Pradas & Mozart: de Cuenca a Viena. Recuperación y tradición

Crítica del concierto de la Semana de Música Religiosa celebrado el jueves Santo, 17 de abril a las 20:00 horas en el Teatro Auditorio de Cuenca.

Orquesta y coro de la SMR Cuenca. Director Andoni Sierra. Teatro-Auditorio de Cuenca. SMR 2025. Foto: David Gómez

Belén Estival, musicóloga e intérprete

En el siglo XVIII, la música se escribía para circunstancias concretas, siendo lo más habitual que se ejecutara escasas veces para luego morir en el silencio de un archivo. Desde la creación de las Semanas de Música Religiosa, en 1962, la recuperación patrimonial de la música conservada en la Catedral de Cuenca ha sido uno de sus cimientos esenciales.

Esta valiosa tradición continuó en la tarde de ayer, en el Teatro Auditorio de Cuenca, con el estreno absoluto del Miserere a ocho voces, con flautas, violines, oboes y trompas de Santiago Pradas (1777-1821), quien, además de maestro de capilla de la catedral conquense, fue un reconocido organista en su época. Su Miserere fue estrenado en 1798 y, por las fuentes conservadas, sabemos que fue interpretado hasta el primer tercio del siglo XIX.

No es un milagro que hoy podamos escuchar una obra de la que nos separan doscientos veintisiete años, sino el fruto de un cuidado trabajo de musicología aplicada, por parte de José Luis de la Fuente Charfolé, el cual ha llevado a cabo la investigación, recuperación y edición musical. Su cuidado esfuerzo ha hecho posible esta recuperación histórica por parte de la Orquesta y Coro de la SMR Cuenca dirigidos por Andoni Sierra.

Esta primera audición del Miserere, en tiempos modernos, emocionó.El doble coro y la orquesta exhibieron confianza y convicción. Las articulaciones y dinámicas se movieron dentro de un equilibrio contenido, en consonancia con la estética del compositor. Por su belleza, destacaron las intervenciones de los solistas y los dúos vocales. El séptimo verso del Salmo de David, Redde mihi (Devuélveme la alegría de tu salvación; y con espíritu generoso, sostenme), fue interpretado con gran compenetración por todo el conjunto, constituyendo uno de los momentos cumbres de la interpretación.

Orquesta y coro de la SMR Cuenca. Director Andoni Sierra. Teatro-Auditorio de Cuenca. SMR 2025. Foto: David Gómez

Tras Pradas, llegó el momento de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), compositor tradicional en la SMR, siendo el más interpretado después de Johann Sebastian Bach. También, el Requiem en remenor K626 es una obra de referencia, ya que con la interpretación de ayer son ocho las veces que se ha programado. Una travesía de sesenta y dos años, ya que la primera audición se realizó en el año 1963.

Aunque para cualquier agrupación profesional el Requiem es una partitura muy conocida, los intérpretes se enfrentan al reto de crear una versión no modelada por tantos puntos de vista anteriores. Este desafío fue abordado con éxito por la Orquesta y Coro de la SMR Cuenca con una interpretación propia, emotiva y con criterios de época. Esta identidad personal se manifestó en el uso de una amplia gama de contrastes y en la belleza sonora que surgía del conjunto al utilizar estos.

Los pasajes fugados, como en el caso del Kyrie, fueron interpretados con carácter, emanando una gran energía en contraposición a los momentos de más lirismo. Los cuatro solistas vocales: Ainhoa López, Lucía Gómez, Aitor Garitano y Jesús García brillaron por su fraseo y elegancia. El coro, con una perfecta compenetración, utilizó la intensidad con dominio, mostrando un gran sonido y la capacidad de interpretar los afectos del texto. La orquesta estuvo en todo momento acertada apoyando los textos cantados por el coro y los solistas. Adicionalmente, pudimos disfrutar del timbre dulce de los instrumentos históricos del siglo XVIII en sus pequeñas intervenciones a solo. En conclusión, un lujo de concierto y una velada para el recuerdo.

En la noche del Jueves Santo conquense, Pradas y Mozart, el desconocido frente al canónico, quedaron unidos por la filosofía de sus creaciones: dos meditaciones sobre el perdón y la muerte. Esperamos seguir escuchando en el futuro propuestas como las de ayer, para continuar vivificando la música desde la tradición y la recuperación.