Adrenalina en estado puro a 120 metros sobre la Hoz del Huécar

Espectacular, emocionante...son algunas de las sensaciones que surgen tras realizar el salto en la tirolina acompañado por el siseo del cable, el viento... y una amplia sonrisa dibujada en la cara

Una cosa es que te cuenten las cosas y otra vivirlas. Esto es lo que ocurre con la tirolina Las Hoces que este viernes inicia su actividad al público. Una cosa es que te digan cómo es, la velocidad que alcanza, la altura, que veas un vídeo…y otra es montar y experimentar en primera persona la emoción de cruzar la Hoz del Huécar sintiendo en la cara un viento que no es capaz de borrarte de la cara la sonrisa que aparece cuando adrenalina se dispara recordándote que estás viviendo una experiencia única.

Este jueves rondaban los tres grados de temperatura y caía algún pequeño copo de nieve en el aparcamiento de El Castillo cuando nos disponíamos a dar el salto. Tras el recibimiento por parte de Cristian Fernández y el personal de la empresa, el protocolo previo al salto comienza con la descarga de un formulario de consentimiento desde un código QR que se descarga en la taquilla habilitada junto a la estación de salida. Posteriormente toca el pesaje, trámite obligatorio, ya que no está permitido el salto por debajo de 40 kilos ni por encima de 120.

La seguridad es una constante a lo largo de todo el proceso en la tirolina urbana doble más larga de Europa y la empresa se ha marcado como prioridad que la experiencia se desarrolle con total garantía. Lo mismo ocurre con las condiciones meteorológicas. Si el viento supera los 25 km/h, se suspende el salto. Tras pasar por la báscula se realiza una primera colocación del equipo. Tras llegar a la zona de salida, el personal de este paso se encarga de un segundo ajuste a conciencia del material, que es revisado en última instancia por el otro compañero.

El momento de la verdad

Con todo en su sitio (arnés, mosquetones cintas, casco,…) llega el momento de la verdad. El momento de dejar la tierra firme y aparcar las risas al darnos cuenta de que estamos a punto de iniciar algo único. Tras recibir el ‘ok’, elevas los pies del suelo y comienza un viaje alucinante de treinta segundos para recorrer cerca de 400 metros en el que lo primero que surge es un grito de satisfacción al lanzarte al vacío y coger altura y velocidad sobre una de las ciudades más espectaculares del mundo . La verdad, sobre todo al ser la primera vez, tampoco hay muchas oportunidad de contemplar con detenimiento el paisaje ante tal avalancha de estímulos.

La estación de llegada ubicada junto al Parador, desde arriba tan lejana, se va definiendo cada vez a mayor velocidad hasta que empiezas s distinguir los detalles. Un dispositivo ubicado en el cable se encarga de frenar al viajero y poner fin a la aventura que resulta espectacular. Lo primero que piensas tras culminar un experiencia tan gratificante es…»estoy deseando saltar otra vez».