“Invertir en cultura en Cuenca es rentable porque es en lo que tenemos un marchamo fuera de aquí”

Entrevista con Jesús Carrascosa, director de la Fundación Antonio Pérez

El 2 de octubre de 2023 se cumplirán 25 años de la apertura de la Fundación Antonio Pérez. Un cuarto de siglo en el que la Fundación se ha consolidado como uno de los recursos más importantes del panorama cultural conquense de la mano de la Diputación Provincial, administración en el seno de la cual nació y que financia en gran medida. Además, este año la Fundación aumentará su presupuesto de forma exponencial, lo que le permitirá abordar una programación más ambicioso y asentar su estructura de personal. Jesús Carrascosa, actual director de la Fundación y uno de sus artífices junto con Antonio Pérez, charla con Voces de Cuenca sobre estos veinticinco años de funcionamiento del museo, el programa de actividades preparado para este año y los retos a los que se enfrenta la Fundación en el futuro más inmediato.

25 años se van a cumplir de la apertura de la Fundación Antonio Pérez. ¿Qué ha aportado en este cuarto de siglo esta institución a la ciudad?

Creo que ha sido fundamentalmente la continuidad de lo que inició en su día el Museo de Arte Abstracto, porque sin él no habría FAP. Hemos sido el centro de conexión con las nuevas generaciones, porque nuestro museo ha sido un poco más dinámico y hemos atraído gente que el Museo de Arte Abstracto no atraía hasta que empezaron a hacer exposiciones temporales. También por el montaje o por las exposiciones que hacemos la gente lo ve como algo más asequible y accesible. En ese aspecto ha sido fundamental la figura de Antonio Pérez, que ha sabido mantener la relación continuada con los artistas que eran sus amigos y las nuevas generaciones.

¿Cuál es el balance de la actividad de la FAP hasta este momento?

Ha sido muy positivo. Hay un dato muy importante. La Fundación tenía 2.000 cuadros cuando empezamos, que era la colección de Antonio, y ahora tenemos 5.000. Eso quiere decir que los artistas creen en nuestro proyecto. Y no cogemos todo lo que nos ofrecen, sólo cuando consideramos que las obras tienen relevancia. Eso me parece una buena muestra de que el balance es muy positivo. Los visitantes se han consolidado, aunque tenemos que hacer un esfuerzo para aumentarlos porque creo que son pocos. Y además hemos aumentado la programación más allá de los artistas plásticos. Creo que tanto en la ciudad como fuera somos una referencia, aunque me sigue sorprendiendo que haya gente que todavía no nos haya visitado.

Hagamos un poco de historia. ¿Cómo surgió la idea y cómo se creó la FAP?

Tengo que hablar en primera persona y me da bastante apuro, pero la idea fue mía. Antonio colaboraba conmigo asesorándome para la sala de exposiciones que la Diputación tenía en el edificio de las Carmelitas, donde estaban ubicados el Vicerrectorado de la UCLM y la UIMP. Un día, sentado en su casa, le pregunté qué iba a hacer con su colección y me dijo que se estaba haciendo mayor y no sabía si iba a ir vendiendo cuadros poco a poco o le iba a vender la colección entera a una entidad bancaria. Le pedí que me dejase un año para intentar que esas obras se quedasen en Cuenca. Presenté el proyecto al que era entonces presidente de la Diputación y como estábamos cerca de las elecciones me dijo que no quería comprometer a quien le sucediera. Después de las elecciones accedió a la presidencia Marina Moya, le presenté el proyecto y dijo que sí. La cesión de Antonio la formalizamos en un año y una vez que tuvimos la cesión pensamos en exponerla permanentemente, ya que teníamos un edificio extraordinario del que se iban a ir tanto la UCLM como la UIMP y para gestionarlo mejor creamos una fundación y en otro año teníamos el museo abierto, que se hizo con los trabajadores de la Diputación, íbamos arreglando las dependencias e instalando la colección. Ahora no sé si sería posible hacer algo así. 

“En otro año teníamos el museo abierto, que se hizo con los trabajadores de la Diputación, íbamos arreglando las dependencias e instalando la colección. Ahora no sé si sería posible hacer algo así”

¿Al principio todas las obras eran de Antonio?

Sí, todas, pero nos pasó algo curioso. Habíamos terminado de instalar toda la colección y llegaron tres artistas que habíamos invitado a la inauguración, Aníbal Merlo, Diego Moya y Fernando Verdugo, y nos dijeron que no teníamos obra suya de calidad y que querían donar una obra cada uno, que habían venido a Cuenca con ellas. Las pusimos y tuvimos que hacer unos pequeños cambios para poderlas instalar. Y a partir de ahí nos han ido donando obras muchos artistas.  Cuando inauguramos hay una anécdota magnífica, hicimos un vino y Antonio dijo que él quería invitar como si fuera una boda, pagándolo él, así que se llevó a todos los invitados a La Ponderosa. Cuando al día siguiente fue a pagar, Ángel y Rafa le dijeron que no querían que les pagase, que sólo querían que les diera 150 catálogos firmados, lo que nos emocionó mucho porque fue un detalle de apoyo extraordinario. Incluso luego nos pagaron durante mucho tiempo los vigilantes del fin de semana. Ellos nos apoyaron desde el principio.

