Como ya le sucediera en Irún ante el Bidasoa, el REBI Cuenca ha perdido este viernes a domicilio ante un complicado rival. El conjunto conquense ha caído por 33-32 en su visita a León y a punto ha estado de empatar el partido. Conquense ha sido la última posesión, el último ataque: cinco segundos en los que un lanzamiento apresurado de Tchitombi -hubiera sido el octavo gol de su cuenta personal- se ha estrellado en las manos de Saeid Barkhordari. La gran diferencia de esta ocasión es que el equipo de Lidio Jiménez ha gozado de esa oportunidad tras una reacción que hubiera sido legendaria de haberse completado; llegó a ir ocho goles por debajo en el marcador (23-15) antes de llegar al minuto 40 de partido.
El partido empezó bien para los visitantes, que muy concentrados y enchufados consiguieron poner un parcial de 0-3 en el marcador a los cinco minutos. Los locales consiguieron atajar la sangría sacando todo el jugo de una exclusión a Pozzer y las primeras paradas de Barkhordari. Con la igualdad restituida y alternancia en el marcador, los leoneses consiguieron darle al partido el ritmo que querían: trepidante, con un juego muy rápido con los extremos como gran recurso y Carlos Álvarez como gran figura.
Así, la brecha se fue haciendo cada vez más pronunciada, con diferencias de cinco y seis goles, y, lo que es peor, con la sensación de que el REBI Cuenca estaba fuera del partido, que más allá de algunas individualidades fugaces e intermitentes, el blanco de los ademaristas lo dominaba todo. Al descanso el luminoso reflejaba 16-11.
El descanso no domesticó el vendaval de los leoneses, al contrario. En defensa eran más que intensos y competitivos. En ataque multiplicaban sus virtudes y alternativas sin que a la zaga conquense le valiesen esta vez sus señas de identidad. Con ocho goles de desventaja a falta de veinte minutos para el final, el Cuenca parecía desajuciado.
Pero el balonmano es un deporte precioso que permite rentabilizar las entradas hasta el final. Sobre todo gracias a equipos como el Rebi, al que se le podrán reprochar muchas cosas, pero no desde luego, y menos esta temporada, que se dejé llevar, que tire la toalla antes de tiempo o que renuncie a competir. Probó Lidio otras opciones en defensa abandonando su clásica 6-0 e incluso en ocasiones atreviéndose con mixtas. Funcionaron. Y las rotaciones castigaron al León mientras en Cuenca se aprovechaban contras o el poderoso tiro exterior. Cada vez la distancia era más pequeña y los locales ya sentían el aliento en su nuca.
El León se espabiló y volvió a ponerse cuatro arriba, pero esta vez los visitantes no iban a bajar el ritmo y consiguieron otra vez ir aproximándose, recortando, a pesar de algunas acciones clave del iraní Barkhordari. Y así se llegó a la escena final, tan solo un gol, donde. Con un poco más, con algún error o una reacción más temprana, ahora estaríamos celebrando un inesperado punto rumbo a Cuenca.