Septiembre cierra en Cuenca con 15 muertes por COVID, la tercera cifra más alta del año

Estas cifras de fallecimientos están muy lejos de la mortalidad de la primera y la tercera ola y son inferiores a las de la segunda, pero superan las contabilizadas en el mismo periodo del año pasado.

Septiembre ha finalizado con la UCI del Hospital Virgen de la Luz de Cuenca sin pacientes con coronavirus, únicamente cuatro camas de planta ocupadas por la enfermedad y con un descenso de la incidencia que ha llevado a la capital a registrar el segundo dato más bajo de la serie histórica. Los indicios son concluyentes: la quinta ola de la COVID-19 retrocede. Pero lo hace tras cobrarse 12 vidas en agosto (más que en los cuatro meses anteriores juntos) y 15 en septiembre.

Una muerte cada dos días en el último mes. De 555 a 570, siempre según los registros de la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha. Estas cifras de fallecimientos están muy lejos de la mortalidad de la primera y la tercera ola y son inferiores a las de la segunda, pero superan las contabilizadas en el mismo periodo del año pasado.

Septiembre de 2021 es el noveno mes más letal de los 19 transcurridos desde el inicio de la pandemia y el tercero en lo que llevamos de año, únicamente superado por enero y febrero, cuando de volvió a rozar el colapso sanitario.

El panorama de la pandemia ha cambiado mucho de un verano a otro. Por un lado, existe la vacuna, que en Cuenca ha alcanzado porcentajes por encima del 80% de la población global. Por el otro, las restricciones han ido desapareciendo a mínimos y la actividad y movilidad social se ha disparado. La enfermedad no es tampoco exactamente la misma: la variante Delta, aparentemente mayoritaria ya en Castilla-La Mancha, presenta mucha mayor transmisibilidad que sus precedentes.

También hay que tener en cuenta la propia dinámica del virus. Aunque sus patrones no se repiten exactamente, se puede concluir que tras una etapa de alta incidencia (por ejemplo la que supuso la primera ola), llega un periodo de muchos menos contagios, del que se benefició parte del verano pasado. Sin embargo, tras la calma (que representó esta primavera), suelen suceder grandes repuntes.

Vislumbrar el futuro con este virus es un ejercicio arriesgado, como ya ha demostrado la experiencia de numerosas predicciones fallidas, pero, si su comportamiento no varía demasiado sobre los ya visto, lo lógico es esperar que el ritmo de muertes vaya decayendo en las próximas semanas como ya lo están haciendo las nuevas infecciones. Un descenso que previsiblemente arrastrará un decalaje de entre dos y seis semanas aproximadamente.