Las nueve de la mañana de este miércoles ha supuesto el inicio de un curso escolar y de un nuevo periodo vital para toda la comunidad educativa. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha alterado las rutinas vinculadas al arranque de un periodo lectivo incorporando mascarillas, gel hidroalcohólico, limitación de contactos, clases con menos alumnos, señales por los pasillos,…
Los niños y niñas, sin embargo, han asumido los cambios con bastante naturalidad y han vuelto a las aulas con ilusión…y caras más somnolientas provocadas por el madrugón. La mascarilla no ha sido una novedad dado que es un elemento con el que conviven desde hace varios meses. A partir de ahora, habrá que incorporar nuevas costumbre como la limpieza los zapatos a la entrada al centro o respetar las marcas que indican el sentido de la marcha en los pasillos. Álvaro Martín, secretario del colegio público «La Paz» de la capital conquense, reconoce que se trata de «un inicio de curso diferente. Desde luego el más especial desde que estoy trabajando, sin lugar a dudas. Este verano hemos estado trabajando para que se cumplan los protocolos de seguridad y que la vuelta al cole sea lo más segura posible. Pensamos que es un curso diferente pero esperamos que vaya todo bien».
La adaptación de los espacios a la nueva realidad condicionada por la COVID-19 ha supuesto un esfuerzo adicional en cuanto a recursos materiales y humanos para llegar a tiempo. «Hemos tenido que habilitar unas aulas del colegio antiguo, hemos tenido que cambiar aulas de sitio, señalar el suelo,…sobre todo para cumplir con las ratios. También tenemos más profesorado y hemos podido cumplir que todas las clases mantengan las distancias de seguridad y todos los protocolos. Es el primer día y estamos todos un poco nerviosos pero a la vez muy ilusionados. a los niños se les ve con muchas ganas y los maestros también tenemos muchas ganas de que esto empiece y funcione».
Por su parte, los padres y madres asumen esta nueva etapa con incertidumbre y muchas dudas. María, madre de una alumna que acude al ‘cole’ por primera vez, asegura que «es todo muy complicado porque este año es muy distinto a cualquier año anterior. Los niños también lo están viviendo de manera distinta. Aunque es su primer año, está muy avisada de que no se dan besos, ni se toca, ni se coge…El estímulo de tocar las cosas para aprender, lo tenemos que hacer en casa. Empezamos el curso con preocupación. No nos queda otra cosa que esperar porque la incertidumbre es para todos».