¿Las obras que tiene la Fundación en qué régimen están?

Todas son donaciones, menos la sala Millares, que son obras que están cedidas sine die. Son 5.000 piezas y no sólo cuadros, hay fotografías, esculturas, etc… Y ahí no contamos los objetos encontrados de Antonio.

¿En qué medida la FAP se ha convertido en un foco de atracción cultural igual que lo fue el Museo de Arte Abstracto?

Lo de Zóbel y el Museo es irrepetible, esa comunidad que se creó es imposible que vuelva a generarse, pero lo que sí hemos sido es un foco de atracción de artistas jóvenes y somos una referencia para mucha gente. Nosotros tenemos el mejor archivo de Millares, tenemos el archivo de Antonio, una biblioteca de arte fantástica, hay continuamente artistas que quieren exponer en la Fundación. Además, tenemos mucho contacto con la Facultad de Bellas Artes y todo eso hace que Cuenca siga siendo atractiva para el mundo del arte. De hecho, los artistas te dicen que no conocen ninguna ciudad donde el arte contemporáneo tenga la misma presencia que aquí. Cuando están las luces de las casas encendidas y se ve lo que hay dentro en lugar del calendario de Riotinto hay una serigrafía o una lámina de Saura, eso no pasa en ningún sitio. 

¿Están contentos con el número de visitantes que tienen, tanto en cuanto a conquenses como en cuanto a foráneos?

Hay que mejorar en los dos. La autocomplacencia no me vale. Creo que deberíamos manejar mejores números de visitantes. Cierto es que cuando no hemos cobrado hemos tenido mejores cifras de visitantes, casi el doble. Este año vamos a estar en torno a 18.000 visitantes y me parecen pocos. Y me parecen pocos los que vienen de Cuenca y también los que vienen de fuera. Para los de Cuenca hemos puesto en marcha un programa de actividades que está empezando a solucionar el tema, pero de fuera deberíamos captar más visitantes. Es verdad que nos conocen en el mundo del arte, pero no nos conoce el gran público y ahí tenemos que incidir para mejorar las cifras. 

“Creo que deberíamos manejar mejores números de visitantes. La autocomplacencia no me vale”

¿Quizá la localización complica la afluencia de gente?

Vamos a cambiar la señalización del museo porque estamos en un hoyo y hay mucha gente que no lo ve. Es verdad que tampoco tiene que gustarle a todo el mundo el arte contemporáneo, pero es que simplemente por el edifico que alberga el museo y por las vistas que ofrece debería tener más visitas. Y no cobrar tampoco me parece bien, porque además la entrada son dos euros, una cantidad mínima. 

Hablando de cosas más prosaicas hay que referirse al presupuesto del que dispone la Fundación que para el año 2023 va a ser el más alto de su historia, superando los 600.000 euros. ¿Es suficiente ese dinero o todavía hacen faltan más recursos?

Dado los presupuestos que manejan otras instituciones culturales en Cuenca da un poco de reparo decir que, a pesar de la subida, no es suficiente, pero es que eso es así y ahí está la comparación con otros museos que hay en España. Ahora bien, el aumento de la aportación de la Diputación con respecto a otros años, que se ha duplicado, ha sido fundamental para poder abordar muchas cuestiones que antes no podíamos. Llevábamos 15 años con el presupuesto congelado, los trabajadores llevan ocho años sin que se les suba el sueldo en la medida que establece el gobierno y muchas más cuestiones que sería largo enumerar aquí. El aumento del presupuesto nos permitirá reforzar la sede de Huete, donde vamos a tener una persona trabajando directamente allí, tener visitas guiadas, talleres, etc… Sin embargo, todavía no podemos publicitar el museo ni en Cuenca ni fuera de ella en medios de comunicación, o promocionar como deberíamos las exposiciones temporales, todo eso no lo podemos hacer porque no tenemos los suficientes recursos. Eso sí, el presupuesto que vamos a tener para 2023 va a ser básico para poder hacer muchas cosas imprescindibles para un centro de arte como el nuestro. 

¿Usted percibe que hay cierto rechazo ciudadano a que las administraciones inviertan en cultura?

Absolutamente, siempre he sentido que la gente habla de gasto, no de inversión. Eso es así de claro. Pero invertir en cultura en Cuenca es rentable porque es en lo que tenemos un marchamo fuera de aquí. 

¿A la gente hay que hacerle ver que la cultura es una industria?

