Los conquenses arropan de forma masiva con renovada emoción el traslado de la Virgen de las Angustias

Multitudinaria presencia de público sin dejar prácticamente un hueco libre en la totalidad el recorrido desde su inicio a las 19:00 horas en la iglesia de San Antón. La imagen ha entrado en las Concepcionistas en torno a las 20:55.

Los conquenses han arropado de forma masiva a la Virgen de las Angustias en su traslado desde la parroquia de San Antón hasta la iglesia de las Concepcionistas de la Puerta de Valencia. Y han asistido con la emoción que supone volver a ver a los pasos en la calles de la ciudad tras un paréntesis demasiado largo.

El traslado de la Virgen va ganando prestancia a lo largo de los años y en esta ocasión ha sido raro encontrar un hueco libre en la totalidad del recorrido. El desfile procesional iniciaba el trayecto sobre las 19:00 horas sin rastro prácticamente de los nubarrones y a amenaza de lluvia que han acompañado a la capital conquense desde su despertar. La Banda de la Escuela Municipal de Música de Las Mesas ha abierto un cortejo encabezado por el guión de la Junta de Cofradías de Cuenca. Tras ellos, la representación de la Guardia Civil y de la hermandad. Bajo el paso, 38 banceros que han portado la imagen en dos turnos: primero los de Cristo Descendido y después por los de la Virgen de las Angustias.

Una agradable temperatura ha acompañado el desfile por la avenida de la Virgen de la Luz, Calderón de la Barca, calle del Agua, Los Tintes y Puerta de Valencia. «Por tu cara de pena», del maestro José López Calvo, ha sido la nota musical más destacada de una jornada que ha finalizado con «La muerte no es el final» antes de la entrada en las Concepcionistas que ha culminado, como es tradición, con el himno nacional en torno a las 20:55 horas.

Las inmediaciones de la Puerta de Valencia ha sido el punto con mayor presencia de público de todo el trayecto. De hecho, la solemne llegada de la imagen por la calle de los Tintes tiene un elevado componente emotivo que se ve complementado por la entrada del paso a la iglesia ‘a brazo’ por parte de los banceros acompañada por la luz del anochecer.