Macrogranjas: Ir a por lana y salir trasquilados

Mª Ángeles García Jiménez

Concejala y portavoz de ‘Cuenca, En Marcha!’ (Podemos-Equo) en el Ayuntamiento de Cuenca.

En los últimos días estamos asistiendo a un debate sobre el modelo de ganadería en nuestro país. El origen de este debate es la entrevista que dio el ministro de Consumo Alberto Garzón al diario británico The Guardian que fue publicada el pasado 26 de diciembre. La entrevista había pasado totalmente desapercibida para el gran público en España hasta que prácticamente una semana después de haber sido publicada, el lobby de las grandes empresas cárnicas decidió manipular sus palabras en dicha entrevista e iniciar una campaña contra el ministro dando a entender que poco menos había dicho que España exporta “carne de mala calidad”, así sin más. Acto seguido, los principales partidos de la derecha y algunos presidentes autonómicos como Lambán o Page daban por bueno este bulo y rápidamente se sumaron a pedir la dimisión o el cese de Garzón.

Sin embargo, si atendemos a la realidad de lo que dijo el titular de Consumo, ésta dista mucho de esa simplificación. Alberto Garzón en aquella entrevista hizo una clara defensa de la ganadería extensiva frente al modelo de macrogranjas. Y lo que dijo no solamente es científicamente demostrable, sino que es incontestable: El modelo de ganadería intensiva o macrogranjas es altamente perjudicial para el medio ambiente y nuestra salud; numerosos estudios confirman que los nitratos, purines y demás deshechos de estas explotaciones contaminan gravemente los acuíferos y las aguas colindantes. Por ello, en diciembre de 2021, Bruselas decidió llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la deficiente aplicación de la Directiva sobre nitratos por las malas prácticas agropecuarias. Además, las macrogranjas favorecen un alto e irregular consumo de antibióticos que son la causa de numerosas resistencias microbianas a estos antibióticos y que pone en peligro la lucha contra las infecciones y nuestra salud.

Si aterrizamos en nuestra tierra, Cuenca, el debate de las macrogranjas no es nada nuevo y sabemos bien cómo vecinos de decenas de pueblos de nuestra provincia como Quintanar del Rey, Priego, Cardenete, Villalba de la Sierra y muchos más, se han organizado para protestar contra la instalación de macrogranjas en sus municipios. Paradójicamente, los alcaldes de PP y PSOE que gobiernan estos pueblos se han opuesto también rotundamente coincidiendo ni más ni menos que con el ministro Garzón en sus planteamientos. Y hasta el Gobierno de Page, que rápidamente se apresuró a criticar a Garzón, cedió a la movilización ciudadana, estableciendo una moratoria, con más sombras que luces, a la instalación de macrogranjas en nuestra región.

La realidad de todo esto, y terminando por donde empecé, es que la torpeza de grandes empresas y determinados políticos, ha provocado que el debate sobre las macrogranjas, que solo estaba instalado en provincias maltratadas como la nuestra, haya escalado a nivel nacional y hayamos visto cómo pequeños ganaderos y plataformas en contra de la ganadería intensiva se hayan posicionado claramente del lado de Garzón. El PP ha anunciado que presentará mociones en ayuntamientos e instituciones de toda España exigiendo el cese del ministro. Me pregunto si se atreverán a hacerlo en los municipios repletos de carteles contra las macrogranjas como los que he mencionado anteriormente. Ya que, de hacerlo, igual van a por lana y salen trasquilados.