Unos centímetros de agua y apenas unos segundos bastan para que un día de baño se convierta en una tragedia para los más pequeños. Así lo envidencian los seis casos de ahogamiento que se produjeron el pasado año en la provincia de Cuenca, entre ellos, una niña de dos años ahogada en la piscina de un complejo rural de Puebla de Almenara durante el mes de septiembre, y un menor de 16 años en el rio Júcar, en Mariana, durante el mes de julio.
José Antonio García-Carrasco es el delegado provincial de la Federación de Salvamento y Socorrismo de Castilla-La Mancha y sostiene que los ahogamientos, especialmente los infantiles, son «incidentes prevenibles» con medidas de precaución. García apunta que hay un dato importante que suele omitirse, y son los principios de ahogamiento en menores que acaban por resolverse sin resultar en fallecimiento. A este respecto, García subraya que son «entre tres y cinco las víctimas atendidas por cualquier incidente en el agua, que no resulta el fallecimiento».
Ante unas cifras que son mucho mayores de lo que suele trascender, García señala que el momento del día en el que más ahogamientos infantiles se producen es en la franja horaria de 15:00 a 18:00 horas de la tarde, «coincidiendo con la sobremesa». El delegado provincial resalta que esa franja horaria indica que una de las principales causas por ahogamiento es «la distracción de los adultos a cargo de los menores». En estos casos, que el niño sepa nadar «no es ninguna garantía», según García, pues «cuando llevan mucho tiempo en el agua, la pérdida de temperatura y el cansancio dificultan que sepan resolver cualquier problema que les surja y pueden terminar ahogándose». Ese excesivo tiempo en el agua constituye otra de las principales causas que desembocan en estos accidentes.
Otro de los motivos más comunes de los ahogamientos infantiles es la falta de vallado perimetral que, aunque es obligatorio en las piscinas públicas, no lo es en los espacios privados, lo que desemboca en que las caídas accidentales de los más pequeños puedan tener un desenlace fatal.
La prevención, la mejor «vacuna» contra la «epidemia» de los ahogamientos infantiles
Existen métodos de prevención que pueden evitar los ahogamientos infantiles. El más fundamental es la presencia de un adulto responsable dentro de la propia zona de baño si es posible, o junto a la misma para tener una reacción instantánea en el caso de que se produzca cualquier problema. Del mismo modo, es muy importante la existencia del citado vallado perimetral. Por otra parte, atemperarse con duchas es un paso esencial y obligatorio para que no haya un choque fuerte entre la temperatura ambiental y la del agua. «En el agua, se produce una pérdida de temperatura 25 veces más rápida que en el aire», destaca el delegado provincial.
Un cambio brusco en la temperatura corporal puede provocar desvanecimientos que resulten en ahogamiento, siguiendo esta línea se recomienda evitar que después de que los niños hayan estado expuestos al sol, se metan inmediatamente al área de baño. Con ese enfriamiento, en el agua se puede producir una hipotermia en pocos minutos, destaca el delegado, que causaría «somnolencia a la víctima y una limitación para reaccionar ante las situaciones imprevistas que siempre ocurren en el agua».
Desmintiendo mitos
Habitualmente se piensa en los dispositivos de flotación como una especie de «seguro» para los más pequeños en el baño, sin embargo, García insiste en señalarlos como «complementos» que permiten al niño tener un poco más de independencia en el agua y no estar constantemente en brazos de los padres. García subraya la importancia de que en cualquier caso sean dispositivos homologados porque «están contrastados y ofrecen unas condiciones óptimas de seguridad».
De estos dispositivos, «los típicos flotadores son realmente peligrosos», destaca el delegado provincial, porque «el niño termina colándose dentro» y los flotadores que tienen en el agujero unas oquedades para introducir las piernas del menor «ofrecen una falsa sensación de seguridad», al igual que sucede con los tradicionales manguitos. García subraya que, en todos los casos, el chaleco salvavidas es el más seguro, aunque elegir una talla que no se adecúe al niño «puede ser igualmente arriesgado».
A la luz de este tipo de dispositivos, existen precisamente algunos mitos sobre los ahogamientos infantiles que el delegado provincial de Salvamento y Socorrismo ha querido desmentir. Además del uso de los dispositivos de flotación como alternativa a la vigilancia de un adulto responsable, García destaca el famoso «corte de digestión» como otro de los grandes mitos.
Aunque si que es cierto que el proceso digestivo concentra una gran cantidad de sangre en el estómago y requiere mucha energía, no existe el llamado corte de digestión, si no que «interrumpir ese aporte energético a aparatos digestivos cuando los niños se meten en el agua puede provocar un desvanecimiento» con consecuencias fatales, por lo que es importante que los niños «guarden estas horas de digestión antes de meterse al agua», destaca el delegado provincial.
Del mismo modo, las piscinas infantiles debido a su poca profundidad pueden parecer más seguras que las de adultos, sin embargo el delegado provincial destaca que «los niños, al igual que los ancianos son población de riesgo», y que «basta un palmo de agua para que una persona se ahogue». En cualquier caso, «ningún niño debe bañarse sin la compañía de un adulto», destaca García, algo que en la región está regulado hasta los ocho años.
Las consecuencias de los ahogamientos infantiles
Aunque lo que suele trascender a la conversación pública son los fallecimientos por este tipo de incidentes, existen otras muchas consecuencias cuando un menor se ahoga pero se le consigue rescatar. La hipoxia, un estado de deficiencia de oxígeno en la sangre, células y tejidos del organismo, que compromete su correcto funcionamiento, fruto del ahogamiento puede tener consecuencias importantes. García señala que «si hay muerte celular, el menor va a tener una afectación importante». Aunque ha habido casos en los que niños que han pasado un tiempo importante debajo del agua han podido recuperarse sin consecuencias, el delegado provincial destaca que hay bastantes casos en los que quedan secuelas tras un principio de ahogamiento.
Por otro lado, García señala las lesiones medulares que se producen en juegos como tirarse constantemente a los espacios de baño o hacerlo de cabeza en zonas profundas, «el estar jugando y que se tropiecen o una mala caída se traduce siempre en lesiones importantes que pueden llegar a ser lesiones medulares con consecuencias bastante desagradables».
Qué hacer en caso de ahogamiento infantil
En el caso de que se produzca un ahogamiento infantil, García señala la importancia de sacar al menor inmediatamente del agua «en cualquier posición». Tras esto, y valorando la respuesta, es importante pedir ayuda llamando al 1-1-2 para que los técnicos de emergencias reviertan la situación «porque nosotros solos no vamos a poder», apunta el delegado provincial. De ahí, si es necesario y se hubiera producido una interrupción de las funciones vitales, habría que intentar recuperarlas manualmente realizando las maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Sobre el uso de maniobras para escupir el agua que tanto se han popularizado en series y películas, García refiere que «está comprobado que el agua, una vez que entra en el árbol respiratorio, rápidamente pasa a través de los alveolos al torrente sanguíneo y cualquier maniobra no va a resultar efectiva». Lo que si resulta importante en este aspecto es poner a la víctima de ahogamiento de lado una vez recupera las funciones vitales, ya que es «una medida de precaución y una posición de seguridad si existe la posibilidad de vómitos», refiere el delegado provincial. De este modo, el vómito no entraría en el árbol respiratorio y se evitaría otra parada cardiorespiratoria y que el afectado se ahogue con su propio vómito.