«Somos la consecuencia de lo que nos sucedió desde que fuimos concebidos hasta los tres años»

Entrevista con Miguel Chillarón Yuste, presidente de la Asociación de Madres y Padres de Adopción, Acogimiento y Adversidad de Cuenca

En 2019, un grupo de padres y madres adoptivos de Cuenca empezaron a fraguar la idea de crear una asociación que les permitiera organizarse y hacer visibles sus problemas, como las consecuencias de la adversidad temprana. El parón provocado por la pandemia no los detuvo, y se constituyeron como la Asociación de Madres y Padres de Adopción, Acogimiento y Adversidad de Cuenca, una organización nacida para abordar las consecuencias de la adversidad temprana en los niños y hacer llegar los recursos necesarios a las personas que la han sufrido y sus familias.

Miguel Chillarón Yuste, presidente de la Asociación, defiende que no se deben esconder estas realidades, y que si alguna familia tiene dificultades en la crianza de mis hijos, “lo vergonzoso sería ocultarlo”. Miguel añade que para relacionarse con sus hijos echaba en falta ciertas habilidades, por lo que reconoció “su incapacidad” y buscó apoyo. Y, respecto a la formación y el apoyo, destaca: “pienso que la necesidad es de los padres”.

¿Cómo surge la idea de la asociación? ¿A qué responde?

Empezamos a pensar en crear una asociación los padres que participamos en las reuniones que desde los servicios sociales, el servicio de menores. Los padres adoptivos necesitábamos compartir nuestras inquietudes, nuestras, por así decirlo, ignorancias o deficiencias a la hora de la educación y el cuidado de unos niños que tienen unas características singulares que les diferencian de otros niños biológicos, aunque hay algunos biológicos que son muy parecidos a los nuestros. El grupo de padres que estábamos allí decidimos hacer un grupo de autoayuda donde compartir esas inquietudes y nuestros problemas y, a lo mejor, buscar soluciones comunes porque a veces uno se siente incomprendido por la sociedad.

¿Siente que existe un gran desconocimiento sobre la adversidad temprana?

Un niño que esté en adopción o acogimiento ha sufrido de alguna manera Adversidad Temprana. Nosotros lo decimos de una forma muy simple, la “Adversidad Temprana” es todo aquello que pasó durante el embarazo o en los primeros años de vida del niño y que no debía haber sucedido o todo aquello que no pasó y debería haber sucedido. ¿Qué no debiera haber sucedido? Un niño durante el embarazo si comparte la sangre de su madre que es alcohólica, va a compartir esas sustancias con su madre, entonces es posible que salga con un trastorno del espectro alcohólico fetal. O un niño que en sus primeros días sufre abandono, lo dejan a la puerta de una institución, o que no lo alimentan como corresponde. Y todas aquellas circunstancias que deberían haber sucedido: dar el pecho, dar calor, atenderlo cuando llora, estar presente. Sin embargo, hay muchos que han sufrido adversidad temprana pero siguen estando en sus familias biológicas, y eso no significa que sus familias hayan sido de alguna manera negligentes. Una hospitalización, un accidente traumático, fallece el padre o la madre, eso puede provocar adversidad temprana.

Las causas pueden ser muy diferentes y complejas de analizar, ¿a los padres os es difícil detectar este problema?

Muchas veces lo detectamos por las secuelas que tiene la adversidad temprana sobre el comportamiento del niño o de la niña. Todas estas circunstancias dejan unas huellas, porque el cerebro que es de esos órganos que está en permanente evolución. Genera unas secuelas que luego es muy complejo modificarlas, se pueden cambiar, pero es muy complejo. Si un niño está sufriendo una circunstancia de estrés eso hace que su amígdala cerebral genere cortisol de forma permanente. Un niño que ha estado sometido a esas circunstancias estresantes va a tener una hiperactividad, una ansiedad, va a estar permanentemente en alerta. Esto al final se nota. Podemos encontrar también lo contrario, niños que son muy retraídos, que no se relacionan con nadie, que tienen una baja autoestima.

Y en su desarrollo, ¿cuáles son los problemas más habituales a los que se enfrentan estos chicos y chicas?

Los problemas más habituales son en el seno familiar y en la escuela. Se manifiesta con rabietas, a veces tiran cosas por los suelos, contestan mal, no duermen, tienen dificultades para regular la alimentación o la higiene personal. En el colegio tienen dificultades para atender, para estarse quietos, para comprender, y algunos manifiestan que son más revoltosos.

¿Qué tipo de apoyo y recursos necesitáis las familias?