Por supuesto, y además se gana mucho dinero con ella. Que le pregunten a Madrid si es rentable el triángulo que forman el Prado, el Thyssen y el Reina Sofía. Nosotros no llegamos a eso, pero tenemos los nuestros, que son de mucha calidad. Ahí está también el ejemplo de Málaga. ¿Qué paso con Ai Weiwei? La Universidad hizo un estudio que decía que el retorno de esa exposición fueron 10 millones de euros con una inversión de un millón. ¿Dónde obtienes una rentabilidad así? Lo que pasa es que tenemos que creérnoslo. Y no sólo los museos, está la Semana Santa, que no deja ser cultura, o la Semana de Música Religiosa. Creo que tendríamos que tener un proyecto para vender la cultura de Cuenca. Deberíamos promocionar mucho más fuera de Cuenca nuestra proyección cultural, habría que estar donde hiciera falta.

“Antonio está viviendo en la residencia de la Diputación, donde lo cuidan de maravilla, pero como no oye nada no quiere salir”

¿Cómo está Antonio?

Antonio está viviendo en la residencia de la Diputación, donde lo cuidan de maravilla. Un grupo de amigos vamos a verlo y nos repartimos las visitas para ir todos los días, pero no aguanta mucho porque tiene un problema fundamental que es que no oye por ninguno de los dos oídos y al no oír no habla, así que vive en su mundo. Físicamente está bien pero como no se comunica bien no quiere salir. La última vez que salí con él a comer, hace un año, no nos habían traído el aperitivo y lo tuve que llevar de vuelta a la residencia. Es una pena porque todo lo que está pasando en la Fundación no lo está viviendo en primera persona.

No hay aniversario que se precie sin unos actos conmemorativos. ¿Qué programa han preparado para celebrar este 25 aniversario?

Vamos a seguir con la dinámica habitual porque no queremos gastar más de lo que podemos y además tampoco Antonio era muy de fastos, pero sí que vamos a reforzar algunas cosas. Por ejemplo, inauguramos el año con un congreso sobre Millares en colaboración con la UCLM. Luego vamos a tener en fechas cercanas a la Semana Santa una exposición sobre el Calvario de un artista contemporáneo, cuyo nombre no puedo decir, que organizaremos en colaboración con Roberto Polo. Yo he tenido en la mano los 200 dibujos que vamos a traer y son espectaculares. Es un homenaje que queremos hacer a la Semana Santa, que es un bien cultural extraordinario de nuestra ciudad. Tenemos una exposición de Chema Madoz, que era uno de los sueños de Antonio. También vamos a tener una exposición muy emocionante de Pat Andrea, porque su padre vino a Cuenca y dibujó las Casas Colgadas y la Ciudad Encantada y ese fue el leitmotiv para que su hijo estuviera en España y viniera a conocer el museo. El padre es el que inicia la saga, luego le sucede Pat Andrea, que tiene un hijo que hace instalaciones y una nieta que también pinta. Con material de todos ellos vamos a hacer una exposición comisariada por Alfonso de la Torre que va a llenar las sedes de Cuenca, Huete y San Clemente. También vamos a tener una colaboración especial de un conquense que vive en París, que es Alberto Herráiz, que además es muy amigo de Antonio. Y luego vamos a tener reediciones de libros, una exposición con los archivos de Antonio en conexión con la Facultad de Bellas Artes, tenemos una donación muy importante de Antonio Berni, un artista mexicano muy significativo, vamos a tener a Salvador Vitoria, vamos a inaugurar en Huete una exposición de Ricky Dávila con fotos que nos ha donado, en fin, muchas actividades que van a llenar un año muy especial. Y una cosa que a mí me hace mucha ilusión es que vamos a tener un espacio en Sigüenza dedicado a Antonio, como una pequeña subsede de la Fundación. 

Todo esto es en 2023 pero me imagino que seguirán trabajando para 2024.

Sí, ya tenemos varias exposiciones programadas para 2024. Trabajamos con un año y medio o dos de antelación. 

¿Qué retos tiene por delante la Fundación Antonio Pérez a partir de ahora?

Uno de ellos para mí es consolidar el museo de fotografía de Huete, que ha tenido vaivenes pero que es un proyecto precioso. Luego todo nuestro programa cultural añadido a las exposiciones, porque en eso estábamos cojos, tenemos una buena colección, tenemos buenas exposiciones, pero nos faltaban actividades donde dialogasen las distintas artes. Creo que hemos empezado con una buena línea este año y ese es un reto importante. Y por supuesto consolidar una estructura de personal clara, porque las cosas no se hacen solas, tiene que haber personas detrás y hasta ahora hemos funcionado gracias a un esfuerzo tremendo del poco personal que tenemos. Mantenemos tres museos y sólo hay cuatro personas trabajando en la Fundación y una de ellas soy yo, que no trabajo específicamente en la FAP sino que soy el jefe del servicio de cultura de Diputación. Para mí esos son los tres retos fundamentales que tenemos por delante.