Marina Sánchez es una joven médico de Montalbo que se acercó al diagnóstico oncológico en las pacientes de cáncer de mama cuando realizaba rotaciones a mitad de carrera por diferentes servicios de la Vall d´Hebron. Sánchez confiesa que el tratar directamente con esas pacientes fue una especie de «baño de realidad», especialmente cuando comprobó en primera línea como una joven de 22 acabó en cuidados paliativos porque «tuvo una detección muy tardía y ya no se podía hacer nada por ella». Esta paciente era la primera generación de su familia con una mutación en un gen reparador de genoma, Sánchez explica que «estos genes, cuando están mutados, hacen que algunos cánceres de tipo ginecológico, mama y ovario sobre todo, se manifiesten a edades tempranas». Por otro lado, en su entrono más cercano amigas de su madre también habían padecido jóvenes esta enfermedad. La médico fue consciente entonces que eran muchas las mujeres afectadas por esta enfermedad y a raíz de aquel caso que afirma que «me impresionó mucho», comenzó a trabajar en un producto que ayudase a todas las mujeres en el proceso de detección.
Ubra Health es un sujetador inteligente personalizado y creado con materiales ecológicos, que tiene en su interior una pieza de sensores para la obtención de información que se conectan a la aplicación. Dicha aplicación recibe la información vía bluetooth y da a la usuaria acceso a información en tiempo real para ayudarla a tomar decisiones y seguimiento, acelerando los diagnósticos. Además proporciona acceso a consultas privadas on-line con oncólogos, psicólogos, nutricionistas, entre otros profesionales. Esta parte más médica se complemente con formaciones online de autoexploración, gestión emocional, conexión con el cuerpo, impacto hormonal y nutrición ofrecidos por diferentes especialistas y una comunidad de apoyo de mujeres para compartir experiencias a través de un foro.

Aunque Sánchez es graduada en Logopedia por la Universidad de Valencia y en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona, a raíz del proyecto ha complementado su formación con un máster en ingeniería biomédica de la Universidad de Barcelona y actualmente se encuentra realizando un doctorado en Ginecología, Pediatría y Obstetricia en la La Vall d’Hebron con la Universidad Autónoma de Barcelona.
La situación del cáncer de mama en España es delicada por varios motivos. Por un lado está implementado un programa de cribado mediante el uso de la prueba de mamografía. A través de los Rayos X se detectan precozmente cánceres de mama haciendo que la supervivencia «sea hasta del 95% hoy en día con los tratamientos que hay», destaca Sánchez. Sin embargo, según señala la médico «este cribado está limitado en edad, lo hacemos de 50 a 69 años de manera bianual. Se notifica a las mujeres, se les realiza la prueba y si no te llaman, no ha pasado nada y si te llaman es porque a lo mejor te han visto algo». Fuera de esos cribados quedan las mujeres por debajo de 50 años o por encima de 69 y «cada vez vemos cánceres de mama en edades más tempranas y por encima de los 65 años, ya sea porque están cambiando factores ambientales, sociales o del estilo de vida». Sobre el modo en que se cubre a estas mujeres, Sánchez destaca que «si tienes un antecedente médico en la familia de este cáncer puede comenzarse el cribado a los 40 años y te hacen algún seguimiento». Por otro lado, la situación geográfica produce también una desigualdad en la accesibilidad a herramientas de detección precoz, algo que Sánchez subraya indicando que «no es lo mismo en un pueblo, que en una ciudad, que puedes ir a un hospital en cualquier momento y tienen los instrumentos necesarios».
Por otro lado, Sánchez destaca que las pacientes en las que se realizan los cribados sufren, en algunas ocasiones, sobrediagnóstico y sobretratamiento porque «hay muchos cánceres o lesiones que se detectan en una mamografía pero acaban o no siendo cáncer o siendo lesiones que no acaban de ser amenazantes para la mujer», sin embargo dichas lesiones reciben el mismo tratamiento que se llevaría a cabo con un cáncer «lo que supone un impacto físico y emocional para la mujer», según señala la médico conquense.
Todas estas casuísticas en materia oncológica motivaron a la médico a idear un instrumento que tratase de mejorar las brechas que había en la situación actual de la detención precoz y del diagnóstico de cáncer de mama. Con estos objetivos Sánchez planteó un dispositivo médico wereable, un instrumento electrónico inteligente que se pueda llevar puesto o integrar en la ropa o accesorios. La razón de decantarse por esta fórmula es que «era algo que nos podría dar información estando incluso a distancia y que en una pieza cotidiana que lleváramos las mujeres día a día», apunta Sánchez.
