Un grupo de repartidores autónomos de Cuenca baraja formar una cooperativa para sobrevivir a la Ley rider

"El problema es que no éramos autónomos al 100%: dependíamos de los horarios, de la zona de pedidos y tarifas que imponían las plataformas; además de la puntuación de los clientes", apunta José Morillo, un repartidor de Cuenca

Actualmente hay una media de 11 repartidores que trabajan en Cuenca que ven peligrar sus puestos de trabajo a raíz de la ley rider, que se aprobará el próximo 12 de agosto. Según afirma José Morillo, un rider que trabaja en Cuenca, durante el invierno se duplica el número de trabajadores que reparten los pedidos de los negocios hosteleros en Cuenca. La ley rider obliga a que plataformas que operan en la localidad conquense, como es el caso de Uber Eats o Glovo, contraten a sus trabajadores que, hasta la fecha, estaban dados de alta como autónomos. Deliveroo, otra de las ‘apps’ presentes en la ciudad, ya ha anunciado que se marcha de España. Los repartidores de Cuenca, como es el caso de José Morillo, están buscando alternativas para subsistir.

Morillo lleva alrededor de un año y medio trabajando con Uber Eats en Cuenca. «El problema es que no éramos autónomos al 100%: dependíamos de los horarios, de la zona de pedidos y tarifas que ellos imponían; además de la puntuación de los clientes… Autonomía es que yo me conecte y desconecte a la aplicación cuando quiera, que elija mi horario de trabajo y que decida mis tarifas». El repartidor es autónomo y ha decidido asociarse con otros «riders conquenses» en forma de cooperativa para trabajar con una aplicación que les permite pactar directamente con los negocios hosteleros sus propias condiciones laborales.

«Nosotros decidimos la tarifa que queremos cobrar y los horarios en los que vamos a trabajar, estamos negociando con los dueños de los restaurantes para llegar a un acuerdo», expone Morillo, «en principio, acordaremos una tarifa fija y un kilometraje». El trabajador adelanta que serán una media de 15 autónomos los que impulsen esta nueva iniciativa de negocio en Cuenca junto a la aplicación ‘Sírveme’.

Falsos autónomos

El repartidor expone que ha estado cobrando una media de 2 euros por pedido con Uber Eats, a lo que se sumaba el kilometraje. Este ‘rider’, trabajador en Cuenca, apunta que las valoraciones de los clientes a través de la aplicación o, incluso, el número total de repartos realizados por los trabajadores constituían parámetros que la plataforma tenía en cuenta a la hora de asignar pedidos a sus repartidores. A pesar de ser autónomo, o «falso autónomo», este trabajador subraya que las tarifas por pedido y los horarios de trabajo venían impuestas por la aplicación con la que trabajaba.

Morillo calcula que un repartidor en Cuenca puede realizar una media de entre 25 y 30 pedidos durante un día del fin de semana, lo que supone una media de 60 euros al día; «estamos bastante precarios», añade. A la tarifa de autónomos se suman otros gastos como el mantenimiento del medio de transporte que utilice el trabajador por cuenta propia.

Un grupo de jóvenes castellano-manchegos crearon en 2017 una aplicación intermediaria entre hosteleros y repartidores para el reparto de comida: Sírveme. La nueva ley ha impulsado este modelo de negocio, que no impone condiciones laborales a los repartidores. «Nuestro modelo de negocio es diferente: no les pagamos, ni les decimos cuánto tienen que trabajar, ni los valoramos», expone el alcazareño Javier Bravo, uno de los creadores de la aplicación. Bravo apunta que, a diferencia del resto de aplicaciones populares, con Sírveme «todo va a ser más local, los hosteleros van a conocer qué repartidor hace su pedido». Por el momento, en la aplicación ya hay tres negocios inscritos entre los que se encuentran restaurantes de la capital y la provincia.