El muro de Canónigos, una obra de siglos: desde el XVI al XXI. El rastro del tiempo en sus piedras

Míchel Muñoz, arqueólogo de la empresa Ares Arqueología y autor del último informe arqueológico sobre ese muro, detalla que es “testigo de construcciones desde el Renacimiento hasta nuestros días”

“El muro de la calle Canónigos simboliza el esfuerzo de la sociedad conquense por dotarse de infraestructuras”. Así lo ha afirmado en declaraciones a Voces de Cuenca Míchel Muñoz, arqueólogo de la empresa Ares Arqueología y autor del último informe arqueológico sobre ese muro.

Según señala, el muro es “testigo de construcciones desde el Renacimiento hasta nuestros días”, y del esfuerzo porque, según argumenta “hasta que no ha habido estados modernos, dejando aparte a los romanos que sabían mucho de esto, no ha habido tanta capacidad para generar suficientes impuestos para crear infraestructuras de este tipo en poco tiempo. Y por eso todo lo que hay en el muro es importante, no sólo lo más antiguo”.

Muñoz indica que la parte más antigua del muro data de 1533, una zona “que no se ha caído. He estado viéndola este martes por la mañana y se ve que sigue ahí”. El origen “estaba relacionado con el Puente de San Pablo, que debió crear una serie de alturas y eso implicó que se tuviera que transformar toda la subida”.

“No se ve ahí pero sí en la vista que Anton Van Den Wyngaerde hizo de la hoz del Huécar en 1565, que es de cuando el muro estaba a medio hacer. Ese muro costó mucho tiempo hacerlo, casi siglos. El camino original eran unos maderos que estaban anclados a la roca original, haciendo que el camino que subía al postigo de Santa María fuera una especie de pasarelas corridas colgando de la roca”, explica el arqueólogo.

El informe fue encargado para Ares Arqueología en 2017-2018 dentro de los controles arqueológicos de la restauración de todo ese muro de la calle Canónigos. En él, se detallan las distintas fases de construcción, la primera fechada entre los años 1533 y 1545, y posteriormente la construcción de un arco de desagüe en 1545. También constan las obras municipales entre 1574 y 1589 en las que se termina el puente de San Pablo, así como las transformaciones entre 1589 y 1808, la construcción del actual puente de San Pablo en 1902-1903 y las obras de la primera mitad del siglo XX, en las que se instala la albardilla que lo remata.

Muñoz ha indicado en declaraciones a Voces de Cuenca al ser preguntado por si se podía prever la caída cuando hizo su estudio arqueológico que “no se podía prever. De todas formas, soy arqueólogo y no ingeniero de la construcción, pero visualmente no vi nada de que el muro corriera peligro”.