Domingo de Resurrección en Cuenca. Alegría y amparo

Artículo de Javier Caruda de Juanas, secretario de la V.H. de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo

NO TEMAIS; SÉ QUE BUSCAIS A JESÚS, EL CRUCIFICADO, NO ESTÁ AQUÍ, HA RESUCITADO, COMO DIJO. ID ENSEGUIDA A DECIR A SUS DISCIPULOS: “HA RESUCITADO” (Mt 28,5-7)

La Semana Santa está llena de pequeñas liturgias familiares que componen la historia diaria de cada casa, de cada hermandad. Y la mañana más hermosa del año no permanece ajena a esa realidad: la comprobación del tiempo, pasar por el monumento al Nazareno, tomar un café con los amigos para charlar sobre los últimos preparativos, compartir con la hermandad la Eucaristía…Y cuando quieres darte cuenta la Puerta Nazarena, sepulcro imponente, se abre para contar al Mundo que Cristo ha Resucitado. Siempre siento que somos afortunados de poder compartir con todos la noticia, la realidad de todo lo que ha sucedido en los días pasionales. Vana es nuestra fe si no creemos en la Resurrección de Cristo.

Este año un enemigo invisible y desconocido nos ha mantenido a todos en casa. Y hoy, Mañana de Resurrección, el corazón se abre desbocado al recuerdo y a la realidad.

La plaza de San Andrés, túnica blanca y fajín granate, se prepara a recibir al Resucitado con una mezcla de alegría desbordante y contenida. Amparo, Madre enlutada, mirada al Cielo,  busca a su Hijo amado, aquel que en los últimos días ha sido Rey y reo, Triunfo y muerte.

En el interior de la Iglesia, tras la Eucaristía de Hermandad, se ultiman los preparativos. Nervios, emoción, alegría…Sabemos que Cuenca nos espera, que tenemos la importantísima tarea de concluir la Semana Nazarena y empezar a compartir uno de los pilares de nuestra Fe.

Puntuales las puertas de San Andrés, losas que cerraban el Sepulcro, se abren para que los banceros de ambas imágenes, con filial cuidado, presenten al mundo la victoria de la Vida sobre la muerte.

Y comenzamos nuestro desfile.

Las calles del barrio del Salvador son testigos del descenso de Jesús y María. Es un ejemplo de nuestra vida. Por un lado la alegría, por otro la tristeza. Jesús, a hombros de los  banceros elegidos por Él para esta noble tarea, derrama por la ciudad la serena alegría de Aquel que te busca con su mirada para confortarte, para decirte que todo estará bien

Nos acercamos hasta el puente de la Trinidad…y es el Huécar el que nos une a la Madre, a María Santísima del Amparo. Los banceros de la Virgen, portadores de la tristeza maternal que aún desconoce la buena noticia, no escatiman ni un solo esfuerzo para confortar a María, para llevarla junto a su Hijo, para decirte que todo estará bien.

Sesenta y cuatro banceros que son los pies del Señor y de la Madre para proclamar una de las realidades de nuestra procesión, la confianza en el mensaje del Señor nos demostrará que todo estará bien.

Sin querer, sin darnos cuenta, ambas imágenes llegan al momento más importante del desfile. El monumento al Nazareno, mudo testigo del paso de la vida por la ciudad, contempla la alegría desbordante del Encuentro del Hijo con la Madre. Y Cuenca, actor, espectador y escenario de la tragedia bíblica, grita a los cuatro vientos que el Resucitado Vive. Por todos. Vive.

Pero este año el Encuentro es diferente.

Nos hemos encontrado públicamente con el sufrimiento del familiar, del vecino, del amigo…Nos hemos topado con la soledad, con el aislamiento, con la muerte…Nos hemos encontrado con la indecisión, con la incomprensión, con el miedo…

A pesar de todo, no podemos, no debemos estar tristes. Cristo hoy ha Resucitado. Cristo nos dice que TODO ESTARÁ BIEN. Que está en cada una de las altas que contabilizamos desde hace semanas, que está en la sonrisa del hijo que recibe al padre en casa tras ese maldito periodo de cuarentena, que está en el ánimo infatigable del personal sanitario que ha sacrificado todo por el hermano, que está en el científico que hoy está un poquito más cerca de encontrar una vacuna…

Por eso, a pesar de que esta haya sido la primavera nazarena más triste, nuestra cara va a mostrar hoy la alegría del que sabe que estamos más cerca de doblegar al maldito Covid-19, del que ya descuenta los días que faltan hasta el próximo 4 de abril, del que hoy escuchará Mesopotamia y sonreirá al recordar el esfuerzo que le pide el capataz para hacerla de tirón.

La procesión llega a su fin.

La Plaza de San Andrés, principio y fin, alfa y omega nazarenas, se abre hoy más que nunca para dar un abrazo virtual a toda la comunidad nazarena. El mismo que hoy hubiésemos compartido con un vaso de fresca zurra y tierna magdalena.

Hosanna, VeraCruz, Perdón, Silencio, Paz y Caridad, Camino del Calvario, En el Calvario, Santo Entierro, Santo Duelo y Encuentro no volverán a ser las mismas a partir de este momento. Las viviremos mejor, con más intensidad, lloraremos por el que no está y reiremos con los que comparten con nosotros bonete y capuz, fajín y cordón, horquilla y tulipa.

Esta tarde cuando nostálgicos cerremos un ratito los ojos para asumir que la Semana Santa de 2020 transcurrió en el corazón, veremos cómo Jesús Resucitado da las curvas de la Audiencia, cómo la Virgen gira en la Puerta de Valencia, cómo Jesús se acerca a las monjitas de Palafox, cómo María Santísima del Amparo cruza la calle Tintes arrullada por el rumor del Huécar y mecida con mimo por sus banceros y cómo, una vez terminado el desfile, todo eran abrazos y alegría.

Y, sobre todo, nunca podremos olvidar que hubo una primavera que la comunidad nazarena en cada video, en cada tweet, en cada publicación nos decía que TODO ESTARÁ BIEN.

¡Feliz Pascua de Resurrección!