamente aportando fotografías de su familia para la exposición ‘Salvacañete en el tiempo’ que el ayuntamiento organizó en 1999, y que tuve el honor de prologar y colaborar en ella con mis aportaciones literarias  y en la inauguración. Parte de las mismas ilustran este artículo homenaje. En la celebración de su cumpleaños del centenario, el pasado 28 de julio de 2022, estuvo acompañada de su hijo, de sus dos nietos y de una amiga suya de la aldea de Casas Nuevas y con raíces en el antiguo rento del Acebillo (Salvacañete) Saturnina Marín Lagunas, venida expresamente para la ocasión desde tierras de Domeño donde reside. Fue una celebración especial de la que se hizo eco Castilla La Mancha Media ese mismo día. En estos cien años has sido un ejemplo de hija, vecina, madre, esposa y abuela siempre comprometida con los tuyos.

El tio Alejandro Moreno celebrando su 100 cumpleaños en agosto de 2022. Foto: Piedad López

Alejandro Moreno nació en el mes de agosto de 1922 en la aldea de Casas Nuevas (Salvacañete) donde sus padres se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, al igual que todos los vecinos de la aldea. Al invierno practicaban la trashumancia con sus ganados hacia tierras valencianas, donde pasaban seis meses desde noviembre hasta primeros de mayo. Fue a la escuela de la aldea cuando esta inició su andadura en la década de 1920, año 1926, y albergaba alumnos de la propia aldea y de caseríos cercanos como la Casa Nabina, la Fuente de la Zarza, La Boquilla, La Casa del Mojón o Tórmeda. Se casó con María, hija del tío Ponciano y no tuvieron hijos. Se dedicó toda su vida a la agricultura y la ganadería y a trabajos ocasionales que se hacían en el pueblo como ir a plantar pinos a la Casa Molina y a las repoblaciones que se hicieron en distintos lugares de Salvacañete en la década de los años 1960, entre ellos Casas Nuevas, y a segar espliego en el mes de agosto cuando hasta en la aldea ponían una caldera de destilación junto a la casa de Los Calistras. Tuvo otro hermano, Pantaleón Moreno, y una hermanacuyo hijo, Marcelino González Moreno residente en Barcelona, y que sigue fielmente la actualidad del pueblo.

Alejandro Moreno era muy amigo de mi padre y había coincidido en trabajos agrícolas y ganaderos en la aldea de Casas Nuevas y su entorno, incluso fueron a la escuela juntos cuando mi padre y otros chicos de la aldea de Hoya del Peral bajaban a escuela a Casas Nuevas, hasta que construyeron los propios vecinos de la Hoya del Peral el edificio de la escuela y casa del maestro en los años 1930 y comenzó a funcionar ésta.

Con Alejando Moreno, el tio Alejandro, he convivido en la aldea de Casas Nuevas cuando iba a casa de mis tíos a los matagorrinos, en trabajos de campo, días de siega y trilla en la aldea, en las fiestas de la aldea cuando la escuela de la misma se suprimió a mitad de los años 1970 y se convirtió en capilla celebrando dicha fiesta anual a mitad de agosto y en trabajos en la vega del pueblo. Cuando abrieron la Casa tutelada de Salvacañete para mayores el tío Alejandro, que ya estaba viudo, se fue a ella, siendo el residente más antiguo y el más mayor pues cumplir 100 años este pasado mes de agosto no los cumple cualquiera y con una calidad de vida que para sí lo quisiéramos muchos. Las dos personas que trabajan en esta residencia de mayores Marfil Muñoz, también de Casas Nuevas, y Pilar Sánchez González, los miman y cuidan con esmero y el tío Alejandro está muy agradecido al igual que los demás residentes, algunos de otros pueblos cercanos.

Muchas gracias tio Alejandro por haber podido convivir con usdted muchos años y haber llegado a los 100 este pasado mes de agosto con plena lucidez mental y bien físicamente. Ha sido y sigue siendo un hombre bueno y honrado, trabajador infatigable, amigo de sus amigos y una excelente persona. Es un honor poder homenajearle con mis palabras y este texto escrito desde el corazón. Que pueda seguir con nosotros los años que Dios quiera y que podamos encontrarnos en la plaza de nuestro pueblo o en la casa tutelada, su lugar de residencia actual, y charlar un rato como lo hemos hecho muchos años. Desde el lugar donde todos hemos de llegar mis padres también le felicitan por esos 100 años cumplidos y recuerdan con cariño las vivencias compartidas con su amigo Alejandro Moreno en Casas Nuevas y en muchos lugares de Salvacañete.

