La borrasca Filomena y, principalmente, las heladas posteriores han posibilitado que la presencia de la oruga procesionaria haya descendido de forma considerable esta primavera en las zonas forestales de la provincia. De hecho, la reducción podía cifrarse en un 80% respecto a los ejercicios con elevada presencia de este insecto, como hace cuatro años.
Rodrigo Molina, delegado provincial de Desarrollo Sostenible, ha precisado que las previsiones iniciales apuntaban que «la infectación fuera este año más alta pero vino Filomena y es un insecto que por debajo de 10 grados bajo cero se muere. Aunque tienen su método de defensa que son los bolsones que vemos en los pinos. Lo que ocurrió es que Filomena y, sobre todo, la semana posterior trajeron en muchos sitios de la provincia temperaturas muy bajas. Hay sitios donde no ha bajado tanto el termómetro y depende de las zonas pero estas temperaturas aminoran mucho la plaga. Así que la afección ha sido mucho menor de la esperada. Hace unos cuatro años veíamos las carreteras y los caminos llenos de hileras de procesionaria y este año se ven muy pocas en comparación».
Además de las condiciones meteorológicas, otra de las variables para explicar la implantación de este insecto es su propio método de alimentación. «Es un insecto que se alimenta de las hojas de pino y se extiende más cuanto más largas son las acículas de los pinos, ¿Dónde? Sobre todo en la zona centro que es donde hay más pino negral hay. En la zona norte de la provincia, donde hay más pino albar que es de acícula más corta, es donde menos hay. No quiere decir que no haya el año que hay muchas expansión. Este año en la zona norte apenas se ven bolsas».
Puntos de control
El delegado provincial de Desarrollo Sostenible ha puesto de relieve la existencia de un red de vigilancia para evaluar la presencia de este lepidóptero. «Tenemos alrededor de 2.000 puntos de control de procesionaria repartidos por toda la provincia, dado que la mitad de la provincia es de carácter forestal, que son controlados por los agentes medioambientales y del Servicio Técnico. Son bolsas donde se van metiendo las mariposas y después de hace un recuento con criterios técnicos, En función de los que aparezcan se puede evaluar la afección que va a haber en esa zona salvo que vengan fenómenos meteorológicos como heladas fuertes y se aminore, como ha pasado este año».
Por último, ha destacado que su existencia no sólo resulta molesta sino que puede resultar peligrosa en el caso de cierto animales como los peeros. «Lo malo es que es un animal que tiene unas vellosidades urticantes que afectan a las personas, animales,…además cuando le tocas que se hace como una C abre y expulsa los pelillos urticantes que son molestos e , incluso, peligrosos. Cuando la plaga es abundante es un problema para los trabajadores de los servicios forestales».