Cuando Leo Maciel es tu pastor, nada te falta. El arquero argentino abrió las aguas en la Caja Mágica y el Liberbank Cuenca atravesó el paso hacia las semifinales de Copa tras vencer por 21-26 al Anaitasuna de Pamplona.

No fue un partido fácil para los de Lidio Jiménez, a pesar de que el complejo deportivo madrileño se convirtió por unas horas en la sucursal de El Sargal en la capital del reino, gracias a los más de 600 conquenses que poblaron las gradas, que hubieran quedado desangeladas si no llega a ser por ellos, los aficionados que ponen un filtro de color rojo a este deporte que, a veces, parece condenado a hundirse en la oscuridad.

Tuvo dudas al principio el Liberbank Cuenca, atenazado por los nervios de los novios en la noche previa a la boda. El ataque no fluía como se esperaba y el Anaitasuna intentaba aprovechar la incomodidad de su rival para tomar la iniciativa, con el alborotador Krsmancic como principal arma ofensiva.

La calma llegó con las primeras paradas de Maciel, bienvenidas como esas lluvias que llegan justo a tiempo para regar un otoño pródigo en setas. Con el portero vigilando sus compañeros se sintieron seguros y empezaron a jugar en serio. El rey del recreo fue Natán Suárez, que está todavía está en esa edad en la que diluyes las responsabilidades en la diversión. El central puso electricidad, goles y asistencias al ataque de un Liberbank que, tras un cuarto de hora, cogió la delantera y ya no la soltaría.

Los conquenses sentían que necesitaban coger la máxima ventaja posible antes de que el cansancio les alcanzara, a pesar de que han recuperado efectivos al llegar a tiempo Hugo López y Vainstein a la cita copera. Dutra afinaba su puntería, asestaba un par de buenas dentelladas al equipo de Iñaki Aniz y aumentaba hasta los cuatro goles la diferencia. El Anaitasuna quedó aturdido, pero llegó en pie al segundo tiempo con la ayuda de un Cancio que mejoró el rendimiento bajo palos de Bols.

En la segunda mitad el Anaitasuna hizo todo lo posible para mantenerse a rueda del Liberbank Cuenca. Krsmancic y Cancio mantenían el buen tono y de vez en cuando se veían en la pista fogonazos de Semedo y Ugarte, pero cada vez les costaba más hacer goles ante un Maciel que llega con su aura allí donde no alcanzan los brazos. Natán Suárez, a falta de un cuarto de hora, clavaba el balón en la escuadra en un lanzamiento en apoyo para mantener los cuatro goles de diferencia; era su peculiar manera de hacer como Gandalf y decirle a su enemigo que no puede pasar.

No bajó los brazos el Anaitasuna, que confió sus últimas opciones a la inspiración de Krsmancic. Los navarros se acercaron aprovechando el bajón ofensivo de los de Cuenca y tuvieron varias oportunidades de acercarse a dos goles. Pero ya era tarde para los de Pamplona, porque Maciel ya había adquirido su forma divina, aquella que le lleva a absorber los contragolpes de su rival como si fuera una esponja. Sus paradas fueron tan constantes que por momentos parecían burocráticas y terminaron por desesperar a un Anaitasuna que no tuvo más remedio que rendirse. Doldán y Sergio López lideraron la última ráfaga ofensiva del Liberbank Cuenca, la que terminó derribando al Anaitasuna y llevando al equipo a la segunda semifinal copera de su historia, donde espera el Benidorm de Pablo Simonet, Paván y Leo Vial,  peligrosos porque en su día bebieron de la misma marmita que los pupilos de Lidio.

CONSULTA LA GALERÍA DE IMÁGENES DE JAVIER GUIJARRO