Vivir en Cuenca; teletrabajar para el mundo

Javier García Nieva y Eduardo Díaz Sanabria, dos ingenieros informáticos que desarrollan su profesión desde la capital conquense para compañías y clientes de varios países, analizan las oportunidades, ventajas y obstáculos de un trabajo en remoto que el confinamiento ha extendido por el mercado laboral

Una de las múltiples consecuencias económicas y sociológicas que trajo el confinamiento fue la expansión forzada, repentina y masiva del teletrabajo, hasta entonces minoritario. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes a 2009, el sólo el 4,8% de los ocupados españoles trabajaba desde casa habitualmente (más de la mitad de los días de su jornada laboral) y otro 4,3% lo hacía ocasionalmente. Unas de las tasas más bajas de la Unión Europea que en Castilla-La Mancha eran incluso levemente más bajas. A finales de marzo de este año esas cifras se habían disparado por encima al 35% de acuerdo a las encuestas de Fundación de Cajas (Funcas). 

Aunque la desescalada está suponiendo una vuelta a la presencialidad de muchos de esos empleados, tanto en empresas como en empresas públicas, hay consenso en los expertos en que esta experiencia excepcional y el temor a nuevos contagios y rebrotes servirá como catalizador de esta modalidad laboral a distancia. Gigantes tecnológicos como Twitter y  Facebook, por ejemplo, la han escogido como opción preferente para su plantilla.

Un cambio de paradigma que se ha identificado como una oportunidad para atraer población y talento a la España Vaciada, para propiciar que  profesionales que han tenido que buscar sus oportunidades laborales en otros territorios puedan regresar o establecerse librándose así de algunos de los peajes de las grandes urbes. Verbigracia, el Ayuntamiento de Arcas ha creado una oficina para ayudar a la compra o alquiler de terrenos y casas en su municipio a aquellos interesados en aprovechar el teletrabajo para instalarse. 

Un planteamiento, la capacidad del empleo en remoto para revertir la sangría demográfica, que tiene que superar obstáculos como las deficiencias en telecomunicaciones en algunas áreas rurales y urbanas. UGT Castilla-La Mancha alertaba recientemente de que un 83,19% de los municipios de comunidad no tenían acceso a conexiones fijas de al menos 100 Mbps y la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Cuenca incidía en la ausencia de fibra óptica en amplias zonas del distrito, una situación que el Ayuntamiento espera revertir tras la declaración del área como zona blanca, lo que permitirá acceder a ayudas especiales para curar esa brecha digital.

Sin embargo, al margen de incertidumbres y las dificultades -y de que la despoblación es un problema multicausal para el que el teletrabajo no es la panacea- hay experiencias que demuestran que su potencial para fijar habitantes. Como las de Javier García Nieva y Eduardo Díaz Sanabria, dos ingenieros informáticos conquenses treintañeros que gracias a la tecnología y al teletrabajo han podido establecer su domicilio en su tierra tras años residencia fuera y que, desde aquí, trabajan para compañías y clientes situadas no ya fuera de las fronteras provinciales, sino en otros países. Con sendas entrevistas gemelas (procedentes del mismo ‘óvulo’ de un idéntico cuestionario contestado vía e-mail) Voces de Cuenca inicia una serie de contenidos en profundidad sobre las nuevas realidades que se abrirán, o consolidarán,  a partir del inminente desconfinamiento, de la sociedad que dibuje la «nueva normalidad».

JAVIER GARCÍA NIEVA

Javier García.

Ingeniero Superior en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid y graduado en Administración y Dirección de Empresas por la UNED. Está dedicado al campo de la ciencia de datos en entornos de seguridad y a la formación. Creó su empresa en 2015 en el Reino Unido y la trasladó a Cuenca a finales de 2017. Aunque los cláusulas de confidencialidad de los contratos le impiden contar detalles exactos, revela que entre sus clientes hay multinacionales suecas y británicas que tienen presencia en España.

Eduardo Díaz.

