El ejemplar más longevo de los alimoches tiene nombre. Se llama «Doce» y este domingo ha iniciado, a sus 30 años, su migración anual hacia tierras africanas. El periódico El País está siguiendo su ruta gracias a los datos de un emisor por satélite que porta.
El viaje comenzó en Figols (Lleida), donde se alimenta de forma habitual, y tras un vuelo de 265 kilómetros, durmió en Molina de Aragón (Guadalajara), en la copa de una encina. El segundo día de la ruta, «deja Molina de Aragón a las 11.00, se desplaza otros 59 kilómetros, y pasa la noche entre Priego y Cañamares (Cuenca), al noroeste del parque natural de la Serranía de Cuenca en una pared de un cortado rocoso». El martes «Doce» permaneció todo el día en el mismo lugar y pernoctó en el mismo cortado del Estecho de Priego. “Quizá encontró algo con lo que alimentarse y por eso no ha continuado el camino, es complicado saber la razón, comenta Antoni Margalida, investigador del IREC-CSIC y director del proyecto que estudia los movimientos de este y las otras tres especies de buitre (leonado, negro y quebrantahuesos)». La última señal se recibió desde el mismo lugar donde durmióy los científicos piensan que es posible que haya reiniciado el viaje.
El abuelo de los alimoches tardará unos 20 días en recorrer los 4.000 kilómetros que separan su Pirineo oscense natal de Mauritania. Doce fue descubierto en 2020, cuando un grupo de científicos lo recapturó y comprobó que portaba una anilla de identificación colocada hacía tres décadas, lo que le convirtió en un ejemplar especial, el más longevo entre los alimoches. En todos estos años de viajes de ida y vuelta, los científicos han calculado que ha volado 166.535 kilómetros, el equivalente a dar 4,15 vueltas a la Tierra.