La ciudad de Cuenca registró 433 nuevos casos de coronavirus entre el 18 y el 24 de enero una cifra que, aunque supone una elevada incidencia casi pareja al pico de la segunda ola, es la primera bajada tras mes y medio de incrementos. Este descenso del 26,4% respecto a los datos de la semana anterior apunta a un cambio de tendencia más allá de que se trate de cifras provisionalmente suelen ser corregidos al alza por la Consejería de Sanidad debido a las demoras en las notificaciones.
Cronológicamente el virus ha demostrado que primero suben o bajan los contagios y posteriormente, con un retardo de entre una y cuatro semanas, se replica la misma trayectoria en hospitalizaciones y muertes. El número absoluto de nuevas infecciones es como «el canario de la mina» que anticipa la existencia de peligro en las galerías.
La estadística se centra en la primera semana de aplicación de las medidas de Nivel 3 reforzado (cierre perimetral de municipios, de hostelería y grandes superficies comerciales no esenciales, entre otras limitaciones como el toque de queda a las 22:00 horas) por lo que sólo sirve muy parcialmente para evaluar sus efectos, ya que la detección de una infección suele acumular varios días de retraso cuando se produce. La nueva normativa entró en vigor el 19 de enero por lo que apenas ha habido margen en este análisis para mesurar su eficacia.
En las últimas dos semanas completas la capital conquense ha diagnosticado 1.022 casos nuevos. Es decir, en catorce días se han contagiado dos de cada cien empadronados. La tasa de incidencia acumulada en ese lapso se dispara hasta los 1.869 casos por cada 100.000 habitantes, lo que multiplica por 7,4 nada menos el umbral (250) en el que un territorio está «en riesgo muy alto», según la clasificación elaborada por el Ministerio de Sanidad. Es 3,78 veces el límite de referencia de la Unión Europea, fijado en 500 infecciones por 100.000 residentes. Y también el récord desde que existen datos desglosados por municipios.