Del mismo modo, Sánchez destaca que «falta mucha educación en salud» porque «sabemos que aproximadamente el 80% del cáncer se evitaría conociendo los factores de riesgo que hay y existe una falta educacional de estos factores de riesgo muy grande, especialmente el cáncer de mama». Entre los factores de riesgo la médico señala que se clasifican en modificables «que son sobre los que podemos actuar la mayoría de la población» y los no modificables «que ya te vienen dados». Entre los factores de riesgo no modificables se encuentran algunos como la altura, condiciones genéticas o antecedentes familiares y dentro de lo modificable se encuentran un nivel estrogénico y hormonal muy elevado o la inactividad física.
Ante un sistema que tiene «sus ventajas y sus inconvenientes» Marina Sánchez junto a otros 7 investigadores está desarrollando Ubra para tratar de aportar su grano de arena con este dispositivo médico que cuenta con un amplio proceso de desarrollo y debe someterse a multitud de regulatorias que garantizarán que el dispositivo médico cumple una serie de requisitos para realizar la detección. Sánchez señala que en su caso les gustaría «poder incrementar la sensibilidad y la precisión y facilitar a la usuaria una herramienta inicialmente complementaria a las pruebas convencionales que ya están instauradas en el sistema hasta que se garantice que pueda ser superior esa sensibilidad y especificidad». Por otro lado, con Ubra la montalbeña quiere «poder acompañar a la usuaria en todo el proceso». La idea, según Sánchez es «acabar de desarrollar este dispositivo de monitorización, poder entender mejor el tipo de lesión que tiene la usuaria y en el momento en el que se detecte alguna anomalía o algún cambio, poder alertarla y ponerla en contacto mediante una plataforma de telemedicina con un profesional, que valorará si es necesario derivarla al hospital a hacerse una prueba convencional y poder iniciar el proceso de una manera más eficaz».
Sobre el modo en que se usaría este producto, Marina Sánchez apunta que «estamos por la fase inicial de proyecto, estudiando con varios ingenieros de diseño y de experiencia de usuarios de producto que están testeando esto porque queremos hacerlo bien». Con este objetivo, las investigadoras han realizado recientemente un estudio mediante encuestas a casi mil mujeres de toda España para ver también qué intereses tenían respecto al cáncer de mama, cómo valoraban los servicios actuales, si utilizarían el dispositivo o con qué frecuencia lo harían. Sánchez destaca que «muchas de estas mujeres se han ofrecido a colaborar en la creación» y que les interesa que el mayor número de mujeres tome partido porque quieren diseñar un dispositivo adaptado a la mujer «que esté diseñado entre todas y tenga en cuenta nuestras necesidades para poder implementarlas».

Ubra Health «podría evolucionar la detención» señala la médico, y como deseo de futuro manifiesta el «poder implementar la IA más adelante e incluso predecir el tipo de cáncer de mama que es, pues se trata de una enfermedad muy heterogénea». Este dispositivo, en palabras de una de sus creadoras «podría ayudarnos es a generar mayor accesibilidad a la población» porque son muchas las mujeres, hasta un 25%, que no acuden a los cribados cuando son llamadas, una tendencia aún más significativa en zonas rurales. Entre los motivos de esto se encuentran el miedo, el dolor o no querer recibir radiación ionizante, según el estudio que ha realizado la montalbeña. En el caso de Ubra, se trataría de un dispositivo no invasivo y no indoloro que no emplea radiación, si no «otro tipo de tecnologías que han estado durante muchos años estudiadas en el tema del cáncer de mama, pero que por ciertos inconvenientes no se han acabado aplicando en centros hospitalarios», apunta Sánchez. En cuanto a las limitaciones iniciales que podría tener el dispositivo, la médico apunta que «estarían más relacionados con la sensibilidad y la precisión», factores que «poco a poco se irían ajustando con la generación de bases de datos».
Otro de los aspectos que vendría a cubrir este dispositivo según apunta su creadora sería la monitorización, ofreciendo una «herramienta complementaria que puede ayudar a entender mejor el comportamiento de las lesiones». El monitoreo permitirá a los profesionales «ver de qué manera abordar cada cáncer de mama y poder personalizar el abordaje mucho más», llegando incluso a «realizar seguimiento a usuarias que lo han padecido y anticipar posibles recaídas en el peor de los casos» según destaca Sánchez. De este modo también se abordarían dos cuestiones esenciales que ha señalado la médico, el factor emocional y de acompañamiento y la educación con respecto a la salud reproductiva de la mujer, dos cuestiones que también contemplaría este dispositivo y que mejoraría la salud de la mujer.