«Tenemos que anticiparnos y entrenar con los niños para evitar situaciones de riesgo en la calle»

Entrevista con Ana Bordallo, licenciada en Pedagogía, maestra y madre

Ana Bordallo Jaén
Ana Bordallo Jaén

Ana Bordallo Jaén es licenciada en Pedagogía, maestra y madre. Tres roles diferentes, que no excluyentes, en la realidad educativa que permiten a esta conquense contemplar desde una triple perspectiva la situación de los niños ante las medidas implementadas para atajar la pandemia del coronavirus. Consejos y pautas para ayudarles a vivir el confinamiento, opiniones sobre las estrategias a seguir en las próximas semanas y los retos de la enseñanza a distancia son algunos de los temas que se abordan en esta exhaustiva entrevista.

«Todos los expertos coinciden en un aspecto clave: establecer y mantener unas rutinas que den algo de orden a los días. Y yo añado: que esa misma rutina se rompa los fines de semana»

¿Qué consecuencias puede tener para el desarrollo psicológico de un niño una temporada prolongada de confinamiento?

Soy optimista y quiero pensar que este confinamiento tan estricto no puede alargarse mucho más en el tiempo. De hecho, los niños ya podrán salir a pasear, correr, saltar al aire libre durante una hora cada día a partir del próximo domingo, por lo que, aunque se nos ha hecho pesado, no ha sido un periodo tan extenso como para que pueda llegar a tener consecuencias irreversibles en los niños. A largo plazo no creo que tenga consecuencias negativas en el desarrollo de nuestros hijos y/o alumnos. En cambio, a corto plazo, sí es probable que muchos padres hayan podido observar ciertas regresiones en los niños, irritabilidad, cambios de humor, apatía, etc. Pero todo esto pasará, y en condiciones normales, este confinamiento lo recordaremos como parte de la historia y desarrollo personal de niños y adultos,  una experiencia de la que además espero que, tanto pequeños como mayores, aprendamos, y nos ayude a mejorar nuestra calidad de vida cuando todo vuelva a la “normalidad”.

¿Hay alguna franja de edades en las que sea especialmente nocivo o, por el contrario, resulte inocuo?

No me gusta mucho hablar de franjas de edades y generalizar desde esa perspectiva. En mi opinión, considero que son las circunstancias y características individuales o familiares las que marcan esa diferencia entre un confinamiento “especialmente nocivo” y otro más “inocuo”. Pongo un ejemplo: no es lo mismo vivir confinado en un bajo de 80 metros cuadrados que hacerlo en una casa grande, con un patio exterior o jardín.

Tampoco supone lo mismo para los niños que son más inquietos o activos que para aquel que, aunque pudiera elegir entre diferentes actividades para divertirse o relajarse, se decantaría por leer un libro, hacer una manualidad, colorear antes que corretear o saltar. Yo tengo tres hijos de diferentes edades y cada uno lo está llevando como buenamente puede. De hecho suelen decirme que la pequeña, con tan sólo 4 meses de edad ni se dará  cuenta; sin embargo,  a mí me parece que es la que más echa en falta sus paseos, le ha alterado el ritmo de sueño cuando ya lo tenía perfectamente establecido.

¿Y qué estrategias pueden seguir los padres para aminorar las consecuencias negativas?

Todos los expertos coinciden en un aspecto clave: establecer y mantener unas rutinas que den algo de orden a los días y nos ayuden a gestionar y aprovechar el tiempo de la mejor manera posible. A lo que yo añado: y que esa misma rutina se rompa los fines de semana. Me explico: a los niños, como a los adultos, nos ayuda llevar un ritmo y no caer en una especie de desorden continuo; pero igualmente necesaria es esa ruptura con el orden, relajarnos, desconectar y descansar. Al no poder salir de casa, puede costarnos  saber en qué día vivimos, los lunes pueden resultarnos idénticos a los jueves, y peor aún, idénticos a los sábados y domingos. Por lo que mi recomendación iría encaminada a llevar una rutina de lunes a viernes, y dejar los sábados y domingos como lo que son, días de descanso para relajarnos: reservarnos actividades placenteras, no madrugar, nada de deberes, etc. ¡Que se noten los festivos o no laborables!

