«Tú puedes ser muy inteligente y no tener la mínima capacidad de generar dinero»

Entrevista con Javier González Recuenco, presidente de Mensa, la asociación de personas de alto cociente intelectual

Javier González es presidente en España de Mensa, la asociación de superdotados a nivel internacional. Junto a su trabajo en la empresa privada, saca tiempo para divulgar sobre altas capacidades con el objetivo de “sacar del armario” a otros superdotados. En el camino hasta aquí ha estudiado, entre otras muchas cosas, Ingeniería Informática y Administración de Empresas, ha sido padre de tres niñas y ha hecho el viaje, como tantos otros, desde su pueblo de Cuenca, Valera de Abajo, hasta Madrid. Nos atiende enfrascado en sus labores “padre taxista”, tarea que no se detiene ni en verano.

Háblanos de tus raíces conquenses.

Toda mi familia es de Cuenca. Mi madre es de Valera de Abajo, mi padre es de Valeria. Yo soy el primer madrileño desnaturalizado (con sorna) y traidor a la tierra. Los que tenemos pueblo, nuestro verano entero era el pueblo. Y yo además estuve tres cursos enteros, tercero, cuarto y quinto de EGB en el colegio público de Valera de Abajo.

Cuando hablamos de personas con altas capacidades, solemos pensar en una infancia diferente a la resto, ¿es tu caso? ¿Qué tuvo de particular la experiencia en Valera?

En Cuenca no. Posiblemente porque éramos más jóvenes, había más respeto. Me llamaban «El Sabio», porque entonces había un señor con barba que sabía mucho que aparecía en una serie de dibujos animados, «Érase una vez el hombre». Pero mi vida se empezó a complicar cuando volví a Madrid. En Cuenca era relativamente más ingenuo a este respecto. Fui con doce años, para hacer sexto de EGB.

¿Cómo evolucionó tu situación en Madrid?

Fue terrible, porque el pueblo era como la fiesta, no era pernicioso, no era complicado. Cuando llegué a Madrid, fui a un colegio muy basado en la educación física, donde había una jerarquía interna muy basada en la educación física, y nosotros veníamos del pueblo de salir al patio, no es que estuvieran especialmente preocupados por ello. El principal problema fue ese, que aparte de mis propias diferencias, hubo un cambio brutal en cuanto a la jerarquía interna del colegio. Yo venía de fuera sin ninguna presencia física a un colegio donde eso era muy importante.

Esto le romperá a algunos ciertos tópicos sobre el mundo rural.

Sí, sí, yo no tuve el más mínimo problema. También quiero decir, alguna tontería arriba y abajo, pero absolutamente normal. No fue el cataclismo que era Madrid. La mayor parte de las ideas preconcebidas sobre el mundo rural, son de gente que no ha visto el mundo rural en su vida.

¿Hay un ambiente mejor que otro para un chico o una chica con altas capacidades?

El problema fundamental es que hace cuarenta años en un entorno rural, además, donde había bastante trabajo como era el caso de Valera de Abajo, yo tenía un montón de compañeros que abandonaron los estudios pronto. El problema fundamental del pueblo es si tu vía de evolución tiene que ver con un tipo de estímulo intelectual lo tienes más complicado. Es más complicado el acceso a determinadas cosas.

Y el problema es que yo tengo la sensación de que en los entornos rurales la gente también se hacía adulta demasiado pronto. Empezaban a beber pronto, empezaban a salir pronto, empezaban a trabajar pronto. Igual que ahora estamos sumidos en todo lo contrario, que parece que está una especie de infancia perpetua. En los entornos rurales, de alguna manera ingresabas, posiblemente antes de tiempo, en el mundo adulto.

“La mayor parte de las ideas preconcebidas sobre el mundo rural, son de gente que no ha visto el mundo rural en su vida”

Se suman complicaciones al venir del mundo rural.

Sí, de hecho una de las cosas sobre las que quiero trabajar, que me tiene completamente obsesionado, y estuve dando una charla al respecto en Cañizares hace unos cuantos años, es todo lo que tiene que ver con la España Vacía. Cuando estuve estudiando recuerdo que la densidad de población de Cuenca no sé si la densidad de habitantes era de cincuenta por kilómetro cuadrado, ahora debemos estar en ocho. En la charla hablaba de que era absolutamente imprescindible traer trabajo y que evidentemente nosotros estábamos en un sitio geoestratégicamente perfectamente colocado, donde lo que ocurre es que no hay oportunidades para la población joven de quedarse, porque no había empresarios, no había grandes compañías que fijaran población. Lo trágico es que estuve exponiendo mis tesis y allí todo el mundo que estaba tenía sesenta años.

