Llamémoslo dignidad

Carlos Muñoz

Periodista, experto en Comunicación Política y Consultor de Comunicación. Miembro de Cuenca Ahora

Hace algo más de 10 años España vivía sus peores momentos económicos dentro de una crisis financiera global que comenzó allá por 2007. La acción social colectiva afloraba en las calles de nuestro país con marchas de todo tipo y de todos los sectores. La marea blanca por la sanidad pública o la marea verde por la educación pública fueron dos de los movimientos más destacados, aunque sin duda alguna siempre quedará en el recuerdo, posiblemente por su espontaneidad y por su gran cobertura mediática, el conocido como 15-M.

El movimiento 15-M no era solo una respuesta a la crisis financiera global que sacudía a España y al resto del mundo en esos momentos. En nuestro país el 15-M fue el símbolo de la desconfianza de los ciudadanos hacia sus representantes y, por ende, hacia la política en sentido amplio. Sin duda alguna, uno de los éxitos de aquellas manifestaciones fueron sus lemas tan poco revolucionarios como “Democracia real ya” o “No nos representan”. Poner de acuerdo a tanta gente a la vez es complicado en un país altamente polarizado ya por aquellas fechas y, concretamente, desde 2004, pero sin duda alguna aquellas proclamas ponían en evidencia al sistema bajo una premisa: las instituciones han dejado de hacer sus funciones de representatividad ciudadana. Un dato, el movimiento 15-M contaba con el apoyo de más del 80% de los españoles.

En nuestra memoria permanecen las imágenes de los ‘acampados’ en la Puerta de Sol ya que, en 2011, y hasta hace tan solo unos 3 años, lo que pasaba en Madrid pasaba en España y en alguna otra ciudad y nada más. Sin embargo, el movimiento de los ‘indignados’, en mayor o menor medida, llegó a la mayoría de ciudades de nuestro país, entre ellas Cuenca. Otro dato, y para que a nadie se le olvide: la única concentración que quedaba presente en Castilla La Mancha dos semanas después del 15 de mayo de 2011 fue ‘Acampada Cuenca’, frente a la iglesia de San Esteban de la ciudad de las Casas Colgadas, donde se celebraban asambleas todos los días a las 20.30 horas.

Años después de aquel movimiento a nivel nacional algunos quisieron ponerle nombre y plantearon una crisis orgánica de país que en realidad no lo fue, tal y como se ha podido demostrar. Y la movilización se acabó y lo que al principio fue ilusión acabo convirtiéndose en resignación y desesperanza.

Déjenme que vea en estos momentos en la provincia de Cuenca un cierto momento de indignación que empieza a calar en la ciudadanía, si es que no lo está ya. Porque lo que los conquenses están pidiendo en sus últimas movilizaciones es, ni más ni menos, que sus representantes les hagan caso y al menos escuchen. Porque convocar una manifestación contra la ganadería industrial bajo el lema “Se venden 237 pueblos de Cuenca” solo puede ser un éxito si los conquenses perciben que están en venta. Y lo fue. Porque poner de acuerdo al conjunto de asociaciones y movimientos sociales de la provincia para luchar por el ferrocarril convencional bajo el lema ‘Defiende tu tren. Defiende el futuro de nuestra tierra’ ya es un éxito y, sin duda alguna, un fracaso estrepitoso de los representantes políticos que quieren acabar con este transporte público.

Y déjenme que perciba también en todos los conquenses un momento de ilusión. Porque parece ser que en la lucha contra las macrogranjas se va a conseguir una moratoria en palabras del propio presidente del gobierno autonómico de Castilla-La Mancha y, por tanto, estamos ante una victoria de la sociedad civil. Y porque en la lucha a favor del ferrocarril convencional, cuando parece que todo está perdido, la ciudadanía conquense va a salir a las calles este domingo 19 de diciembre a decir que lo que piensan algunos de sus representantes públicos no es lo que opina la inmensa mayoría de la población de la provincia. Y, en definitiva, porque no creo que haya algo más ilusionante que decir que Cuenca quiere tener futuro.

No cabe duda, en la provincia de Cuenca se está formando algo donde el actor principal está siendo la ciudadanía. Es una respuesta al vacío institucional que sienten los conquenses. Es indignación, pero también ilusión por conseguir mejorar el futuro de una provincia que ahora mismo no tiene. Podemos llamarlo de muchas formas; revuelta de la España Vaciada o 15-M rural, aunque como a mí me gusta verlo y definirlo es con una sencilla palabra: dignidad.