EDUARDO DÍAZ SANABRIA

También Ingeniero Informático, se dedica al desarrollo de sistemas software. «Particularmente la empresa para la que trabajo proporciona un servicio de autenticación que webs o aplicaciones móviles pueden usar», concreta. La compañía, que tiene varias oficinas en el mundo, cuenta con sedas sedes principales en Estados Unidos (Seattle) y Argentina (Buenos Aires). Sus clientes están repartidos por todo el planeta, pero especialmente en América, Europa y Oceanía.

«El ahorro de costes para grandes empresas, cuando combinas días de teletrabajo con presencial es enorme»

¿Su puesto es 100% online o un modelo mixto con algunos días de trabajo en oficina?

JAVIER GARCIA (JG): Más del 90% de tiempo es remoto, pero ocasionalmente tengo que viajar para asistir a reuniones o hacer presentaciones, tanto en oficinas de clientes, como en eventos. Me muevo fundamentalmente a Madrid, y a diferentes partes de Reino Unido, Suecia o Suiza, pero por suerte no he tenido que viajar mucho en el último año.

EDUARDO DÍAZ (ED): Es 100% trabajo en remoto.

¿Desde cuándo lleva teletrabajando? ¿Fue una decisión personal y buscada o, por el contrario, lo establecieron la empresa o las circunstancias?

JG: Desde finales de 2015. Fue una decisión promovida por la empresa, aunque sugerida por los empleados, para ahorrar costes cuando aún me encontraba trabajando en Londres. Allí cada equipo se coordinaba para poder asistir a la oficina entre 2 y 3 días a la semana y juntar las reuniones importantes en esos días. La empresa buscaba dos cosas: ahorrar costes y mejorar la calidad de vida y felicidad de los empleados. El ahorro de costes para grandes empresas, cuando combinas días de teletrabajo con presencial es enorme. Pensemos que si una empresa paga en una gran ciudad varios cientos de miles de euros por el alquiler de instalaciones, se puede plantear la opción de alquilar espacios más pequeños coordinando bien el teletrabajo de sus empleados para que no coincidan todos a la vez en un día cualquiera.

Una de las multinacionales para las que trabajé en Londres estimó el coste de un escritorio para un empleado medio, en su oficina central, en 40.000 euros al año. Esto incluía el alquiler del espacio, electricidad consumida, personal de soporte, limpieza y seguridad necesario para que esta persona estuviese allí, etc. Evidentemente la mayor parte de esa cantidad era alquiler de instalaciones, pero para una ciudad como Madrid no debería de ser mucho menos de 10.000 euros al año.  

ED: Desde 2015, la forcé inicialmente en mi anterior empresa cuando estaba en Dublín para poder volver a mi país. Al terminar el año me comunicaron que no podía seguir trabajando desde España y fue entonces cuando dejé esa empresa y empecé en mi actual, donde el trabajo 100% remoto es natural en ella.

«Puse el plan en marcha para poder establecer mi familia en Cuenca»

En caso de ser una decisión personal, ¿cuál fue la razón principal de optar por el teletrabajo? ¿Conciliación familiar, ahorro en vivienda, etc…?

JG: Fue establecida por la empresa.

ED: Hace años que vi que trabajar en proyectos software y estar en Cuenca podría ser un problema por la limitada oferta de empresas de la ciudad. También observé que había compañeros del sector trabajando en remoto para otros países. Puse el plan en marcha para poder vivir, trabajar y establecer mi familia en Cuenca.

De no estar trabajando en remoto, ¿podría estar en un puesto similar en Cuenca? ¿Y en España?

JG: En Cuenca no. Ojalá. De hecho en España podría, pero tampoco sería fácil mantener las condiciones de flexibilidad o salario de los que disfruto por tener clientes extranjeros, que valoran la informática como una inversión en lugar de un gasto. Como casi siempre en el mercado de la informática español, me tocaría trabajar en Madrid y alrededores casi con toda seguridad.

ED: Posiblemente sí, hay empresas que hacen software en Cuenca, aunque no puedes comparar con la cantidad que existe, por ejemplo, en Madrid, donde viví y trabajé muchos años.

¿Cuál es la principal ventaja de teletrabajar?