¿Crees que la despoblación es una tendencia imparable?

No, no es imparable en absoluto. De pronto hemos dejado de hacer sumas y restas con llevada y la naturaleza del problema es hacer cálculo diferencial, y tenemos a gente que está con las sumas y restas. Las dinámicas poblacionales son lo suficientemente complejas como para que se haga, hay un montón de gente para poderlo llevar. Yo tengo un montón de amigos en el pueblo que me hablan casi llorosos porque sus hijos no quieren su trabajo. Prefieren irse de mileuristas a Madrid o a Valencia que heredar negocios de, a lo mejor, cuatro o cinco millones de euros porque no se quieren manchar las cejas de serrín. No estamos entendiendo lo multifactorial que es intentar resolver este tipo de cosas. Demanda orquestar un montón de gente con mucho talento.

Queremos que los jóvenes tomen el testigo de sus padres, pero también que tengan oportunidades a las que solo se accede saliendo de nuestros pueblos, ¿cómo hacemos la cuadratura del círculo?

Lo mencionaba también en la conferencia. Ahora mismo es más fácil que nunca educarse a distancia. Ahora mismo se tiene acceso a la mejor formación mundial a punta de dedo. Tenemos una de las mejores infraestructuras de comunicaciones que hay en Europa. Ahora mismo cualquier persona que esté en un pueblo perdido en cualquier sitio es capaz de acceder a la mejor formación mundial. Lo que ocurre es que no saben que están estos recursos ahí. No saben qué se puede hacer localmente.

Has sido un joven con altas capacidades y ahora tienes tres niñas. Con este bagaje, ¿qué consejos darías a padres, madres y educadores de niños superdotados?

Hago muchísimo trabajo pro bono con padres de hijos superdotados. Fundamentalmente porque a mi me hubiera gustado mucho que lo hubieran hecho con los míos. Les digo muchísimas cosas. Por ejemplo, que les dejen ser niños. Que no les agobien con robótica, violonchelo y cosas por el estilo. Son gente que emocionalmente necesitan desarrollo exactamente igual que el desarrollo intelectual. Y si tú les alienas, les sacas de los grupos y les conviertes en una especie de monos experimentales, pues no les vas a ayudar en nada. Al final del día eres el cociente entre tu edad intelectual y tu edad emocional, entonces si desarrollas una a costa de la otra, vas a hacer un adulto no funcional. Les digo, por ejemplo, que les metan en deportes de equipo, que intenten localizar gente como ellos. Es como el homosexual en el pueblo pequeño, que piensas «por qué yo», «por qué a mi», hasta que llega un amigo, te lleva a la capital y allí hay un bar de lo tuyo, una zona de lo tuyo, e incluso hay un desfile de lo tuyo. Dentro de que eres una minoría, hay más gente. Y necesitas conocer cuanto antes que hay más gente como tú. Y sobre todo que entiendan que tienen una interacción complicada con el mundo.

¿En qué se traduce está «interacción complicada»?

Suele empezar en esa etapa indeterminada que empiezan los trabajos en grupo. Y empieza, por ejemplo, cuando tienen que montar en bicicleta. Porque es la primera cosa en la que no son instantáneamente competentes. Es un tema físico, de propiocepción, de equilibrio de una serie de cosas que tienen que ver con eso. Entonces es la primera vez que se sienten incompetentes. Y los primeros trabajos de equipo son en los que el niño ve el trabajo de la gente de su nivel y al principio piensan que están de broma. El tema no les hace particularmente populares, como te puedes imaginar.

“Un superdotado gestiona la frustración como cualquier otra persona, lo único que ocurre es que está expuesto a muchas más frustraciones que el resto de la gente”

¿Cómo se comprueban estas altas capacidades?

Hay pruebas estandarizadas que hacen en la mayor parte de los colegios. Pero en los casos más extremos es muy obvio. Porque están perfectamente articulados a la hora de hablar, leen muy rápido, hablan como un adulto… Hay diferentes grados, pero de alguna manera es sencillo. En primero de Primaria está ya tipificado que empiece la detección temprana en los colegios. El problema es que en la mayor parte de los parques infantiles el 90% de la población es superdotada.

¿Cómo abordáis la situación de que unos padres estén convencidos de que su hijo tiene altas capacidades aunque no sea así?

