Un canto solidario en el deporte

Miguel Romero Saiz

Creo que estos muchachos que algunos llaman «viejas glorias» son como ese Guerrero de la Luz, el mismo que sabe que las batallas que libró en el pasado siempre le dejó alguna enseñanza, es decir, nunca perdió el tiempo; porque la juventud pasa pero la juventud y sus quehaceres deja una huella imperecedera donde los valores -deportivos como sociales- han sido y son, parte de su forma de ser, de actuar y de vivir.

Ahora, en la madurez se dan cuenta también que es preciso tener confianza en la capacidad que cada persona tiene para enseñarse a sí misma, por eso han curtido su rostro con los años y con la sencillez -dejando el orgullo al lado- y han creído que colaborando en solidaridad y amor, el mundo puede ser mejor y las personas necesitadas sentirán que no están solas.

Qué más da el resultado (1-4), de aquí en tierra de Alfonso VIII o de allá en tierra de buen ajo, porque su misión se ha cumplido, jugando, ayudando, sintiendo, colaborando y siendo solidarios, ¡qué mejor emblema¡

Y eso que Castillo, Mantecón, Lacort, Sepúlveda y Herráiz han sufrido en sus carnes el dolor de una lesión o de una huella de su valor, pero han sabido estar a la altura de las circunstancias, escuchando al bueno de Andrés Álvarez cuando en su «arenga» les ha dicho que:

«Solidaridad, Solidaridad, Solidaridad, hay en el Árbol de la Vida de las Pedroñeras, en Vivere de Cuenca, en el polideportivo San Fernando, en las gradas, en los vestuarios, en los colaboradores que con sus regalos han cumplido el mismo ejemplo, porque hay pocas palabras tan importantes como ESPERANZA«.

El público estuvo ahí, acompañó para que todo fluyera entre amistad, compañerismo y apoyo, porque no es situación de amor por amor, sino de ayuda al que necesita ese empujón, ese aliento, ese «saber estar» cuando hay que estar.

Y así se ha hecho, por eso, José Luis Pinós, maestro de maestros en eso de radiar y escribir noticias deportivas, dando su visión de juego, su minuto a minuto, su expresión de recuerdo, para evocar a quienes supieron divertirse con el «fútbol» y su dinámica, su pasión, su sueño, su realidad, su vivencia y ahora, en edad «conveniada» han vuelto a estar ahí, arriesgando y sorteando -en eso de la suerte como tal- para colaborar, dejar que su Corazón se escriba con mayúsculas y eso es muy valioso.

Quiero acabar como empecé, con esas frases de Paulo Coelho cuando nos dice: «es preciso tener confianza en la capacidad que cada persona tiene de enseñarse a sí misma», porque vosotros, nos habéis enseñado.

Hasta pronto, amigos.