Entre hoces, molinos y plazas dormidas, Cuenca es un álbum que no se agota. Estos son pueblos conquenses donde la cámara no sólo captura paisajes, sino la esencia de un territorio que vive entre la piedra y la luz.
Cañamares: la intensidad del Escabas
A orillas del río Escabas, en plena Serranía de Cuenca, Cañamares se enclave un valle y combina el verdor de sus masas arbóreas con el reflejo de sus aguas tranquilas. A unos 908 metros de altitud y con poco más de 450 habitantes, es la puerta A a una de las zonas con la naturaleza más espectacular del centro de la Península. Las huertas, los chopos y el murmullo del agua componen un escenario de calma luminosa.
📷 El plano perfecto: Al lado de la Playeta, al atardecer, cuando el sol se refleja en el Escabas.
Garaballa: el pueblo que se eleva entre cerros y nieblas
En la Serranía Baja, Garaballa se alza a 945 m de altitud junto al río Ojos de Moya. Su pequeño caserío, de apenas 70 habitantes, se agrupa bajo la mirada del Santuario de Nuestra Señora de Tejeda, joya del siglo XVI y centro de una devoción cuya área de influencia se extiende por una extensa comarca y más allá de ella.
📷 Por qué merece la foto: Por sus amaneceres entre niebla, los cerros que la enmarcan y la silueta del santuario emergiendo entre los árboles.
Buenache de la Sierra: un balcón hacia el infinito
A sólo 15 km de Cuenca, Buenache de la Sierra se levanta sobre un altiplano de 1 200 m que domina todo el relieve serrano. Su entorno, lleno de pinares y sabinas, ofrece vistas abiertas hacia las hoces del Júcar y del Huécar. Un lugar de aire limpio y horizontes amplios, perfecto para quienes buscan panorámicas sin filtros.
📷 Recomendación: desde el Alto del Puerto, al anochecer, con las luces de Cuenca al fondo.
Beteta: piedra vertical y reflejos del Guadiela
En el noreste conquense, a más de 1 200 m de altitud, Beteta se asienta sobre el valle del Guadiela. Su castillo medieval y su torre del homenaje presiden un pueblo que conserva su carácter de arquitectura típica serrana, con sus empedrados y su plaza porticada. Muy cerca, la Hoz de Beteta y el embalse del Tobar multiplican las posibilidades fotográficas.
📷 Rincón ideal: El mirador de la Hoz del Betea, con vistas impresionantes, especialmente en el otoño y la primavera.
Huete: monumentalidad alcarreña
En la Alcarria conquense, Huete combina historia, arquitectura y autenticidad. Antigua ciudad de origen romano y con esplendor medieval, renacentista y barroco, conserva conventos como el de Jesús y María o La Merced, iglesias monumentales como Santo Domingo y los delicados restos góticos de Santa María de Atienza. Queda también perfecta en cámara su esbelta Torre del Reloj. Su piedra cambia de tono según la hora del día.
📷 Truco: Desde los restos del Castillo al atardecer, se domina un amplio territorio y una visión privilegiada del conjunto monumental.
San Clemente: geometría perfecta en la llanura
La plaza Mayor de San Clemente, con su ayuntamiento plateresco y sus soportales renacentistas, es una lección de simetría. La villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico, conserva calles de trazado limpio y torres que recortan la llanura manchega. Imprescindibles sus conventos, sus iglesias y la sede de la Fundación Antonio Pérez.
📷 No falla: Al mediodía, cuando las sombras dibujan geometrías perfectas sobre la piedra.
Priego: el pueblo que se asoma al vacío
Entre la Alcarria y la Serranía, Priego es una de esas grandes combinaciones de naturaleza y arquitectura que suelen asombrar a los turistas, con balcones naturales que se asoman al vacío. El convento de San Miguel de la Victoria, la iglesia, los restos monumental y las casas solariegas del casco antiguo conforman un conjunto armónico y silencios que tienen su contrapunto más orgánico en el Estrecho de Priego.
📷 Mejor hora: Amanecer, con la neblina levantándose del río.
Molinos de Papel: belleza industrial y neogótica en el Huécar
A sólo siete kilómetros de la capital y a través de la privilegiada Hoz del Huécar se llega a Molinos de Papel, pedanía de Palomera que fue un enclave papalero desde el siglo XVII. Las ruinas de sus antiguas fábricas y la hoz que lo acoge crean una atmósfera única: mezcla de naturaleza, historia y melancolía. Imprescindible el neogótico panteón de los Cuba y Clemente.
📷 El encuadre perfecto: Cualquiera con la vegetación de la ribera Huécar enmarcando la toma.
La belleza sin filtro
Cuenca no necesita grandes nombres para ser fotogénica. En cada uno de estos pueblos —de la Alcarria a la Serranía y La Mancha— la cámara no inventa: revela. Son lugares donde el tiempo no se detiene, simplemente se posa.













