Tinta, dragones y mazmorras: los jóvenes de Cuenca, lectores voraces en tiempos de TikTok y Netflix

La novela fantasía, la romántica y el club de lectura arrasan entre adolescentes que rompen el tópico del móvil por las páginas de los libros

Ni TikTok, ni PlayStation, ni Netflix, lo que de verdad atrapa a los adolescentes conquenses son las páginas de una novela. Desde la librería hasta el club de lectura juvenil de la Biblioteca Pública del Estado, todos coinciden en que los jóvenes conquenses leen, y lo hacen con pasión, rapidez y dedicación. Así lo afirma Silvia De La Fuente, autora, influencer literaria y responsable del club de lectura juvenil Books to lovers, pues señala que «los jóvenes leen y leen mucho, son muy ávidos, leen muy rápido y muchos libros», asegura. Si Cuenca es tierra de literatos, poetas y artistas, los adolescentes conquenses son los que rompen el molde de «vivir enganchados a las pantallas» porque lo que no sueltan son las páginas en las que las historias se cuentan en tinta.

Desde las librerías, el fenómeno se percibe con claridad. Verónica Rojas, dependienta de ‘El Toro Ibérico’, comenta que desde que trabajara a trabajar en la librería en 2018, «he detectado que la gente joven, lee y mucho». Su experiencia coincide con la de María Jesús Torrecilla López, gerente de ‘Libreralia’, quien apunta que el fenómeno es especialmente destacable a partir de los 18 años, una edad con la que, según Torrecilla, muchos han recuperado el gusto por la lectura, algo que se ha visto reafirmado «gracias al bono cultural».

Verónica Rojas. FOTO: Lucía Álvaro

Rojas señala que el bono cultural ha actuado como «un incentivo» para los chicos y chicas de Cuenca. En este sentido recuerda como hace unos meses una chica se acercó a su librería para comprar un libro porque «era obligatorio con el bono cultural», entonces, comenta Verónica, «como ya lo tenía comprado se lo leyó, y le gustó tanto la experiencia de volver a leer por placer que desde entonces no ha dejado de venir».

Las redes sociales también juegan un papel crucial en el hábito lector. Silvia, que combina su labor de escritora con su actividad como booktoker, cree que estas plataformas acercan los libros a los jóvenes porque «permite ver gente de tu rango de edad que hace cosas que te gustan. Para los que se sienten un poco aislados, es una manera de descubrir que hay más gente cercana con los mismos intereses». Verónica coincide en que las nuevas tecnologías han dado un impulso literario porque «ahora puedes leer un fragmento antes de comprar un libro y se descubren nuevas lecturas gracias a la publicidad y recomendaciones online».

María Jesús Torrecillas. FOTO: Lucía Álvaro

En cuanto al género que más triunfa entre los jóvenes lectores, no hay dudas de que fantasía y romántica juvenil arrasan y copan los estantes y las mochilas. María Jesús bromea apuntando que «no hay otra cosa más que amor y fantasía», mientras Verónica confirma que sagas como El Príncipe Cruel o las novelas de Chloe Walsh son un éxito de ventas entre el público joven. Las dos libreras señalan que los jóvenes lo tienen muy claro y que no suelen admitir recomendaciones porque «se informan mucho antes de comprar un libro» y «saben perfectamente lo que quieren». Por ambas partes, siempre que los clientes adolescentes lo admiten, Rojas y Torrecillas apuestan por mostrarles las bondades de los autores locales porque «aunque no son tan conocidos, tienen libros muy buenos, no hace falta ser un best seller para escribir bien y tener historias de calidad», señala Rojas.

No todo es romántica y fantasía. Aunque los clásicos tienen menos tirón, las libreras recuerdan que hay un pequeño porcentaje de jóvenes que se atreve con ellos. Así Verónica comenta que aunque «muy pocos jóvenes leen poesía o a las Brontë, quizá un 10% si se atreve con ellos». Pero la lectura evoluciona con el tiempo, así la dependienta de El Toro Ibérico señala que «el que lee mucha fantasía luego se pasa al thriller o a la novela negra. El género lo va marcando la personalidad».

Silvia de la Fuente. FOTO: Cedida

Silvia profundiza en que esta fascinación no viene dada porque la literatura juvenil sea «ni mejor ni peor que la adulta», simplemente es distinta y está construida con personajes en edades similares a las de los lectores con problemas con los que ellos se pueden sentir identificados, señala la responsable del club de lectura juvenil. De este modo, los cambios de estudios, las decisiones personales,y las relaciones plagan las historias con contenido «repleto de mensajes si se sabe leer con un poco de educación emocional». De la Fuente comenta que aunque este tipo de literatura «está repleta de prejuicios», la realidad es que plantea cuestiones «que conectan más con las emociones de estos lectores» y les enseña «a gestionar los sentimientos, lo que es una relación sana o lo que es la diversidad».

El estilo de escritura, más ligero, rápido, y fácil de leer, es otro de los puntos a favor de la literatura juvenil según De la Fuente, quien refiere que los escritores adolescentes pueden conectar más con una historia cuando se sienten identificados con el lenguaje con el que se expresa, «que es similar al que emplean ellos en el día a día».

Tanta es la afición por la lectura que Silvia de la Fuente apostó por plantear una iniciativa en la Biblioteca Pública del Estado Fermín Caballero. La también escritora cuenta como siempre había querido hacer algo similar en Cuenca porque «no había ningún club de lectura juvenil, aunque si de otros géneros». Desde que se publicó, en apenas dos semanas, contaron con 19 personas apuntadas que. entre noviembre de 2024 y junio de 2025 se han leído 7 libros. La idea para este nuevo curso es mantener las reuniones periódicas cada 15 días los viernes.

Club de lectura Book to Lovers. FOTO: Silvia de la Fuente

Más allá de las librerías, los clubs de lectura aportan un componente social insoslayable. En Books to lovers, los participantes se han hecho amigos a raíz del club y han continuado hablando en el verano tras concluir el curso. Del mismo modo, De la Fuente señala que es positivo que salga hacia delante una iniciativa «para gente joven organizada por gente joven» porque, al ser alguien de su edad quien organiza «los participantes se sientes más identificados y entienden que las actividades van a ser más de su gusto».

En definitiva, Cuenca se revela como una ciudad de jóvenes lectores, donde la literatura no es una obligación sino un gusto que se cultiva desde pequeños y que continúa en la adolescencia. Verónica concluye en este sentido que «vivimos en una ciudad de grandes lectores, artistas y escritores. Cuenca rompe las estadísticas». Entre mochilas, redes sociales y clubs de lectura, los adolescentes conquenses demuestran que leer no es un hobby olvidado: es un estilo de vida, un ritual de descubrimiento y diversión que convierte a Cuenca en un auténtico refugio para lectores empedernidos.