JG: Podría enumerar unas cuantas, pero quizás me quedaría con dos: familia y amigos. Normalmente teletrabajar implica también determinadas flexibilidades en cuanto a tus horarios. No es razonable que se te exija empezar y terminar a una hora determinada, porque de esta manera eliminas parte del aliciente que tiene el teletrabajo. Si te mueves por objetivos y organizas con tiempo tu día a día, puedes sacarle el máximo partido. No tienes porqué perderte un evento de tus hijos, pasar un rato con tus amigos o irte un viernes temprano por la tarde de fin de semana, si luego compensas esos momentos con un mayor esfuerzo en otros. La clave está en la organización y en tener unos objetivos claros y bien definidos a corto, medio y largo plazo.

ED: En general, poder trabajar en proyectos que me gusten en cualquier parte del mundo y a la vez vivir en Cuenca sin necesidad de viajar, por ejemplo para ir a Madrid.

¿Y los principales inconvenientes? ¿Qué es lo que más echa en falta y lo que más cuesta?

JG: Es verdad que no es apto para todos los perfiles. Generalmente en el mundo de la informática es posible para un porcentaje muy alto de los trabajadores, aunque en mi opinión, para aquellos perfiles con menos experiencia (5 años o menos), la opción de teletrabajar 100% no es buena porque el contacto diario, las charlas o los debates, enriquecen enormemente y te hacen crecer como profesional, además de como persona. Un modelo mixto en esos casos puede funcionar bien.

Las relaciones sociales se echan en falta. En una oficina siempre encuentras un momento para charlar con los compañeros o salir a comer con alguien y ello hace que luego las interacciones a nivel profesional sean más fáciles. No es lo mismo estar en una reunión técnica con diez personas que no has conocido nunca en persona, que al revés.

Otro inconveniente es la falta de desconexión. Si tu oficina es tu casa, es muy probable que te cueste desconectar y que, si alguien te escribe un correo pidiendo algo por la noche, lo leas, y lo que es peor, te vayas al ordenador y te pongas a hacerlo. Porque total, ¿estás en casa y van a ser diez minutos no?

ED: Poder compartir momentos fuera del trabajo con los compañeros, la relación es ahora más profesional, ya que, por ejemplo, las cervecitas los viernes después de comer no existen.

«Teletrabajo no es estar disponible 24×7»

¿Cuesta mucho cambiar el ‘chip’ del trabajo presencial al telemático? Desde su experiencia, ¿qué consejos o pautas daría para mejorar la experiencia?

JG: De nuevo depende mucho de tu perfil. En el sector de la informática o para la gente que su trabajo se basa en estar frente a un ordenador la mayor parte del día, es relativamente fácil cambiar el ‘chip’. En cualquier caso, recomendaría, siempre que sea posible, no pasar de 0 a 100% teletrabajo, sino poco a poco. Empezando por uno o dos días a la semana. De hecho, puede que encuentres el balance ideal en ese modelo mixto. Depende un poco de cada persona.

También recomendaría tener una habitación dedicada a tu oficina en casa, siempre que se pueda claro. No solo por el ruido que pueda haber en la casa o las molestias, sino para echarle la llave cuando termine tu jornada y no entrar hasta el día siguiente. Es decir, te ayudará a desconectar. Y se lo dice alguien que está contestando a esta entrevista a las 2 de la mañana.

ED: En mi caso, tengo suerte, tengo una habitación está dedicada solo a mi trabajo, cuando termino de trabajar cierro el portátil y no se abre hasta el siguiente día. Aunque tengo que decir que a veces rompo esta regla. Creo que hay empresas y empleados que confunden teletrabajo con estar disponible 24×7, lo que me lleva al primer consejo, el horario de cada uno tiene que estar claro y los compañeros tienen que saberlo. En mi caso tengo horario flexible, con lo cual tengo que sobre comunicar cuándo estoy disponible y cuando no.

Comunícate con los compañeros más que antes, es contra intuitivo, pero, nadie te ve, nadie sabe que estás haciendo la tarea que estás haciendo o si tienes problemas o si tu niño está malo en casa y no puedes dedicar tanto tiempo como quisieras. La confianza tiene que ser la base. De nuevo, nadie te ve, tu jefe no te ve, si tú eres jefe no ves a los empleados. Todos tienen que confiar entre sí, quizás si eres jefe debes comunicar bien tus expectativas.

