Masivo, sentido y luminoso cierre del paréntesis: el Domingo de Ramos que resarció la espera

1.085 días después, las calles de Cuenca han acogido una procesión de Semana Santa. Y qué procesión: nunca más definitorio describirla con un Hosanna.

Solo era una mano, la derecha de una de las hermanas mayores de Jesús Entrando en Jerusalén y la Virgen de la Esperanza, pero, aunque no se vieran, había muchas más. Las de una ciudad entera que las lavó a conciencia, crispó, palmeó desde los balcones y unió para rezar en tan larga espera. Incluso estaban aquellas sostenidas hasta el final -rebañando las caricias – o las que quedaron abrasadas por el tacto de la soledad en el último temblor. Todas han dado los tres golpes en las puertas de la antigua iglesia de San Andrés a las nueve y media de la mañana de este Domingo de Ramos. Triple aldabonazo para que todo comenzara de nuevo. 1.085 días después, las calles de Cuenca han acogido una procesión de Semana Santa. Y qué procesión: nunca más definitorio describirla con un Hosanna.

La apertura de las puertas del viejo templo ha silenciado casi de súbito la coqueta plaza, tantas veces recoleta pero repleta de público en este 10 de abril. Solamente el grito extemporáneo de una vecina -rápidamente acallado por algún chisteo y la mucho más eficaz indiferencia- ha perturbado unos milisegundos la introspectiva atmósfera. Ha sido como ese mutismo que precede a los primeros besos, como esa afasia efímera que nos concedemos antes de declamar un discurso decisivo. No hacía falta hablar; los pensamientos sobre lo tantas veces rumiado se habían agolpado en las miradas.

«Aunque no encontremos las palabras, es hoy nuestra presencia la que basta e irradia», había proclamado unos minutos antes Pedro José Ruiz, consiliario de la hermandad, en las previas del desfile del interior de San Andrés. Su oración ha testimoniado la «solidaridad, unidad y acompañamiento» de este largo período de pandemia. Cualidades que la cofradía ha vuelto a ejercer en el homenaje que ha tributado a Eduardo Zafra, querido y joven hermano fallecido el pasado verano. Ha entregado entre lágrimas una horquilla a la familia a modo de recuerdo. 

Esa presencia suficiente y luminosa a pesar de las tristezas glosada por el sacerdote se ha materializado -anunciada por el primer redoble de la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías- con la enérgica salida del paso de La Borriquilla, en el que Antonio Abarca repetía como capataz de banceros. A los portadores de la Virgen los ha guiado Alejando Cañas. Ambas imágenes han protagonizado un cortejo de ritmos enérgicos, agitados y alegres como impone el tono del día. Y en muchas ocasiones han desfilado sincronizados y muy próximos el uno al otro. Se mezclaban los latidos de horquilla, como los del corazón de una madre y los del niño que crece en su vientre.  La Palma al Viento, Costalero, Cristo de la Presentación o Mesopotamia han sido algunas de las marchas con las que la Banda Municipal de Cuenca ha ido marcando esa alternativa percusión.

La composición elegida para recibirlas en el comienzo ha sido no obstante Entre Palmas y Ramos de Fernando Ugeda, que por fin sonaba cuándo y dónde debía, en la calle, no exiliada en el premio de consolación de los altavoces. 

La procesión ha descendido por Solera, El Salvador y San Vicente entre el volteo de campanas de la cercana iglesia sacudiéndose poco a poco nervios y trascendencias. Era una fecha histórica, pero era como siempre. Como esos reencuentros entre amigos que llevan años sin verse pero cuya conversación no erosiona ni el tiempo ni la distancia. Este tramo del recorrido ha contado con más espectadores que en ediciones anteriores. Esta vez el despertador era un aliado, demasiado remolón incluso, porque había prisa por recuperar lo que la pandemia había arrebatado. 

Escolanía

En la Puerta de Valencia había un buen motivo para ver la procesión, sobre todo para escucharla. Los componentes de la Escolanía Ciudad de Cuenca, dirigida por Carlos Lozano, formaban a las puertas de la iglesia de las Concepcionistas para cantar a los pasos. A Jesús Entrando en Jerusalén le han dedicado un fragmento de las Antífona para la consagración de las palmas el Domingo de Ramos de Franz Schubert. A su Madre, el Ave María atribuido tradicionalmente a Giulio Caccini aunque en realidad es de Vladímir Vavílov. Las voces niñas -y ya en muchos casos adolescentes o juveniles- han edificado un consulado interino del Cielo en este Valle de Lágrimas. 

Cuando se cumplió la primera hora de desfile, la cabecera alcanzaba el Palacio Provincial. La cercana iglesia de San Esteban ha funcionado como proveedor de ramas de olivo para muchos de los asistentes y también ha alargado unas filas ya de por sí muy extendidas. En uno de esos guiños al pasado de la procesión, se mantiene vigente la castiza costumbre de que en ese punto se sumen a la procesión fieles de paisano: especialmente niños de la catequesis, pero cualquiera que lo desee. Otros han aplazado el momento y se han añadido a las filas con ese soporte, pero metros más adelante.

En la curva que rodea el Jardinillo de la Plaza de la Hispanidad (que sigue siendo el ‘de los Taxis’ aunque estos tengan su parada ya en Avenida Castilla-La Mancha) las dos imágenes han desfilado en paralelo en homenaje a una colaboradora de la hermandad fallecida. Los parientes han recibido los ramos de flores que esperaban el memorial en las andas de la Virgen.

