El Rebi Cuenca no continuará su andadura en la EHF Europa League, pero se va de la competición con la dulce convicción de haber defendido su profesionalidad y honor hasta el último partido y haber regalado a su afición -a su más incondicional afición, además- una victoria ante el Pfadi Winterthur (28-24). Los conquenses terminan la aventura europa con cuatro puntos y dos victorias en casa y la sensación, esta más agria, de que con algo más de concentración y acierto en las idas de Suiza (y hasta Eslovenia) ahora podrían estar celebrando el pase a la Main Round.
A eso había venido a Cuenca el Winterthur que tras el empate entre Velenje y Sävehof necesitaba una victoria para no apearse de la competición. No iban a regalar nada ni unos ni otros, por motivos diferentes pero que propiciaron un resultado igualado casi desde el inicio. Comenzó pronto a brillar Sergi Mach en un partido del que ufanarse y, tras alguna aportación de Espinha, los conquenses consiguieron colocarse 8-5 en el marcador poco después del ecuador de la primera mitad.
Lo intentaron los visitantes entonces atacando con siete pero un Rebi muy rápido y bastante preciso -luego ya perdería el derecho a ese adjetivo- con un Arnau insiprado conseguía meter sobre su rival y alcanzar el 12-7 en el minuto 20.
Era el momento de sentenciar y echar a los helvéticos del partido pero una exclusión de Nacho Pizarro desbarató a los locales y reenganchó a los de fuera. Llegaron a aproximarse hasta el 13-11. Una reacción final con sendos tantos de Río y Hackbarth permitía contener el intento de remontada e irse al descanso, tras una muy buen jugada última posesión que acabó en 7 metros, con 15-12.
En la reaunudación los de Goran Cvetkovic supieron meterse antes en harina y con dos goles de Dragsevic acortaron al 15-14. Pero, paradójiamente, el aliento en la nuca sirvió más como excitante que como anestesiantes y de hecho los de Cuenca, con un coral reparto de goles, firmaron sus mejores minutos en ataque y defensa y llevaron el luminoso al 22-16. Funcionó como un reloj.
El partido parecía ponerse a punto de caramelo, o de chocolate suizo, pero el Winterthur guardaba en su caja fuerte fondos reservados de resistencia. Una suma de decisiones arbitrales cuestionadas y cuestionables y, sobre todo, fallos en contras, desde seis metros o en los pases locales fueron desvaneciendo la ventaja de los españoles.
Y a falta de cinco minutos para el final volvían las tablas al marcador. 24-24. El Sargal, enfadadísimo después de que los árbitros señalasen siete metros al interpretar que Sergio Mach pisó lal línea al desviar un balón a puerta vacía, rugió para no dejar pasar la honra europea.
El equipo se contagió de la reacción y desde entonces no encajó ni un gol mientras que metió cuatro. Dos del propio Mach, el rosto de una noche de honra europea.