En esta rutina de lunes a viernes concretaríamos una hora para irnos a dormir, otra para levantarnos, los horarios de las comidas (especificando almuerzos y meriendas también para no pasarse todo el día picoteando), hay que incluir tiempo para las tareas escolares, para jugar o incluso una actividad diferente para cada día para hacer en familia, de manera que pongamos una nota de color diferente a cada día. ¡Ah! Y fundamental, tiempo libre para que podamos desconectar un ratito los unos de los otros en la medida de lo posible y lograr encontrar ese hueco (espacio y tiempo) personal que tanta falta nos hace falta a todos, niños y mayores.

¿Hay que mantenerse estricto en las normas de la casa o ante una situación tan extraordinaria se puede dar más manga ancha? Pienso, por ejemplo, en cuestiones como el uso de aparatos electrónicos o consumo de televisión.

De primeras le contestaría que por supuesto, ante una situación de este tipo (¡estamos viviendo algo que parece de ciencia ficción!) mantenerse estricto no es nada beneficioso. Sin embargo, la “manga ancha” que yo recomendaría no iría tanto a relajar las normas ante el uso de las tecnologías, redes sociales, televisión, etc., sino más bien a flexibilizar nuestra paciencia, cuidar más que nunca nuestra manera de comunicarnos, ser sensibles y empáticos con nuestros hijos. Sé que como padres estamos sometidos a mucha más presión de lo normal, que entre el teletrabajo o salir a trabajar en estas circunstancias, el peso de las tareas domésticas, ayudar a nuestros hijos a que sigan el ritmo marcado por el cole, velar por su bienestar y educación, andamos más presionados que nunca, y que esto no es tarea fácil. Por lo que sí, quizá haya algún momento en que haya que relajar las normas establecidas en casa en momentos pre- pandemia y adaptarlas a la situación actual para facilitarnos las cosas, pero, por favor, no abusemos de televisión, videojuegos, redes sociales o medios de comunicación. Encontremos el punto medio para que su uso no pase de ser beneficioso a perjudicial. ¡Y esto lo aplicaría a pequeños y mayores!

«Los niños necesitan la interacción con el medio físico para su correcto desarrollo»

Sin entrar en cuestiones epidemiológicas, sólo desde el punto de vista de la pedagogía y la psicología infantil, ¿es necesario permitir que los niños salgan a dar un paseo cada día?

¡¡Sí!!! Los niños necesitan la interacción con el medio físico para su correcto desarrollo. Bastante es que les estamos privando de mucha interacción social con sus iguales, como para privarles de los beneficios del sol, del aire libre y del ejercicio físico, que tan limitado puede estar entre según qué cuatro paredes. Todo esto visto tan sólo desde el prisma pedagógico y psicológico. Así que, como no podemos obviar en absoluto las recomendaciones sanitarias, por favor, si nos dicen una hora, una hora, y no tres; sin juntarnos con vecinos, amigos, manteniendo distancias sociales que nos indiquen, etc.

¿Y cómo se puede concienciar a un niño para que si ve a un amigo por la calle no vaya a juntarse con él o reprimir (o reconducir) su natural curiosidad y afán por tocarlo todo?

Esto es algo que tenemos que llevar muy trabajado antes de que salgamos a la calle, anticipándonos con ellos a las situaciones de riesgo- peligro o tentación antes de que ocurran para que podamos “entrenar” nuestras respuestas, evitando esa espontaneidad que tanto nos gusta de los niños, pero que tan perjudicial puede ser en estos tiempos. Por ejemplo: yo evitaría pasar al lado de los columpios porque si los ven es inevitable que se disgusten al no poder subirse; pero si fuera inevitable pasar al lado de una zona recreativa prohibida yo lo trataría antes de salir. Por lo que he leído, los niños podrán llevar sus propios juguetes, por lo que quizá puede ser de gran ayuda llevar algo con lo que pueden jugar y eviten así que quieran coger o tocar otras cosas.

Y, en cuanto a no saludar efusivamente a sus amigos, es en mi opinión lo más difícil. Hay niños muy cariñosos, y especialmente cuando son pequeños, se saludan con besos y abrazos. Hay que explicarles muy bien que no podemos hacerlo, aunque queramos y buscar otra manera de expresar esa afectividad: lanzando un beso, haciendo un dibujo, escribiéndoles un mensaje…

«Soy partidaria de no subestimar a los niños y hablar con ellos abiertamente»

¿Cómo se puede explicar a un niño esta situación como la que se está viviendo? ¿Ofrece esta realidad algún tipo de oportunidad educativa?

