Es costumbre diversas zonas del país celebrar las Fiestas de Moros y Cristianos como uno de esos vestigios que dejó la Reconquista en la cultura española. Esas fiestas se pueden disfrutar en localidades como Alcoy, Almansa, Villajoyosa o Valverde del Júcar. Sin embargo, las Fiestas de Moros y Cristianos de Valera de Abajo pueden presumir de unas características únicas y de un evento con unas grandes raíces históricas. Ahora, unas fiestas que duplican la población de este pueblo conquense, buscan el reconocimiento de Interés Turístico Regional.
Como explica el alcalde de Las Valeras, Daniel Pérez Osma, a Voces de Cuenca motivos no faltan para conseguir esta demarcación para los días más importantes del año en la localidad. Los vecinos se preparan durante 365 días para unas fiestas que se pueden llegar a remontar según la rumología historica al año 1488, donde ya se decía que se bailaba ‘la zambra’. Algo más contrastado es el hecho de que atribuye a Diego Fernández de Alarcón, primer Señor de Valera, la implantación de la Fiesta de Moros y Cristianos allá por el año 1591, en recuerdo de los combates antiguos entre musulmanes y cristianos.
Osma recuerda como muchos de los Moros y Cristianos que se celebran en otros lugares «no llegan ni a los 100 años de antigüedad», mientras que en Valera de Abajo, ya en 1872 existen documentos donde se regulan todas las celebraciones de la localidad en un mismo reglamento y se reconstruyó la Compañía de Cristianos. También a través de los documentos históricos se puede observar como esta celebración en honor al Santo Niño se ha ido desarrollando de manera ininterrumpida todos los años el tercer fin de semana de enero. Solo durante la Guerra Civil, y este 2022 que la situación sanitaria ha traslado la fiesta al mes de marzo, han sido la excepción.
El momento clave de estos días de fiesta llega el lunes por la noche con una procesión nocturna donde el Santo Niño es el protagonista. Esa noche es uno de los motivos que hacen de estos Moros y Cristianos únicos, con la imagen escoltada con la corrida de banderas, la dulzaina y el tambor tocando, la pólvora sonando a través de los trabucazos, y las filas de «cumplidores» rodeando la imagen, mientras la gente del pueblo tira al niño colación -una composición garbanzos y cañamones tostados, bolitas de anís, grajeas dulces, caramelos, almendras dulces y avellanas-.
«Cuando todo se acaba, toda la plaza del Santo Niño se queda en silencio mientras que su imagen contempla los fuegos artificiales», cuenta orgulloso el primer edil de Las Valeras. También se puede valorar como único el vestuario de los participantes, ya que mientras la vestimenta de los moros es muy parecida al resto de fiestas levantinas (o de Valverde del Júcar), aquí el elemento diferenciador es la vestimenta cristiana, oscura con su sombrero y capa castellana, como si de un cuadro de Velázquez se tratase, y que prácticamente no ha cambiado. El propio Santo Niño en procesión alterna llevar puesto el sombrero cristiano, o el turbante morisco.
«Igual que a las fiestas de Valverde se le reconoce por la pólvora, en Valera quien manda es la música«, afirma orgulloso Pérez Osma señalando que la dulzaina y el tambor están presente en las filas de los bandos. Las canciones que suenan a través de estos instrumentos son propiedad del pueblo valeriense, ya que llevan pasando de generación en generación «desde siempre». Esto se puede ver reflejado en ‘la quema del Vaso’, una tradición que se celebra en honor a los que «cumplen» o «salen» de las filas de Moros y Cristianos, que prenden un vaso y bailan una jota alrededor de él.
Las Guerrillas es una tradición ‘relativamente’ nueva donde los moros ya se han convertido al cristianismo, sin embargo, ahora tienen una batalla dialéctica con el otro bando por el amor del Santo Niño: «Llevan celebrándose siglos, pero desde hace un lustro se han modificado de la mano de Miguel Romero que ha escrito unos versos solo para Valera».
Un museo y una app para luchar por la declaración de Interés Turístico Regional
Todo este conjunto de particularidades con respecto a otras fiestas de España han llevado al Ayuntamiento de Las Valeras a iniciar los trámites para que sus fiestas de Moros y Cristianos sean de Interés Turístico Regional. Esta declaración se otorga a aquellas acciones de naturaleza cultural, popular, artística, deportiva, gastronómica o de cualquier otra que comporten especial importancia como atractivo turístico de la Comunidad Autónoma.
Desde la localidad conquense aprecian que cumplen todos los requisitos para que sus fiestas sean reconocidas autonómicamente, aun así, desde el consistorio se sigue trabajando por darle más valor añadido a esta celebración. Para las próximas celebraciones aplazadas al mes de marzo se han invitado a historiadores y escritores a que conozcan la localidad y sus tradiciones.
También el consistorio de Las Valeras ha aprobado la construcción del Museo de Moros y Cristianos, y la licitación del proyecto saldrá en breve. Servirá como homenaje de estas fiestas pero, también para que sirva como centro de interpretación y de recepción a los visitantes que reciba el pueblo.
Otro de los objetivos es lanzar una aplicación para dispositivos móviles con vídeos en 360º de estos eventos, también con las fiestas en directo, de tal manera que todo aquel que use esta app pueda saber a tiempo real dónde están las filas, la procesión y todo lo que acontece en torno al Santo Niño. «Queremos unas fiestas preparadas para el siglo XXI», declara Daniel Osma.
De momento se puede disfrutar de la página fiestasdemorosycristianos.es, una web dedicada únicamente a las fiestas de Valera de Abajo, con información muy completa de todo lo que rodea esa celebración, desde la propia historia hasta una extensa fotogalería, y todo lo necesario para visitar la localidad con los deberes hechos.
En la actualidad hay 135 Fiestas de Interés Turístico Regional en Castilla-La Mancha y 17 se celebran en la provincia de Cuenca: La Endiablada de Almonacid del Marquesado, la Alvarada de Cañete, la Semana Santa y Semana de Música Religiosa y las fiestas San Mateo de Cuenca, el Vítor de Horcajo de Santiago, San Juan Evangelista y Santa Quiteria en Huete, Nuestra Señora de Manjavacas y la Función de Ánimas en Mota del Cuervo, la Pasión Viviente y la Semana Santa de Tarancón, el Septenario de la Virgen de Tejeda en Moya, la Fiesta de Rus en San Clemente, los Moros y Cristianos de Valverde de Júcar y el Belén Viviente de Vega del Codorno.