El problema, generalmente, lo gestionan los psicólogos. Nosotros al final del día nos sacudimos las manos, porque es un tema que aunque hay un montón de dudas, hay un montón de reglas específicas y determinadas pruebas psicológicas.

Mencionabas el caso de montar en bicicleta como ejemplo en la infancia, ¿cómo gestiona un superdotado la frustración de ser «normal»?

En general, y esta es una reflexión particular, generacionalmente cada vez gestionamos peor la frustración. Un superdotado gestiona la frustración como cualquier otra persona, lo único que ocurre es que está expuesto a muchas más frustraciones que el resto de la gente. La frustración, es un proceso muy erosivo. Por ejemplo, en Mensa nunca hemos sido capaces de superar un porcentaje femenino del 27%. Y nos preguntamos por qué. Nos dimos cuenta que el tema era que la mujer, a nivel de análisis colectivo, suele ser emocionalmente más madura. Y se percata de que ser inteligente no le trae ningún tipo de ventaja. Sobre la frustración, como estás expuesto a más oportunidades, te hace más mella. Y por regla general, salvo excepciones, la acumulación de frustraciones suele llevar a este estereotipo un poco de persona frustrada, cabreada con el mundo.

«Hay muchísimos tropos literarios que nos hacen polvo»

Y siguiendo con los estereotipos, ¿qué opinas del lugar común «Muy listo para unas cosas, pero no para otras»?

Sí, (con ironía) esa es una de las frases más bonitas y que más nos gusta oír. La gente no entiende, por ejemplo, que hacer dinero es una «skill» completamente distinta de ser inteligente, no tiene nada que ver. Hay un montón de gente que no sabía leer y escribir que se hizo multimillonaria. Tú puedes ser muy inteligente y no tener la mínima capacidad de generar dinero. Este tipo de cosas son simplificaciones, y como todos los lugares comunes suelen ser erróneos.

Ahora construimos nuestra imagen del mundo a través del cine, la televisión o la literatura.

Hay muchísimos tropos literarios que nos hacen polvo. El cine, la literatura, nos enseñan un montón de tropos, pero normalmente nos llevan más a los estereotipos que a la realidad.

Por romper también un poco los tópicos sobre Mensa, cuéntanos, ¿a qué os dedicáis habitualmente?

Mensa podrían ser muchas cosas pero ahora mismo es, fundamentalmente, un club social para gente con altas capacidades. Yo, personalmente, tengo la idea de que deberíamos ser más relevantes, de que deberíamos ocupar otro espacio. Pero no todo el mundo tiene el interés de salir hacia fuera. Siempre estoy hablando de «salir del armario». Tengo peleas tontísimas como que la gente ponga en LinkedIn que pertenece a Mensa. Espero que prenda un poco la llama y poco a poco vayamos normalizando la parte de superdotación.

¿Los conceptos «altas capacidades» y «superdotado» significan lo mismo? ¿Qué término es el adecuado?

Hay como una especie de gradación. Está basado es lo que es la parte de IQ, que es un concepto que tiene que ver con un cociente entre tu edad mental y tu edad física. Cuando estamos hablando a partir de 130, en algunas escalas, hablamos de altas capacidades, o a partir de 115, cuando se nota que está arriba de la media. Superdotación, por decirlo de alguna manera, es la gente que excede con mucho la normalidad. Y hay diferentes grados también. Por ejemplo, Mensa selecciona para sus miembros al 2% de la población, el 2% con mayor IQ. En España debe haber 940.000 superdotados, en Mensa somos 3.000 personas.

Esto sonará un poco iluso, pero, ¿podemos «aprender» a pensar como un superdotado?

Hay un 5 o un 10% que se puede estimular de muchas maneras, desde leer e incluso con nootrópicos, que son determinadas sustancias que te mejoran casi de forma inmediata un 4% o 5% de tu IQ. Pero el margen de mejora es relativamente pequeño. Hay un componente hereditario que es complicado discutir de él, pero que está super analizado, y luego… Lo que sí se puede hacer es cultivar, hacerlo crecer o dejarlo agostar. Hay más posibilidades de echarlo a perder que de que alguien que no lo tenga pueda mejorarlo por encima de un porcentaje relativamente pequeño.

Y para acabar, ¿qué le dirías a alguien que sienta que encaja en el perfil que describes y aún no haya “salido del armario»?

Por favor, levantad la mano y haceros oír.