Se ha hecho esperar, pero ya está aquí. Como cada otoño, tras las primeras lluvias de la estación comienza la temporada de mayor atractivo para los amantes de las setas. Los bosques y montes de Castilla-La Mancha ofrecen en estas fechas una variedad micológica de lo más sorprendente. Una oportunidad perfecta para disfrutar del otoño en la región y salir en busca de estos valiosos tesoros de la naturaleza.

Setas y hongos, ¿es lo mismo?

Desde los populares níscalos a las codiciadas amanitas de los césares, el listado de setas  que prosperan en la región resulta casi interminable, con muchas de las especies comestibles más conocidas: boletus de varias especies, setas de cardo, parasoles, champiñones, rebozuelos, senderuelas, colmenillas, perrechicos, matacandiles, setas de chopo, pies azules, capuchinas, negrillas y un largo etcétera.

Hongos y setas son términos que suelen utilizarse como sinónimos, erróneamente. Las setas son la parte visible de los hongos, un ser vivo mucho más grande. Pero no todos los hongos dan lugar a setas. Serían, por tanto, igual que los frutos de los árboles, como las bellotas de las encinas o las piñas de los pinos. 

En Castilla-La Mancha se han logrado identificar más de mil setas diferentes, una cifra abrumadora, que pone de relieve la importancia de la región. Y se estima que podría haber más de tres millares de especies de hongos en todo el territorio castellanomanchego. 

Al margen de su interés gastronómico y de su atractivo, estos seres vivos tienen gran importancia en los ecosistemas, debido fundamentalmente a las relaciones que establecen con numerosos organismos. De los hongos depende en gran medida el estado de salud de los bosques. 

Dónde y cuándo ir en su búsqueda

Si ha llovido lo suficiente al comienzo del otoño, en casi cualquier sitio aparecerán setas, pero hay desde luego ecosistemas y enclaves privilegiados. Cada especie, además, se desarrolla en determinados ambientes: los níscalos, por ejemplo, son fáciles de encontrar en pinares; los boletus aparecen en bosques maduros de montaña, bien conservados; mientras que las setas de cardo salen en parajes más llanos, apareciendo en muchas ocasiones al arrimo de las cañadas y vías pecuarias, en zonas no cultivadas.

A lo largo y ancho de la región se puede encontrar una amplia lista de lugares idóneos para disfrutar de las setas. Las provincias de Guadalajara y Cuenca son las que presentan una mayor variedad, dada la extensión de sus zonas montañosas y de sus terrenos forestales, pero el resto de provincias también albergan espacios naturales de merecida fama micológica. 

En Guadalajara, por ejemplo, es recomendable visitar los bosques del Alto Tajo, con sus imponentes roquedos, y la extensa Sierra Norte de Guadalajara, en donde se emplazan los fotogénicos pueblos de la Arquitectura Negra.

Hoz de Pelegrina. © Turismo de Castilla-La Mancha | David Blázquez

En el territorio conquense, los casi infinitos pinares de la Serranía de Cuenca y sus estribaciones constituyen un auténtico lugar de peregrinación en estas semanas para centenares de aficionados de todo el país; en concreto, la sierra de Valdemeca (en especial la ruta “Fuente de la Ardilla-Estepares”, con paneles interpretativos), los altos de Cabrejas o a los alrededores boscosos de diversas localidades de la comarca de la Serranía Media-Campichuelo.

En la provincia de Toledo destacan la Sierra de San Vicente y las laderas de los Montes de Toledo, cubiertas de densos bosques.

En Albacete, por su parte, tienen una mayor importancia micológica las sierras de Segura y de Alcaraz, verdaderos paraísos para los recolectores de setas.

Y en Ciudad Real, presentan un gran atractivo los ecosistemas forestales que se extienden por alomados relieves del sur y el oeste de la provincia, desde Sierra Morena hasta las puertas del Parque Nacional de Cabañeros. 

En general, la llegada del invierno y las primeras heladas suelen poner fin a la temporada de setas, por lo que conviene aprovechar al máximo las fechas óptimas si se quiere disfrutar de una mayor variedad micológica. 

Mejor en compañía de expertos

Si te planteas la recolección de especies comestibles, lo más recomendable es ir en compañía de expertos, sobre todo si se tiene poca experiencia en este campo. Al igual que sucede con la botánica, con la ornitología o con la observación de fauna, cualquier salida o excursión guiada por gente con una dilatada experiencia en la micología resultará mucho más enriquecedora y, en este caso, también más segura. Hay numerosas especies que se pueden confundir con otras que son tóxicas y peligrosas, por lo que hay que tener precaución y no consumir setas sobre las que no se tenga la certeza de que son especies comestibles.

Son varias las empresas de turismo activo y turismo de naturaleza de la región que cuentan con guías locales especializados en micología, con enormes conocimientos en la materia y de su territorio, lo que hará sin duda mucho más provechosa la jornada. 

Existen también diversas sociedades y asociaciones micológicas (hay provincias  castellanomanchegas, con una mayor tradición en la recogida de setas, que cuentan de hecho con varias sociedades). Para sumergirse de lleno en este apasionante mundo, hay disponible una gran oferta de actividades como salidas, charlas, conferencias, exposiciones o concursos de fotografía. 

Respeto al medio ambiente y a las limitaciones

A la hora de salir al campo, hay que tener presente el cuidado de la naturaleza. Se debe recolectar solamente aquellas especies comestibles que se vayan a consumir, evitando causar cualquier tipo de deterioro en el frágil medio en el que viven. 

En cualquier salida micológica es aconsejable llevar una cesta (preferiblemente de mimbre, ancha y poco profunda, evitando que las setas se aplasten y permitiendo que sigan soltando las esporas) y una navaja, para cortar limpiamente el pie de la seta sin causar daño al hongo que la ha generado. Será fundamental, además, llevar un buen calzado, que permita pasear cómodamente por terrenos húmedos y a menudo irregulares. 

Un buen momento, además, para llevar la cámara de fotos, ya que hay especies realmente vistosas y muy llamativas (además de altamente tóxicas, en algunos casos), como la matamoscas (Amanita muscaria), con su peculiar sombrero de inconfundible e intensa coloración roja con motas blancas. 

A la hora de realizar esta actividad, es indicado recordar que hay muchas zonas en las que se requiere haber obtenido previamente un permiso o una autorización para recolectar setas, sobre todo en los montes públicos comunales. Las limitaciones existentes se pueden consultar en las oficinas de turismo o en los centros de interpretación de los espacios protegidos. 

En el apogeo del otoño, una estación mágica en Castilla-La Mancha, además de disfrutar de una fascinante variedad de setas y recorrer paisajes de ensueño, se puede completar la visita con estos manjares de temporada, que tienen un especial protagonismo en muchos restaurantes y establecimientos de la región.