Me quedé sorprendida como casi desde los primeros días, surgieron numerosos cuentos y vídeos explicándoles a los niños la situación de este virus pequeño pero gamberro que está haciendo de las suyas y que tenemos que frenar entre todos. Podemos acudir a esos recursos, siempre viéndolos primero el adulto para comprobar si nos convencen y los vemos adecuados. Y además, yo siempre soy partidaria de no subestimar a los niños y hablar con ellos de las cosas abiertamente. Quizá un cuento pueda ayudarnos a romper el hielo, a sacar el tema, pero no se quedarán ahí, querrán saber más, preguntarán cosas que afecten a su entorno cercano, que de alguna manera les preocupen. Hablar, hablar y hablar, respondiendo a sus preguntas con respuestas adaptadas a su edad. Pensad que es mejor que las respuestas vengan de nosotros a que escuchen información sin saber cómo analizarla y gestionarla.

Sin duda, esta situación tiene muchas oportunidades educativas, quiero pensar que nos está haciendo más humanos y valores como la solidaridad se están convirtiendo en prácticas concretas y no sólo en constructos abstractos difíciles de explicar e incluso de entender.

Hay niños que han sufrido la muerte de un familiar cercano, ¿cómo se afronta el luto a edades tan tempranas?

La cuestión del duelo infantil es muy compleja y delicada porque entender la muerte es uno de los grandes misterios de nuestra existencia. Me atrevo a decir que ahora es aún más complicado para todos, mayores y pequeños, porque no podemos despedirnos de los familiares que nos han dejado, acompañar a nuestros seres queridos y compartir nuestro dolor ante la pérdida. Probablemente, el duelo ante la muerte de un familiar o amigo en esta situación, volverá a activarse cuando todo esto pase y la normalidad nos haga ser conscientes de que ya no están a nuestro lado.

Es un tema muy complejo para responder en un cuestionario tan completo, así que mi consejo sería el siguiente: hablar del dolor de la pérdida, dejarles que lo expresen y que puedan despedirse de alguna manera, como puede ser escribir una carta, hacer un dibujo ,elegir una foto favorita con esa persona, rezar quien sea creyente, etc. Y si vemos que necesitan ayuda, no duden en buscarla: los orientadores de los centros educativos y las consultas de los psicólogos siguen a nuestra disposición aunque sea por videoconsulta.

«Un proceso completo de enseñanza- aprendizaje on-line tiene sus carencias»

¿Es posible reproducir a distancia, telemáticamente, la experiencia de aprendizaje del colegio o el instituto? ¿En qué cursos es más complicado?

Esta situación está abriendo nuevos horizontes a la posibilidad del teletrabajo. Sin embargo, no todas las profesiones son propicias para ello. La enseñanza es una de ellas, especialmente en los niveles obligatorios. Pero incluso en los niveles universitarios, un proceso completo de enseñanza- aprendizaje on-line tiene sus carencias. Yo estudié el grado de maestro a distancia, pero los exámenes eran presenciales, por ejemplo.

Sea como sea, la enseñanza on-line es muy útil para determinados momentos de tu trayectoria formativa y responde a unas necesidades muy concretas como puede ser conciliar trabajo y formación, familia y formación o las tres cosas a la vez. La educación infantil, primaria, secundaria, formación profesional y la universidad presencial, buscan otra cosa, responden a unas necesidades educativas y formativas que van más allá de la adquisición de conocimientos académicos. Estamos perdiendo mucho con esta situación y me entristece enormemente. Por muchos que sean los esfuerzos que hagamos maestros y profesores, un ordenador, un mail, un blog, un kahoot, un zoom, una google classroom, no son capaces de transmitir todo lo que se cuece en las aulas. Y quizá cuanto más temprano es el nivel educativo, más complicado, porque cuanto más pequeños, más necesitados de cariño y contacto físico, menos autonomía tienen, etc.

¿Y qué pueden hacer los docentes para compensar las carencias que supone una situación no presencial?

Tratamos de llegar al alumno de todas las maneras posibles: correos, videollamadas, llamadas normales, búsqueda y/o diseño de nuevos recursos, auto grabándonos vídeos explicando conceptos o dando ánimos, actividades conjuntas que impliquen a todo el cole, etc. 

¿Estaba preparado el sistema educativo para este tipo de educación o se está adaptando a marchas forzadas?

Evidentemente no. Se está haciendo un gran esfuerzo por ir respondiendo cada día mejor pero no se estaba preparado para esto ni a nivel de recursos como formativo, tanto de profesores como de los alumnos.

