Alfredo Barambio, un nazareno de 91 años que ya piensa en el Miércoles Santo de 2021

Comenzó a participar en la Semana Santa cuando la Hermandad de la Santa Cena retorno a la Pasión Conquense hace ahora 35 años

Álvaro Barambio

Si para alguien es especial el día de Miércoles Santo es para él. Alfredo Barambio es con toda probabilidad el nazareno con más edad que desfila en nuestra Semana Santa. El próximo 15 de Abril cumplirá 91 años y en este 2020 iba a participar como Hermano Mayor de la Venerable Hermandad de la Santa Cena.

Alfredo no es un Nazareno de los denominados “Históricos”. Comenzó a participar en la Semana Santa cuando la Hermandad de la Santa Cena retorno a la Pasión Conquense hace ahora 35 años.

Natural de Olmedilla de Arcas nació en 1929. Cuando comenzaba a tener conocimiento de las cosas, la Guerra Civil apareció en su vida con tan solo 7 años. Fueron años duros según recuerda y permanecen en su retina, pese a su niñez, algunos actos sacrílegos realizados en ese terrible momento con la Imaginería existente en su propia localidad. Lógicamente, no pudo contemplar los terribles daños que el conflicto armado supuso para la Semana Santa de Cuenca, pero según afirma llegaban noticias de algunas de las atrocidades cometidas contra las Sagradas Imágenes en la ciudad de Cuenca que le impactaban.

En los años de la posguerra fue conociendo la restitución de la Semana Santa de Cuenca y siempre tuvo curiosidad y ánimo de participar en ella. Pero diversas circunstancias le impedían poder contemplarla. Aunque Olmedilla de Arcas está situada a 10 kms aproximadamente de Cuenca, en aquellos años era una distancia nada fácil de realizar y mucho menos coincidiendo con el horario nocturno de los Desfiles Procesionales.

Fue ya, a partir de los años 60 cuando conoció de primera mano la Semana Santa de Cuenca y desde el primer momento quedó admirado y enamorado de ella, estando presente el deseo de poder participar algún día de manera directa.

Pero curiosamente la implicación de Alfredo ha venido en el camino inverso al habitual en cualquier familia Conquense. Si normalmente son los padres o abuelos los que inculcan y fomentan la participación de sus hijos o nietos, en el caso de Alfredo fueron sus sobrinos (a los que considera como sus hijos) los que le introdujeron en el mundo Nazareno. Su familia es participante activa de nuestra Semana Santa en varias Hermandades, pero si alguna tiene para ellos un significado especial (aunque afirman que son todas iguales) esa es la Hermandad de la Santa Cena, de la que son miembros desde sus inicios. No obstante, su sobrino Álvaro es de los pocos hermanos (no llegarán a una docena) que pueden afirmar haber participado en todos y cada uno de los desfiles en los que ha procesionado la Santa Cena desde que regresó a Cuenca, de una manera o de otra.

“El primer Desfile de la Hermandad fue emocionante pero complicado”, recuerda Alfredo. “Era una Hermandad nueva, con pocos Hermanos y con un peso muy elevado. Al concluir el Desfile y trasladar la Sagrada Imagen a la Catedral para ubicarla, comprobaron que muchos de los banceros no habían subido a la Catedral una vez concluido el desfile en Diputación y que había que idear algún sistema para poder devolver el conjunto escultórico a su lugar. Solo la mano de Dios evitó que pudiera haber algún desgraciado accidente de consecuencias inimaginables”, afirma Alfredo.

Es en ese momento cuando Armando Martorell hijo y su padre, ayudados por Alfredo y su hermano, discurren el curioso sistema que la Hermandad utiliza para introducir la Sagrada Imagen en la Catedral y que ha sido perfeccionado con el paso de los años hasta ser en estos momentos una actuación controlada. Este sistema necesita de un tractor que pueda subir el paso hasta la Catedral y después introducirla en ella, y es ahí donde Alfredo entra en acción al aportar el suyo debido a su profesión de Agricultor. “En los primeros años la gente se quedaba admirada y expectante puesto que en algunos momentos, parecía que el tractor iba a volcar”, afirma. “Pero la pericia e imaginación de Armando y sus modificaciones ha hecho que todo sea cada vez más fácil”.

Durante más de 20 años ese fue su cometido en la Hermandad. Pero el tiempo pasa y todo llega. Llegó el momento en que advirtió que sus habilidades no estaban ya al rendimiento óptimo adecuado para realizar dicha tarea y prefirió trasladar el testigo a otra persona que  pudiera realizarlo mejor. “Dani tiene menos años y mejor maquinaria que yo. Y lo hace muy bien”, señala Alfredo.

En ese momento cambia totalmente su posición en la Hermandad y cumple con su deseo de procesionar, primero como Penitente en determinadas ocasiones y luego como Hermano Mayor que ha sido en varios años.

“Para mí, el Miércoles Santo es el día más importante del año. Estoy nervioso desde días antes y no me tranquilizo hasta que la Santa Cena no vuelve a estar en la Catedral. Pero soy la persona más feliz del mundo cuando estoy en la Catedral con mis hermanos nazarenos y mi familia para comenzar el desfile. Sobre todo desde que ahora se han unido mis sobrinos-nietos”, asegura Alfredo.

Alfredo participa igualmente en todas las actividades que realiza la Hermandad durante el transcurso del año como son la Función Religiosa, la Junta General o la Cena de Banceros. “Esta Hermandad es una verdadera Hermandad con todas las letras. La gente es maravillosa, colaboradora y está dispuesta a apoyar a una excelente Junta de Diputación con Armando Martorell a la cabeza. Cuando voy a algo de la Hermandad me siento como en mi casa”, afirma Alfredo.

La desgraciada aparición del Coronavirus ha supuesto que este año Alfredo no pueda cumplir su deseo de desfilar con la Santa Cena. Será una noche atípica y triste para él. Pero su espíritu y sus ganas pueden con todo y afirma que el Jueves Santo ya estará pensando en el desfile del año 2021. “Me han dicho que según los Estatutos sigo siendo Hermano Mayor para el año que viene y desde ya les digo a todos que el Miércoles Santo del 2021 nos veremos en la Catedral de Cuenca para salir con la Santa Cena, con la ayuda de Dios”.

Una clara muestra de que la Fe y las ganas mueven montañas. Sin importar la edad.