Flora Alcalá con su familia en su 100 cumpleaños. Foto: Mercedes Giménez

Florentina Alcalá Yuste, conocida como la tía Flora, nació el 16 de octubre de 1922 en el caserío de la Hondonada (Salvacañete). Hija de Cristóbal Alcalá Muñoz y de Felipa Yuste Martínez, nacida en 1887, y nieta por vía materna de Agustín Yuste, nacido en 1849 y Benita Martínez Cañas. Tuvo varios hermanos. La mayor Eugenia, nacida en 1918, se casó con Fidel Marín Castelblanque de cuyo matrimonio nacieron dos hijos: Primitiva que casó con Federico y tuvieron a su hijo Fidel, y Federico que casó con Emilia y tuvieron a Federico. Flora fue la segunda y nacida en 1922. Después de ella nacería su hermana Francisca que murió joven y su hermano Félix. Pasó su infancia en el caserío de la Hondonada donde estaba la casa familiar de sus padres en la parte inferior de dicho rento junto a una fuente que desemboca en la Rambla que trae aguas de los rentos del Agua Enmedio, Masegarejo, Fuente de la Sabina y Valle Carmona, en el estrecho  que hay junto a la carretera de Albarracín que se terminó de construir a principios de los años 1930, un poco antes de empezar la Guerra Civil y por la que se movieron los vehículos militares desde Salvacañete hasta el frente situado en Cañigral.

Flora se casó con Victorino Giménez de Salvacañete y fueron padres de nueve hijos: Paulina, Germán, Esperanza, Vicente, Victorino, Pedro, Mercedes, Margarita y Monserrat. Todos ellos viven todavía y la mayoría son abuelos. Se dedicaron a la agricultura, llegando a tener tractor y cosechadora, y el tío Victorino centró su actividad durante unos años a la venta de maderas de derribos de viviendas. Una grandísima familia de la cual algunos de ellos viven en Salvacañete como Germán, Vicente y Victorino y ahora Esperanza también. Han contribuido a la prosperidad de Salvacañete con sus actividades venta de materiales de construcción, excavaciones, transportes, venta de maquinaria agrícola de segunda mano, trabajos agrícolas y hostelería, esta última regentada por su nieto Vicente Giménez Garrido con la ayuda de su madre. Los otros hijos están por Barcelona (Mercedes, Pedro  y Paulina) y Valencia (Marga y Montse), aunque vienen con frecuencia a Salvacañete.

