Quién sabe cómo terminará la temporada, pero ya hay suficiente muestra para decir sin pecar de optimismo irredento vendehumismo que, si lo extradeportivo respeta a lo deportivo, la Unión Balompédica Conquense puede conseguir mucho esta temporada. El cuadro blanquinegro ha vencido este domingo por 0-1 a un más que previsible rival por el ascenso, el Toledo. Importa el qué y también el cuánto (los tres puntos a domicilio), pero sobre todo, el cómo. El cuadro visitante ha sido superior durante prácticamente todo el encuentro -aunque al final lo pasó mal y a punto estuvo de tener que conformarse con el empate- y ha desplegado un juego maduro y solvente. Hay buenos mimbres y se saben tejer bien.
Brilló como en la jornada previa Pablo Olivares, que muy pronto tuvo una de las ocasiones más claras con un potente disparo que despejó como pudo a córner el meta local, Yelco. También en la primera mitad llegaron con peligro Jairo y Antonio Fernández. Todo estaba funcionando, pero faltaba una pizca de acierto.
Y ese acierto llegó a balón parado ya en la segunda parte. En el minuto 50 fue expulsado por roja directa el zaguero toledano Mario Gómez por una acción sobre Antonio Fernández, que tenía una ocasión manifiesta de gol. Falta al borde del área que Jairo Cárcaba se encarga de transformar en gol.
Quedaba mucho, pero el partido se puso de dulce para el Conquense, con superioridad numérica en el campo y ventaja en el marcador. Paradójicamente el Toledo ofreció entonces su mejor versión, haciendo de la necesidad virtud, y protagonizó unas cuantas ocasiones con un empuje hasta entonces inédito.
Los balompédicos supieron adaptarse al nuevo ritmo del partido no obstante y aguantaron todas las embestidas toledanas con audacia defensiva. No sin dificultades, consiguieron mantener el 0-1.
