Nereydas y el retorno de la esperanza

Crítica del primero de los conciertos del nuevo Ciclo de Adviento de la Semana de Música Religiosa de Cuenca

Manuel Millán de las Heras

Han sido demasiados días, 957 para ser exactos. Las últimas notas de las SMR de Cuenca se escucharon un 21 de abril de 2019 y tras ello, hemos sufrido este apagón que la naturaleza nos ha regalado como un veneno destructor. El arte no paró, como se demostró en los ciclos de Música en la Catedral, pero la maquinaria de las SMR es demasiado grande como para depender de las veleidades de un virus caprichoso e impredecible. Ayer, toda esta pesadilla tocó a su fin.

La reapertura de las SMR tuvo como protagonista a uno de los grupos programados para la edición de 2020: Nereydas. La formación está creada y liderada por el toledano Javier Ulises Illán y es, hoy por hoy, un referente nacional de la interpretación de la música renacentista y barroca con instrumentos originales y visión historicista. Cumple diez años, en los que nos ha dejado momentos increíbles, como la grabación del CD libro “Angélico Greco” en 2014 –cuarto centenario del fallecimiento del pintor— y un sinfín de conciertos de música barroca española e internacional.

El concierto se centró en dos compositores imprescindibles del barroco tardío: Jan Dismas Zelenka y Georg Friedrich Haendel. Ambos tuvieron una vida viajera, llegaron a Italia y terminaron lejos de sus patrias de origen. Zelenka en la corte de Dresde y Haendel en Inglaterra, donde fue enterrado entre grandes honores. Ambos tuvieron la admiración de Johann Sebastian Bach, aunque hoy en día es más conocido el alemán que el bohemio. Pero recuerden, la historia de la música es un simple relato viciado por el desconocimiento y el barniz romántico. No caigan en la tentación absurda de creer que posee algún poder limpiador de las calidades del pasado.

Las obras presentadas marcaban las excelencias de ambos compositores. El eje de casi todo el concierto fue el texto “Dixit Dominus”. Zelenka y Haendel mostraron su particular estilo sobre un mismo texto. Zelenka es un auténtico talento del contrapunto y rezuma una expresividad impactante y espiritual. Haendel es especialmente luminoso en esta obra creada durante su periodo italiano. Son dos obras maestras, modélicas y realizadas desde un control absoluto de los recursos vocales e instrumentales. El concierto se completó con la obertura de la “Oda a Santa Cecilia” de Haendel y como bis se interpretó el primer tiempo del Miserere de Zelenka.

El concierto se desarrolló entre la inmensa belleza de la Catedral de Santa María y San Julián de Cuenca. La agrupación se situó justo delante del arco de Jamete y el público abarrotó el transepto. El arco estaba iluminado con una tenue luz azul que dio una peculiar calidez a una noche gélida y casi incompatible con la interpretación musical (no creo que se superaran los ocho o diez grados de temperatura). Pero ahí surgió la magia que sólo los grandes músicos consiguen crear. Los dedos y las voces ya estaban calientes tras los desajustes lógicos de la obertura y Javier Ulises Illán mostró su absoluto dominio del mundo barroco. El talento del director y violinista toledano radica en la infinidad de matices que extrae y su huida de cualquier situación reiterativa. Las cuerdas y el coro de Nereydas son cascadas que crecen y decrecen, un bálsamo contra la monotonía.

El Ciclo de Adviento es una excelente idea que ofrece novedad a las Semanas de Música Religiosa. Obviamente, se deberán corregir algunos desajustes para próximas ediciones: buscar remedio para estas temperaturas extremas y una mayor coordinación de los proyectos culturales en la ciudad, ya que este ciclo coincide con la celebración de los 25 años de la declaración de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. El nuevo director tiene toda la ilusión, la capacidad y la experiencia. Seguro que conseguirá resolver esas cuestiones.