Hablar de la tía Flora, como popularmente la conocemos en Salvacañete, es hablar de una grandísima madre que ha dedicado su larga vida, 100 años no se cumplen todos los días, a su familia y a su pueblo. Además de criar a sus 9 hijos, se entregó en cuerpo y alma a cuidar de familiares mayores la tía Longina, el tio Simón “Magras” que murió ya con 98 años y su hermano Juan, soldado en la Guerra de Cuba de 1898, la tía Socorro y siempre con dedicación y entrega, con esa dulzura que le caracteriza y en tiempos de escasecez. Vivieron al principio en la casa de la calle Felipe Ruiz Rodilla, casi al final, casa que ahora en 2022 y desde hace años es de Lucas y Yazmin. Después se harían una casa en el Barrio del Desmonte donde también viven varios hijos y nietos en distintas viviendas cercanas a la casa de sus padres y abuelos. Recuerdo con cariño algunas veces que estuve en ella y en particular cuando empecé con mis investigaciones sobre el folklore y la historia de Salvacañete en el año 1972 y era estudiante de magisterio. Fui a entrevistar al tío Simón Alcalá, tío de Flora, y conté con la ayuda inestimable de ella y de alguna de sus hijas presentes en la entrevista que fue muy importante y jugosa. La recordaré siempre al igual que las numerosas aportaciones de la tía Flora en aspectos etnográficos de Salvacañete recogidos en mi libro ‘Etnología y costumbres populares de Salvacañete’ que publiqué en 2016 y que presenté en nuestro pueblo el 13 de agosto de ese año con la presencia de su nieto y alcalde de Salvacañete, Vicente Giménez Garrido, de mi amigo y paisano Alejo Villanueva Sánchez, de mi madre Bienvenida Marín Marín, de mi hermana Maribel y mi esposa María Pilar, y de numerosos amigos y amigas de Salvacañete y Utiel. Refranes y dichos populares y algunos remedios caseros para aliviar el dolor de la dentición en chicos y chicas como poner un trocito de madera de avellano, de los que se crían en el río Cabriel en particular en la Fuentes de Serna, en la boca del niño o niña y la utilidad de algunas plantas medicinales que podemos encontrar en Salvacañete me fueron transmitidos por la prodigiosa memoria de Flora en las charlas que durante 20 años di en las Semanas Culturales de la 3ª edad organizadas por la Asociación de Jubilados y Pensionistas ‘Fuentes Claras’ de nuestro querido Salvacañete. Nunca faltaba a las mismas, colaborando en la organización de esta semana y participando en muchos actos. Ha sido  siempre muy amiga de mi madre y miembro con ella de la junta directiva de la Asociación de Jubilados y Pensionistas ‘Fuentes Claras’ de nuestro pueblo durante algunos años. Su hijo Vicente y yo somos quintos de 1953 y tengo una gran amistad con la mayoría de sus hijos. Todavía guardo en casa un búcaro de adorno que me regaló en una de las Semanas Culturales. Cuando me encuentro con ella en Salvacañete, en fiestas o en algún fin de semana, nos llevamos mutuamente una gran alegría. Desde hace un tiempo está con su hija Marga en Liria y el día que cumplió 100 años el alcalde de la localidad le entregó una placa conmemorativa y se reunieron todos sus hijos, sus muchos nietos y algunos biznietos en un restaurante de dicha ciudad para celebrarlo. La ocasión lo merecía y ella y su  gran familia estaban todos muy contentos por llegar a los 100 años.

Muchas gracias tía Flora por todo lo que he aprendido de ti en todos los aspectos, por ser una grandísima madre, esposa, abuela, bisabuela, suegra y vecina y por tantos años de convivencia y cariño contigo. Por tu humanidad y bondad, por tu entrega a los demás sin esperar nada a cambio, como hizo mi madre toda su vida, por tantos momentos buenos que hemos vivido y compartido en nuestro pueblo y por ser un ejemplo en muchas cosas. Has llegado a los 100 años despues de una vida intensa de mucho trabajo y esfuerzo y de mucha entrega y con el cariño y el cuidado de tus hijos e hijas y de tus nietos y biznietos y te puedes sentir enormemente satisfecha. Ahora estas en Liria con tu hija Marga y tu yerno pero te trae al pueblo en algunas ocasiones como cuando estuve contigo en las fiestas de septiembre de 2022 en la misa de la ermita dedicada a la Virgen de Valdeoña, nuestra patrona y nos dimos un gran abrazo. Le pido a nuestra querida Virgen de Valdeoña que los años que te queden tanto a ti como a Araceli López Perea y al tio Alejandro Moreno, los tres que habéis cumplido 100 años este 2022, podáis disfrutarlos con salud y en compañía de vuestros seres queridos. Y cuando suba a Salvacañete el día de todos los Santos, si estas por allí, nos veremos y nos daremos un gran abrazo querida tía Flora. Y me alegro enormemente que este  año 2022 hayáis cumplido 100 años tres vecinos de nuestro pueblo, tres personas con las que he convivido muchos años y tres personas que tengo en gran estima. Formáis parte ya los tres  del selecto club de los que han llegado a los 100 años en Salvacañete entre los que ya están mi tío Vicente Marín Marín, ‘Vicente el Sastre’, hermano mayor de mi madre nacido en 1920 y que cumplió 102 el 5 de abril de 2022; Valentina Ruiz, madre de mis amigos Lourdes y Vicente Yuste que nos dejó hace poco más de un año con 101 años y Manuela Marín, casada con Alejandro Argudo e hija del tio silvestre de Casas Nuevas que también nos dejó con 101 hace un tiempo; y alguno más que viven fuera.