El ‘baby boom’ de Leganiel

Desde la pandemia muchas parejas jóvenes se han instalado en el pueblo y han tenido bebés, atraídas por su tranquilidad, libertad para sus hijos, una vida más barata y el 'paro cero'

Luis Cañete

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) tan sólo once pueblos de la provincia de Cuenca tuvieron crecimiento vegetativo positivo el año pasado, es decir, que registraron más nacimientos que muertes. Uno de ellos fue Leganiel, que tuvo cuatro nacimientos y tres fallecidos, dejando un saldo positivo por primera vez en la serie estadística.

El caso de este pueblo es peculiar. Según los datos recogidos por el INE, en el último cuarto de siglo han nacido allí un total de 17 personas, a razón de menos de uno al año. La mayor parte de ellos, doce, han llegado al mundo en los últimos cinco años, todo un ‘baby boom’ para un pueblo de 221 habitantes.

Y es que a tenor de los datos del padrón continuo, la tendencia hacia la despoblación ha cambiado por completo. Leganiel veía cómo año a año el número de habitantes iba descendiendo paulatinamente a la vez que la población iba envejeciendo. En 2006 había censadas en el municipio 255 habitantes, cifra que había caído hasta las 186 diez años después. En 2017 el pueblo marcó su mínimo poblacional con 182 vecinos y desde entonces no ha parado de subir hasta los 221, gracias a la llegada de parejas jóvenes que han repoblado las calles y ya han empezado a tener hijos.

Tranquilidad y libertad

Vanesa Alcolea y Ángel Campos tuvieron en julio de 2022 a Martina, su segunda hija, que se incorporó a la familia tras Daniela, de nueve años. En su caso Ángel trabaja en Incarlopsa y aunque Vanesa apostaba por mudarse a Tarancón, finalmente decidieron establecerse en Leganiel, el pueblo de ella de toda la vida.

Y es que aseguran que crear una familia en un pueblo pequeño está bien por la tranquilidad que aporta y porque da ventajas tanto para los padres como para los niños. “Los niños tienen más libertad a la hora de salir de casa y estar en el pueblo que la que tienen estando en un pueblo grande o una ciudad”, subraya. Además, las clases en el colegio son mucho más personalizadas, y es “como si fueran clases particulares. En la clase de Daniela por ejemplo hay cuatro de Primero, dos de Tercero, dos de Cuarto y otra niña haciendo Quinto. En los colegios grandes hay cursos con 25 niños por aula, y claro no es una educación tan individual como la que reciben en el pueblo”.

Entre las desventajas de vivir en Leganiel, Alcolea indica a tener que habituarse a coger el coche para muchas cosas. “Por ejemplo, para llevar a la niña a clases de refuerzo hay que desplazarse a Tarancón. No está lejos, pero todos los días se hace pesado”, lamenta.

Volver de Madrid a Leganiel

María Calvo y Raúl Toribio tuvieron a Noa, su primera hija, en diciembre del año pasado. Ambos son del pueblo y a raíz de la pandemia decidideron dejar atrás su vida en Madrid para volver a su tierra natal «nos dimos cuenta de que la ciudad no era lo nuestro porque genera mucho estrés», explica María. 

No son los únicos jóvenes que han optado por el regreso, tal y como señala en declaraciones a Voces de Cuenca. «Por degracia hace unos años se tuvo que ir mucha gente joven de aquí pero poco a poco estamos volviendo. La calidad de vida y las condiciones que hay no tienen nada que ver con las de una ciudad», subraya. 

Si bien reconoce que a la hora de encontrar trabajo las ciudades tienen un punto a su favor, señala que «aquí en esta zona también hay muchas oportunidades laborales». Otra de las características que diferencian la urbe de las zonas rurales es «que allí te acostumbras a tenerlo todo a mano, pero son necesidades que nos creamos nosotros, no porque realmente hagan falta».

Entre los inconvenientes de vivir en el pueblo, Calvo apunta a «tener que coger el coche para todo, que sólo hay médico tres días a la semana y para ir al especialista nos tenemos que mover y en un futuro si Noa quiere estudiar tiene menos opciones en la zona y probablemente se tendría que ir fuera». 

Sin embargo, en Leganiel «hay naturaleza y tranquilidad. No están las molestias de tener problemas con los vecinos. Es una ventaja el conocer a todos los padres de los niños del colegio, con cualquier problema sabes que va a estar ahí todo el mundo», asegura. Además, Noa «no tendrá problema cuando entre al colegio porque todos los niños viven a pie de calle, van juntos al parque y todos los padres cuidamos de todos».

Una vida más barata

Eduardo Recio, alcalde del pueblo, celebra que desde 2018 han sido ocho los nacimientos que ha habido en el pueblo, pasando de 21 menores hasta los 29 actuales, un número significativo en un pueblo de 221 habitantes. El primer edil asevera que tras la pandemia han sido muchas las parejas jóvenes que se han trasladado al pueblo a vivir buscando aislamiento y tranquilidad, por lo que están “muy contentos”.

Laboralmente Leganiel está en el área de influencia de la taranconera Incarlopsa, una de las compañías más grandes que hay en toda la provincia. De hecho, el propio alcalde es trabajador de la empresa, y es el crecimiento de esta compañía lo que sirve para explicar parte del aumento de parejas que se han venido a vivir aquí. Destaca Recio que “en Leganiel hay paro cero, todo el que viene a vivir aquí tiene trabajo por la zona”.

Otras de las ventajas que señala el alcalde son que “en el pueblo hay mucha tranquilidad y la vida es más barata. No hay grandes centros comerciales y eso hace que se gaste menos en el día a día. Y en caso de necesitarlos, Leganiel está muy bien situado y se puede llegar en poco tiempo”.

Entre los inconvenientes, el alcalde cita el transporte público, que hace que los vecinos necesiten coger el coche para hacer los recados. “Y hasta hace poco no había fibra óptica pero ahora ya sí que la hay”, celebra.

El colegio, indica el primer edil, cuenta con un buen estado de salud, pues a sus clases van 16 niños y está previsto que el curso que viene entren otros tres más. “Hacía falta que viniese gente joven porque tenemos una población muy envejecida”, celebra.