La imagen mariana, radiantemente vestida y adornada entre crisantemos morados y rosas blancas, procesionaba por primera vez tras la restauración a la que la ha sometido Mar Brox. La profesional conquense ha reparado algunos desperfectos en el rostro de la imagen y también ha unificado el tono de esta con las manos. La hermandad también ha estrenado una nueva cruz. 

¿Quién sube a quién?

En Carretería el calor ha empezado a reinar ya casi sin treguas en un día primaveral en el que la meteorología no ha querido arruinar la celebración colectiva de la vida renacida, como si esta fuera una semana capicúa y ofreciera un spoiler de lo que ocurrirá el siguiente domingo. En esa ambivalencia que ha marcado la jornada, y que marcará todos los días, esas ansias cívicas por recuperar la normalidad se han alternado con la rémora de la nostalgia. En la Plaza de la Constitución, al paso de la banda por el Monumento al Nazareno, se ha escuchado Tulipas del Cielo, la marcha que José Mencías ha compuesto para los fallecidos durante la crisis sanitaria del coronavirus.

Y, tras un Calderón de la Barca repleto de reposteros, ha empezado la subida por Palafox y San Juan. El examen de las Curvas de la Audiencia. La arquitectura de la ciudad permite al observador jugar con los planos y niveles y regalar estampas evocadoras en las que, como un trampantojo, Jesús a lomos de su Borrica pareciera que ascendiera solo. ¿Quién sube a quién?

Entre aromas de incienso -dosificado con la seriedad y presencia que exige la labor- algo antes de las 12:30 horas llegaba a San Felipe Neri. No había centímetro cuadrado del enlosado de la zona que no estuviera tapado por pie humano. Llenazo en patio de butacas, palco y platea, como bromeaba en Twitter el canónigo Declan Huerta. Sin entrar en las guerras de cifras o exageraciones propias de las manifestaciones, bien podrían contarse por varios miles los presentes en los alrededores. El obispo de Cuenca, José María Yanguas, ha procedido a bendecir palmas y ramos tras una breve alocución en la que ha pedido no quedarse únicamente en el folklore de estas echas. Los elementos vegetales se han agitado con tal fuerza que, por un momento, en una de esas casualidades que no lo parecen, se ha levantado incluso una breve ventisca.

El prelado, que se ha sumado al cortejo en ese punto junto a varios miembros del Cabildo Catedralicio, portaba en sus manos una palma regalada por la hermandad de San Juan Evangelista. Un miembro de la cofradía del Viernes Santo también ha desfilado hoy con la Palma que llevará su titular el Viernes Santo.

En San Felipe Neri también se han unido entre mazas  concejales de la Corporación Municipal, que hasta entonces estaba representada únicamente por su presidente, el alcalde, Darío Dolz, quien había venido caminando junto a Jorge Sánchez, presidente de la Junta de Cofradías, y precediendo a los representantes de la institución nazarena.

A esa altura ha cambiado también la colocación de la Banda Municipal de Cuenca. La agrupación que dirige Juan Carlos Aguilar ha pasado de cerrar el cortejo tras la Virgen a colocarse entre los dos pasos, tal como había pedido la hermandad.

Aforo completo en la Plaza Mayor

Una innovación con la que se ha cubierto el último tramo del itinerario y se ha llegado a la Plaza Mayor, más que repleta. A las 12:15, una hora antes de la llegada de la cabecera, la Policía Local ya había avisado de que el aforo estaba completo y pedía que no acudiera más gente. Se ha sumado no obstante alguna más -también se ha producido algunas salidas- en un espídico crecimiento de la población flotante de la ciudad donde convivían mascarillas y la ausencia de ellas a pesar de la aglomeración. Ese Domingo de Ramos de grandes galas es también el día en el que muchos están en el lugar de nacimiento que marca su DNI y no en el de residencia. Si siempre ha sido así, este año el fenómeno se ha agravado tras el bienal parón.

Al cruzar los Arcos del Ayuntamiento las sacras tallas han recibido sendas lluvias de hojas de olivo y pétalos de flores, la única precipitación que era bienvenida. Las han derramado las manos de varias mujeres de la hermandad: Yolanda Sánchez, María Jiménez, Elena Jiménez, Cayetana Ortí, Elena Díaz y Ana Dolz. 

Las multitudes provocan bullicios, pero la experiencia de otros días y otras geografías demuestrta que esos bullicios no son inevitables. La entrada de los pasos  a la Plaza Mayor y las últimas corcheas han tenido que combatir con el ruido ambiente para hacerse notar. Sí que se han agitado este año más ramas de olivo y palmas que en otras ocasiones, pero muy pocas en porcentaje de público, quizá porque no se han hecho con ellas o tienen las manos ocupadas en otros menesteres. Una pena porque la estampa de la muchedumbre moviéndolas podría ser aún más sobrecogedora. Apenas unos minutos que dedicar a la procesión, en principio elemento central de la jornada, para luego seguir con la faceta más profana y festiva del día. 

La imagen de Jesús ha entrado en la Catedral al son del himno de España. La de la Virgen con la Marcha de Infantes. Los dos con el generoso ímpetu de unos banceros ya cansados. A las 13:29 horas, ajustando pero cumpliendo horario previsto, desaparecía la imagen de La Esperanza para que poco después empezara la Misa Estacional. El paréntesis ya se ha cerrado; la espera se ha resarcido. 

GALERÍA FOTOGRÁFICA DE LA PROCESIÓN:

HABRÁ AMPLIACIÓN CON VÍDEOS