Ergonomía. Vamos a estar 8 horas trabajando en casa, tenemos que tener una buena silla, escritorio adecuado en altura, reposa pies, un monitor a la altura adecuada de los ojos, etc. Si no se invierte en ello, habrá que invertir en fisioterapia más tarde.

¿Es complicado organizarse los horarios? ¿Cómo se coordina con equipos de otros husos horarios? ¿Al final se trabajan más o menos horas que en una oficina convencional?

JG: Organizarse los horarios no es complicado, pero requiere de un poco de esfuerzo para cumplirlos. Hay que intentar agrupar reuniones y conferencias en determinados horas o incluso días de la semana, para que la productividad no se vea tan interrumpida (esto vale para trabajo en oficina también). Y acostumbrar a colegas, clientes y contactos a que no pongan conferencias a determinadas horas del día. Trabajar en remoto no quiere decir que estés disponible las 24 horas.

Coordinarse con otros husos horarios mediante teletrabajo es, en general, más sencillo que hacerlo en una oficina. Pensemos en una videoconferencia con China o India que empieza a las 6 de la mañana hora española. Si estás en casa es factible y además puedes buscar un momento del día que no sea muy malo para ninguna de las dos partes, lo que mejora las interacciones con zonas horarias más alejadas de la tuya.

Cuando empiezas con el teletrabajo, y como creo que le ha pasado a mucha gente durante los momentos más duros de la pandemia, acabas trabajando más horas de las que harías en una oficina, aunque a ello le tienes que restar el tiempo que tardes en llegar, evidentemente. Pero conforme te vayas acostumbrando verás que al final sacas más trabajo en menos tiempo, pues no tienes tantas distracciones y trabajas, por lo general, más contento y motivado. Evidentemente si tienes hijos pequeños, y no están en el colegio, como ha sido el caso estos meses, las afirmaciones de echar menos horas o no tener tantas distracciones que mencionaba antes, se caen por su propio peso.

ED: En mi caso he pasado por muchas etapas, ahora mi horario aproximado es de 11 de la mañana a 8 de la tarde, ya que intento coincidir más horas con Estados Unidos (cuyo huso horario va desde 6 hasta 9 horas más retrasado al nuestro). Ellos intentan madrugar más, algunos incluso desde las seis de la mañana, para coincidir más con Europa. Es un punto crítico, ahora intentamos que los equipos de Europa sean autónomos entre ellos o trabajen con la zona este de EE.UU, (“solo” 6 horas de diferencia).

«El teletrabajo ha venido para quedarse y la experiencia de la pandemia ha acelerado la adopción»

¿Volvería a un trabajo presencial?

JG: Depende. No creo que volviese a un trabajo 100% presencial hoy o por hoy, puesto que tengo dos niños pequeños y me gustaría pasar con ellos el mayor tiempo posible. No lo descarto en 5 o 10 años. Un trabajo semipresencial, con dos o tres días en Cuenca y el resto en una oficina lo podría considerar, si el puesto fuese suficientemente atractivo, pero hoy por hoy no me cambio.

ED: Si me viera forzado sí, pero, si puedo evitarlo, lo evitaré.

¿Cree que tras la experiencia de la pandemia, donde muchos empleados han tenido que teletrabajar forzosamente, se acabará imponiendo esta modalidad o en España todavía pesa demasiado el presentismo? 

JG: Si no es por la reducción de costes, será porque la sociedad lo acabe demandando, pero yo creo que sí. El teletrabajo ha venido para quedarse y la experiencia de la pandemia lo que ha hecho ha sido acelerar esa adopción. En España cuesta todavía cambiar esa mentalidad. Pensamos que el empleado que está en casa no va a estar trabajando, en lugar de tratarlo como a un adulto. Quizás el problema viene por todos esos jefes intermedios, cuyo puesto solo es justificable por la propia existencia de subordinados a los que tienen que vigilar, y que productivamente hablando no aportan casi nada al negocio. Seguimos siendo un país de “calienta sillas” en muchos aspectos.