Por regla general no nos entienden. En muchas ocasiones nos mandan a salud mental. Y al final acabamos en Postadopción porque son, por así decirlo, los que más cercanos están a nuestra situación. Desde nuestro punto de vista, todo el mundo considera que el niño es un afortunado, porque pasó de una realidad adversa y traumática y de repente está con una familia que ha pasado un filtro de idoneidad para la adopción. Y nada más lejos de la realidad.

¿Sentís que hace falta una mejor formación y una mayor sensibilización en colegios y hospitales?

Sí, la idea generalizada sobre un crío que haya sufrido adversidad temprana es que luego no se acuerda. Pero sí que nuestro cerebro se ha formado en base a esos hechos. Contrariamente a lo que todo el mundo cree, somos la consecuencia de lo que nos sucedió entre los menos nueve meses, desde que fuimos concebidos, hasta los tres años. Nosotros nos encontramos a gente con cincuenta años que es “rarita”, porque algo le pasó en su infancia. En Educación, en Sanidad, o en Bienestar Social hay personas que te lo dicen, eso sucedió hace diez años, tu hijo tiene ahora trece, y tenemos que estar a lo que pasó entonces. Nuestra familia y amigos a veces no lo entienden, y los profesores tampoco. Somos acusados de “malcriadores”. Igual que alguien que tiene una discapacidad y está diagnosticado, los nuestros tienen discapacidades invisibles, difíciles de diagnosticar, no son físicas.

Hace unos días os reunisteis con el Gobierno de Castilla-La Mancha, ¿cómo fue el encuentro?

Nos reunimos con las delegadas de Educación, Sanidad y Bienestar Social. Me fui absolutamente satisfecho por la capacidad de empatía que tuvieron con nosotros, esa sensibilidad que mostraron, yo estoy satisfecho. Nos trataron muy bien y nos sentimos comprendidos. Fue muy grata la reunión, y yo creo que muy provechosa.

Desde la asociación, ¿esperan que se atiendan sus demandas?

Sí, de hecho esta semana se van a reunir con la delegada de Educación para tratar asuntos sobre “Adversidad Temprana” y sus consecuencias y secuelas de cara a la escuela, dirigida a profesores, alumnos y padres para sensibilizar y formar sobre qué es. Se están preparando guías explicativas para sensibilizar, y se van a entregar en mano para que luego en las reuniones preparatorias del próximo curso haya material para proporcionarlo al personal docente, que también es muy importante, los que están en el colegio pero no son docentes.

De cara al curso que viene, ¿los colegios de Cuenca van a contar con estos materiales formativos?

Sí, esta semana les van a entregar unas guías físicamente y en soporte informático. Además, seguimos hablando. La otra cuestión es una mesa de coordinación, porque somos nosotros los que vamos a Educación, de allí al Cuenca IV y de ahí vamos a Bienestar Social. Proponemos que haya una mesa en la cual estén las tres administraciones y estemos los afectados.

Aunque, como mencionas, es complicado manejar este tipo de problemáticas, ¿cómo describirías una historia de alguno de estos chicos y chicas que haya evolucionado de forma positiva?

Nosotros somos asiduos de psicólogos, psiquiatras y terapeutas, y mira, mi psicóloga es una historia de éxito porque ella es una niña adoptada. Ella fue capaz de superar sus circunstancias personales, no por la familia adoptante, si no por los traumas que estos niños arrastran. Y dijo: Yo tengo que ayudar al resto de niños adoptados. Hay chavales que han superado sus historias de adversidad y las han superado en el seno de una familia española y ahora tú no les ves absolutamente nada. Lo que pasa es que hay una etapa de su vida que es muy difícil, y es una etapa que está entre los doce y los dieciocho o veinte años en la que se preguntan: ¿Qué pijos hago yo aquí?, y ¿por qué me pasó a mi esto?. Es una etapa ya de por sí complicada.

A un padre, madre o tutor que perciba que puede estar en una situación similar a la que describes, ¿qué consejo le darías?

Mi consejo es que no sufra en soledad. Hay soluciones. Yo, cuando más mejoría he visto en mis hijos, ha sido cuando he cambiado mi actitud ante ellos. Pasar de responsabilizarlos a decir: ¿Qué puedo hacer yo? Los que tengan esta situación, los primeros que se tienen que hacer mirar son ellos, no los hijos. Los hijos, como digo yo, son de libro. Se comportan como pone en los manuales, otros hijos no, pero los nuestros sí. El que no está en los libros soy yo. Soy yo el que tengo que pensar, “coño, no le puedo decir esto” y pensar cuales son sus disparadores. Si tú vas manejando eso, al final vas consiguiendo cosas. Hay que dormir mucho, no hay que cabrearse, no hay que hacer actividades que generen estrés. Si los padres lo sabemos, dejamos de convertirnos en un elemento más de riesgo para el crío, y pasamos a ser un refugio.