Y nadie fue feliz

Por F. Javier Moya del Pozo.

El rubio pelo y parte de la ropa  aún conservan gotas de sangre; pero no es suya. Daniel tiene siete años y unas gafas que se le deslizan hasta la punta de la nariz, como queriendo descubrir  una mirada en la que, hace tiempo, la  tristeza se adueñó de  su infantil inocencia.

A la espera de poder ser recogido por familiares que residen alejados de la ciudad, se encuentra en las dependencias de la Consejería de Bienestar Social, donde ya ha sido atendido  por técnicos especializados. Alguien pensó que sería bueno dejarle con unos lapiceros y un cuaderno, para que se serenara, antes de hacerle un examen más detallado de su estado emocional.

Sorprendentemente, el niño no hace uso del material facilitado para dibujar, sino que, tal y como  reflejaría la psicóloga en su posterior informe, parecía estar escribiendo una carta.

Esta es una copia de la misma, unida al expediente del menor:

«Cuento para mi papá.

Había una vez un niño al que  sus papás no le dejaban tener un perro, pero era feliz. Su mamá lo despertaba todos los días sonriendo  y con un beso y, a pesar de que tenía mucho sueño, corría a la cocina porque su padre le hacía, siempre que estaba en casa, tortitas con nata y chocolate; y luego le llevaba al cole junto con el hijo de los vecinos. El quería a sus padres y sabía que ellos le querían, porque una mañana, antes de levantarse,  le preguntó a su madre si cuando ella tenía tripa y esperaban a que  naciera, deseaban un niño, una niña o un niño con gafas como él. Su madre se rió mucho y dijo que, desde luego, el niño con gafas era lo que habían pedido y lo que más amaban  del mundo.

El niño pensó que así sería para siempre.

Pero su papá empezó a llegar más tarde a casa, cuando el niño ya estaba dormido y no podían leer cuentos juntos; y cuando lo hacía, porque el niño se despertaba y llamaba a su padre, el aliento de su papá olía raro, parecía siempre enfadado y, al cerrar la puerta de su dormitorio, le llegaban voces de sus padres, que discutían y  su mamá terminaba  llorando.

Ya no había sonrisas ni besos al despertar, ni tortitas en el desayuno, y la mamá tenía los ojos enrojecidos y moratones en los brazos, que se tapaba cuando su hijo le miraba. Para entonces, los cuentos se habían cambiado por pesadillas que duraban toda la noche.

Y el niño ya no quería levantarse, ni ir al cole, ni hablar ni jugar con sus amigos, ni comer… Pero su mamá creía que él estaba bien, porque veía que el papá nunca chillaba ni pegaba a su hijo, y, con eso, a la mamá le bastaba; ignorando que su hijo disimulaba su tristeza al tiempo que pensaba que él era el culpable de lo que le pasaba a ella.

Una noche, después de la celebración del cumpleaños del niño, sus papás volvieron a discutir, y empezaron a oírse golpes y gritos, y, ante los  aterrorizados ojos del hijo, el padre estaba dando golpes en la cabeza a la madre, quien decía a su hijo que se marchara. Sin embargo no huyó, sino que se agarró a ella, mientras veía cómo se borraban los cuentos por la noche, las tortitas de nata y chocolate, las lecciones de ajedrez y mirar las estrellas desde el balcón, los paseos por la playa de la mano de su padre; y  su padre, ….también su padre desaparecía para siempre en cada puñetazo que le daba a su madre,  inútilmente protegida por la minúscula figura de un niño de siete años.

Y, entonces,  YO  me moría  mientras TÚ matabas a mamá. Y nadie fue feliz.»

Mientras que  la ambulancia que llevaba a la madre llegaba a urgencias, una radio encendida en el cuarto de los celadores del hospital enviaba al aire la voz aguardentosa del vocalista del grupo juvenil líder en las listas de éxitos:

Tu mirada se encontró con la mía

y ya no hubo nadie más en el mundo;

creíamos tener un futuro

compartiendo el amor y la alegría.


Tu mirada huye ya de la mía


mientras yo te acaricio con un puño


que golpea, y porque soy un capullo

te regalo tristeza y agonía.

Viendo cómo se te escapa la vida

me acerco, cantándote en un susurro:

sin tí, tan sólo seré un vagabundo…

hasta que encuentre nueva compañía.