ED: Creo que pesa el presentismo aún, pero, muchas empresas ya habían empezado a tener trabajadores teletrabajando un par de días por semana, quizás ahora se puede acelerar. Pero como he dicho, la confianza es clave, y en España, probablemente “el jefe” no confía en que el trabajador hace su trabajo si no lo ve sentado, lo cual, en algunos casos será verdad.

Se ha abierto el debate sobre si las empresas deberían recompensar a los trabajadores por los costes que se ahorran con este modelo (oficinas, energía, limpieza, etc…) o si por el contrario es legítimo que ofrezcan sueldos menores por el ahorro en el transporte o vivienda. ¿Cuál es su opinión al respecto?

JG: Pienso que el ahorro de costes en este modelo viene por ambas partes. Si a un trabajador que tiene que coger el coche o transporte público todos los días, le das la opción de trabajar desde casa, es evidente que se está ahorrando dinero. Pero, es lo que es aún mejor, se está ahorrando tiempo en su día a día. Y el tiempo no se puede comprar.

Al final no creo que sea necesario pagar más a un empleado por trabajar en remoto, pero sí proporcionarle los mecanismos y materiales que necesita para ello.

Tampoco veo legítimo que te paguen menos porque trabajes desde casa, puesto que a tu empleador le tiene que dar igual si trabajas desde Cuenca, Madrid o un pueblo en medio de la nada en nuestra preciosa Serranía, donde el coste de vida es relativamente bajo. Ambas partes ganan en este modelo.

ED: No creo que “recompensar” sea la palabra, el trabajador pasará a sostener otros costes como el de luz, pago de internet, mobiliario dedicado, etc. En mi caso cuando alguien empieza nuevo en la empresa tiene ciertas ayudas para compra de monitor, escritorio, silla, etc… Esa es la realidad, cualquier otro argumento como bajar los sueldos por ahorro de transporte serán simplemente excusas por querer pagar menos por tu trabajo.

Y algo sobre lo que no tengo una opinión formada es: «¿Cuánto vale tu trabajo cuando trabajas desde otra ciudad o país con diferente coste de vida?

«La fibra en las zonas rurales es un gran paso necesario»

¿Cree que Cuenca y su provincia reúnen las condiciones adecuadas para desempeñar el teletrabajo? ¿Qué habría que mejorar? 

JG: Cuenca tiene que aprovechar esta oportunidad para traer a parte de esos más de 50% de los conquenses que, habiendo nacido en esta provincia, residen fuera. Y no solo a ellos, sino a cualquiera que busque un lugar más económico, tranquilo y familiar para vivir. La capital está a mitad de camino entre la primera y la tercera ciudad en población del país, y a menos de una hora en tren de alta velocidad. La zona sur y suroeste de la provincia tienen infraestructuras relativamente buenas, para moverse por zonas cercanas, que también se pueden aprovechar. La Serranía sería un capítulo a parte, que daría para varios libros, pero está claro que también se podría beneficiar de profesionales que buscan otro tipo de vida, sin renunciar por ello del todo a su trabajo.

Eso sí, hace falta más Internet y de mejor calidad. Fibra óptica accesible, barata y que llegue a la mayor parte del territorio. Combinado con 5G o 4G+ para aquellas zonas de más difícil implantación, bien por costes, bien por impacto ecológico o sobre el patrimonio.

También habría que mejorar el mercado de la vivienda en Cuenca y provincia. Especialmente el del alquiler, principalmente orientado a estudiantes o turistas. Hay poca vivienda nueva o reformada y la calidad es baja.

En tercer lugar, una mejora de las infraestructuras. Fundamentalmente de carreteras y tren convencional, ya que no todo el mundo puede utilizar el AVE, bien sea por motivos económicos, de horarios o por la cobertura que tiene y que no llega a muchas zonas. Las comunicaciones por carretera entre las propias provincias castellano-manchegas todavía siguen dejando mucho que desear.

ED: Al final el teletrabajo solo necesita electricidad e internet. Mientras esos dos servicios mantengan buena calidad es suficiente. En la capital yo creo que hay ya fibra en todos o casi todos los sitios. En los pueblos, si llega la fibra sería un gran paso, habría familias a la que les gusta la naturaleza y que teletrabajan que se irían a vivir a esas localidades.