Miércoles Santo 2020. El año sin Semana Santa

Rafael Pérez Caballero

Pregonero de la Semana Santa de Cuenca de 2004 y cartelista de la de 2017

En primer lugar, quiero dar las gracias a Voces de Cuenca en la persona de José Javier Domínguez por darme la oportunidad y confiar en mi para contaros a todos lo que será este Miércoles Santo sin procesión en Cuenca y la esperanza de una nueva Semana Santa el año próximo.

Hoy, 8 de abril sin procesión del Silencio. Las circunstancias lo obligan. ¿Qué pensará esta tarde cada nazareno “del Silencio”, enclaustrado en su casa? Tras un largo año, en la normalidad en que vivíamos nadie podía alcanzar a imaginar que nuestras vidas se iban a trastornar tanto. Llegó la Cuaresma y todo, actos, juntas, conciertos, todo se suspendió. La salud es lo primero, y así debe ser.

Esta tarde pienso en los niños que iban a estrenar por primera vez una túnica. O en aquellos jóvenes que iban a ser banceros hoy, con su Huerto, su Ecce Homo o su Amargura. Cada nazareno, hombre o mujer, más jóvenes o veteranos tendrán un recuerdo muy especial de esta noche durante toda su vida. Nos iremos al ordenador, a la televisión, para ver esas retransmisiones que va a ofrecer la Junta de Cofradías de la procesión del año pasado. Consultaremos una y otra vez el móvil, compartiendo fotografías de otros años, recuerdos y marchas de procesión. Otros, con una amarga sensación de tristeza, no querrán aumentar su pena ni ver nada de Semana Santa por este año.

Pero lo peor, serán las ausencias eternas, la de las personas que durante estos días han fallecido. Los que habéis perdido, y es mi caso, a una persona muy querida y cercana. Esa será la pena más difícil de llevar, la de los que nos han dejado para siempre.

Es difícil ponerme en la piel o más dentro, en el corazón, de los miles de nazarenos que esta tarde se quedarán en casa. Unos estarán trabajando, cuidando a los enfermos, prestando servicios. Ellos serán nuestros héroes a partir de ahora. También recordaré a los amigos que viven fuera de Cuenca y la anhelan durante todo el año y este año no cargarán en sus coches las túnicas y capuces para vivir otra noche más de procesión en este Miércoles Santo. Ellos no vendrán tampoco. No oiremos las marchas al aire frio de la noche. No vendrán las Bandas de música para romper este silencio que nos atrapa a los conquenses y a todos los españoles estos días, la Banda de Trompetas y Tambores de la Junta de Cofradías, la Banda de música de Cuenca, la Banda de música de Horcajo de Santiago, la banda de música de San Clemente y la banda de música de Mota del Cuervo. El único Miserere que se escuchará será el de Mangana en su solitaria plaza.

Pero, igual que la noche es vencida por el día. La muerte da paso a la Resurrección, que es lo que celebramos. Llegará también otra nueva Semana Santa, Veremos pasar este año rápidamente para que se acabe pronto. Y el año próximo será, si Dios quiere, una esplendorosa procesión del Silencio. Los nazarenos, grandes y pequeños pondrán lo mejor de sí mismos, las hermandades y sus Juntas directivas darán, como siempre, lo mejor que tienen que es su trabajo, sacrificio todo el año por la hermandad.

Saldrán de nuevo a la calle nuestras siete hermandades. Bajo la luna llena se instituirá la Eucaristía en la Cena con Jesús al frente de los apóstoles. Nos encomendaremos al Jesús que sufre en el Huerto, a Cristo que mira con misericordia a Judas, a Jesús que ordena bajar la espada a Pedro. Oiremos al gallo cuando Pedro niega tres veces. Rezaremos ante Jesús majestuoso convertido en Ecce Homo y finalmente, muy despacio, acompañaremos a la Madre la Virgen en su camino de Amargura con San Juan.

Espectador, conquense, el año próximo exprime la procesión al máximo. Vuela de San Esteban al Salvador, quédate en la Plaza, sube a la calle de San Pedro. Escucha los Misereres al filo de la madrugada. Busca un hueco en las curvas de la Audiencia. Revienta tu alma en la calle Aguirre. Sube al Salvador y termina tu ruta en San Andrés donde acaba el Silencio del 2021.

Todo esto, ocurrirá dentro de un año cuando el invierno de paso, floreciendo la esperanza en una nueva primavera, que nos deje de nuevo celebrar, nuestra Semana Santa como siempre lo hemos hecho. Así lo soñamos en esta noche triste de la Cuenca nazarena.