Eso sí, estamos todos arrimando el hombro compartiendo recursos, editoriales abriendo licencias y adaptando contenidos, etc.

«Quizá se podría articular alguna medida para ir a recoger el material que aun esté en los colegios»

¿Educación a distancia es necesariamente sinónimo de educación con medios tecnológicos al 100%?

Es muy complicado poder acceder a los alumnos si no disponen de conexión a internet, las clases virtuales pueden convertirse en punto de encuentro con sus iguales y con el profesor y te aseguro que se agradece, porque nos abre una vía para poder interaccionar, explicar, compartir dudas, obstáculos, son una fuente de motivación. Además, sin esa conexión nos limita mucho el tipo de actividades que les podemos proponer a los alumnos.

Por supuesto, también hay otras vías, y cuadernos y libros siguen estando ahí, pero es muy frío para los niños enfrentarse día a día a una lista de tareas para hacer sin ningún tipo de contacto con sus maestros más allá que ese escrito en el que te piden qué hacer hoy.

Eso quien disponga de ellos porque, por ejemplo, en la mayoría de los casos, como se pensaba regresar a las aulas, mucho material del tercer trimestre se quedó en los centros, especialmente el de la etapa de Infantil. Aprovecho para lanzar este llamamiento: quizá se podría articular alguna medida para ir a recoger el material que aun esté en los colegios; es un material que cuesta mucho dinero, a todo color, con troquelados, o pegatinas, entre otros. Es muy motivador para los niños y solventaría muchas dificultades que están teniendo las familias y maestros con el alumnado de esta etapa.

Porque otro problema candente es el tema de las impresoras, también estamos limitados con eso. Muchas familias no pueden imprimir en casa por lo que toda actividad ha de ser copiada y eso supone un trabajo extra muy costoso.

«Que no cunda el pánico: habrá oportunidades para volver a ver los contenidos que no se aborden en estos meses»

Si no se vuelve a las clases, como es probable que suceda, ¿este trimestre se puede dar por perdido o es realmente aprovechable?

Es aprovechable, claro que lo es. Pero deberíamos abrir nuestra mente y reformular lo que entendemos por educación y qué queremos que los niños aprendan de esta situación. Pretender seguir igual cuando todo ha cambiado es algo incoherente y absurdo, ¿no le parece?

¿Cuál es su opinión sobre las medidas que se han tomado de evaluación? ¿Debe ser la repetición algo excepcional? ¿Hay o no un aprobado general?

La repetición siempre ha sido excepcional. De hecho es una medida extraordinaria, que se valora de manera individual y atendiendo muchas más variables que van más allá de un suspenso en un examen. Y así se va a seguir haciendo.

Lo del aprobado general es algo que se rumorea pero no nos han dicho nada sobre eso. Así que a día de hoy, no hay un aprobado general que yo sepa.

De todas formas, los alumnos son más que aprobados y suspensos, no son números y son personas. Mi hermana es profesora de instituto y hoy justo comentábamos que para bien o para mal, el alumno que tiene sobresaliente en las dos evaluaciones sigue motivado y trabajando en casa, sigue esforzándose, no ha dejado de hacer las tareas confiando en que le vayan a poner esa misma nota en la tercera evaluación. Mientras que el alumno que no ha hecho nada en todo el curso, sigue sin dar señales de vida, por lo que seguirá suspenso.

¿Habrá estudiantes que arrastren durante toda su trayectoria académica los problemas o retrasos de estos meses?

Que no cunda el pánico con eso. Los contenidos que trabajamos en el currículo se van viendo curso tras curso aumentando en amplitud y profundidad, así que habrá oportunidades para volver a abordarlos, además los abordarán con la madurez que les da a los niños tener un año más.

¿Cómo se debería reorientar el próximo curso para ponerse al día tras lo sucedido en este último tramo al actual?

Ojalá de esto repensemos no sólo el curso que viene, sino todo el sistema educativo en general. En mi opinión, sería necesaria una programación renovada, especial, específica, para dar respuesta a las posibles necesidades que surjan tras esta situación.

Yo, a nivel particular, me he prometido a mí misma enfatizar con ellos aún más la importancia de trabajar de manera autónoma y crear espacios virtuales para que aprendan a moverse en esos entornos de aprendizaje. Aunque para eso hacen falta recursos, ¿los tendremos?