¡Salvado! El Rebi Cuenca gana al Bidasoa y certifica su permanencia en la Liga Asobal (29-26)

Tarde para la épica en El Sargal con Sergio López marcando el gol decisivo para esquivar el playout, que jugará el Cangas

El Rebi Cuenca seguirá jugando en la Liga Asobal, en la máxima categoría del balonmano. español. El equipo conquense evita la promoción de descenso por sí mismo, tras imponerse este sábado en El Sargal por 29-26 nada más y nada menos que al Bidasoa, el segundo clasificado de la temporada.

No fue fácil ni reposado, pero se hizo de la necesidad virtud y se regaló otra tarde de emociones extremas, de épica, de comunión entre plantilla y seguidores.  Qué respiro y qué alegría. 

La primera mitad estuvo tremendamente igualada desde los primeros compases. El Rebi Cuenca, que traía de vuelta a un Neves más voluntarioso que acertado, fue poco a poco afinando el ataque gracias a un Tchitombi especialmente inspirado para templar los nervios -fundamental en un día como hoy- y para distribuir el juego y ver espacios en el pivote y los extremos. Funcionó también la conexión con Pozzer y Hackbarth y, donde no llegaba esa estrategia, solía llegar la de un Fede Pizarro siempre valiente, muchas veces, aunque no siempre, acertado.

En defensa y portería el rendimiento no era parejo -es más, parecían funcionar como vasos comunicantes- a pesar de la presión continua de un Sargal que respondió a la trascendencia de la cita y a la oferta de localidades baratas y presentó una de las mejores entradas que se recuerdan.

Así, en el minuto 6:30 el equipo local mandaba 4-3 en el marcador y tuvo incluso oportunidad de irse de dos, pero tras varios fallos de esos no forzados arriba y abajo el Bidasoa consiguió en un par de minutos ponerse otra vez arriba, al 4-5.

Ni uno ni otro conjunto conseguía despegar y los hitos cronológicos (minuto 10, 15) se iban coronando con diferentes empates a 6 u a 8, mientras que el ritmo goleador se iba desacelerando. El Cuenca estaba cumpliendo, con intensidad desigual pero mayoritaria en la plantilla, pero le faltaba ese plus para no desaprovechar por sistema todas las ocasiones de ponerse arriba. 

El ejemplo más claro llegó con la exclusión del visitante Jevtic, que llegó además con unos 7 metros. Texeira los erró y la superioridad no se desaprovechó en absoluto. El equipo vasco, más sólido y sosegado, supo aprovechar el contexto para ponerse dos arriba a falta de nueve minutos para el descanso. Las ideas en ataque se iban agotando.

Lidio Jiménez trató de corregir la trayectoria con un tiempo muerto que, sin ser un revulsivo, sí sirvió para no desengancharse del partido. Alguna parada suelta de Espinha y destellos de absoluta calidad de un Sergi Mach que tomó protagonismo en la organización contribuyeron a ese fin. 

Rudolph Hackbarth  consiguió acortar distancias y, tras un final de mitad, algo caótico se llegó al descanso con un 14-15. De reojo se miraba el Cangas-Valladolid, que llegaba con empate al descanso.

La segunda mitad empezó más chafarota en ambos equipos. Un ritmo más alocado que nutrió el marcador. Tras un rápido empate del Cuenca, el Bidasoa supo aprovechar varias pérdidas para ponerse tres arriba (15-18) pero los de Lidio Jiménez fueron capaces de cauterizar la herida rápido para igualar otra vez en apenas un minuto.

Tiempo muerto de los irrundaras para tratar de domesticar otra vez un partido que ya era puro pundonor, más entraña que cabeza, más rugido de la grada, que pizarra reposada. Y un Pizarro, con o, Fede, echándose una vez más el equipo a su espalda.

El Cuenca y su afición, valga la redundancia, exorcizaron los demonios de esta errática temporada y fueron sumando paradas, recuperaciones, goles imposibles. Ventajas de uno y dos goles permitían soñar con la clara. También hubo, claro, posiciones más defendidos, contras despilfarradas o fallos desde el extremo. Gloria e infierno.

En el minuto 15 el luminoso (en singular, porque uno de los dos del polideportivo tampoco funcionó correctamente hoy) mostraba el empate a 24 que dejaba la puerta abierta a todo. Era un punto de inflexión y Lidio supo leerlo, paró el tiempo y definió la estrategia para quince minutos que valían casi por una liga.

Reaccionó bien el Cuenca con Espinha aportando, la defensa más concentrada -a veces intensísima- y, pero eso sí, con un ataque que a pesar de dos goles de Pizarro no estaba exprimiendo del todo los kilos de oportunidades. Pérdidas y errores que podían ser cruciales.

Con 26-24 en el minuto 22 llegó la exclusión de Tchitombi, los de Irún acortaron distancias y los gestos preocupados inundaron pistas y gradas.

Rubén Río y el guardameta portugués inocularon unas dosis de esperanza y de rabia. A poco menos de tres minutos para el final y con la grada cantando el «¡Ahora, Cuenca, ahora!» , Lidio volvió a detener el reloj. 27-25.

No acertó Simonet en su apuesta del primer ataque y un rápido García acortó distancia. Tocaba sufrir pero fue uno de casa, un canterano, uno de Cuenca, el extremo regresado a su tierra prometida, Sergio López, el que marcó el gol que iba a valer una permanencia. Valiente y templado, héroe recurrente. Hacía falta su temple, como hacía falta puntuar, porque el Cangas también cumplió y ganó por 30-29 al Atlético Valladolid. Insuficientes dos puntos porque serán los gallegos los que jueguen el playout para no bajar.

El Bidasoa se atascó en el siguiente ataque y Pablo Simonet, ahora sí, pudo despedirse de esta ciudad con el 29-26. Catarsis y alivio generalizado para celebrar lo que no se esperaba celebrar unos meses atrás. Cuenca sigue siendo de Asobal. Ahora, a por la Copa del Rey.

ESTADÍSTICAS DEL PARTIDO