El Museo de Cuenca añade a su exposición permanente un puñal y una alabarda de la Edad de Bronce

El puñal procede del término municipal de Pajaroncillo, mientras que la alabarda, encontrada en el municipio de Villarejo-Periesteban, presenta tipología del área argárica

El Museo Arqueológico de Cuenca ha añadido a su colección dos piezas que se han entregado recientemente. Se trata de un puñal y una alabarda de bronce que, según el Museo, «suponen una muestra de la excepcionalidad de nuestro patrimonio durante la Edad del Bronce».

Ambas piezas se presentarán en la actividad «Novedades en el Museo de Cuenca», que tendrá lugar el próximo martes, 23 de enero, a las 11:00 horas en la Sala de Prehistoria. A partir de ese momento, formarán parte de la exposición permanente de de este espacio cultural situado en la calle Obispo Valero.

Ambos elementos se pueden encuadrar cronológica y culturalmente en la Prehistoria de Cuenca, concretamente dentro del denominado «Bronce de la Mancha», que se desarrolló entre el 2.300 y 1.500 a.C. en la submeseta sur de la Península Ibérica, en las tierras de Ciudad Real, Sur de Toledo y Cuenca.

El puñal procede del término municipal de Pajaroncillo, donde ya se conocen y se han estudiado numerosos restos arqueológicos. «Este tipo de puñales con remaches para fijar a la empuñadura es una innovación tipológica de esta cultura, ya que en Calcolítico no
existen piezas de esta tipología en nuestro territorio», explican los responsables del Museo Arqueológico de Cuenca.

En cuanto a la alabarda, fue un arma prehistórica especializada que parece en diferentes regiones europeas desde el tercer cuatro del III milenio a.C. En este caso, se recogió en el término municipal de Villarejo-Peristeban y presenta características tipológicas y tecnológicas similares a las conocidas para el área argárica (tierras de Alicante y Murcia). «Esto podría ser una muestra de la fluidez en los contactos y las relaciones entre las comunidades argáricas y las de la Edad del Bronce de la Mancha», consideran.

Según explican desde el Museo, las piezas de metal «son muy escasas en esta cultura, siendo su ámbito de trabajo predominantemente doméstico». «Este tipo de armas no siempre debieron tener una funcionalidad bélica, sino que fueron utilizadas como un elemento simbólico con significado de estatus social elevado», detallan.