De Antonio Pérez a la Beata de Villar del Águila: los vínculos de Sánchez Dragó con la cultura conquense

El escritor, fallecido este martes por un infarto, estuvo ligados a personalidades y proyectos conquenses

Este lunes ha muerto de un infarto a los 86 años el escritor Fernando Sánchez-Dragó. Autor de 40 libros, principalmente novelas y ensayos, alcanzó gran popularidad además de por su labor literaria por su condición de presentador de televisión y colaborador habitual de medios de comunicación escritos y audiovisuales.

Aunque su vinculación con Cuenca no fue tan intensa como la que mantuvo con otros territorios de Castilla como Soria, sí que a lo largo de su dilatada trayectoria tejió una buena colección de ligazones con la cultura conquense. Por ejemplo, junto a otras personalidades como el dramaturgo Fernando Arrabal, fue uno de los respaldos intelectuales al proyecto de Pinturas Murales que ejecutó el pintor Jesús Mateo en la antigua iglesia de San Juan Bautista de Alarcón.

Aquel compromiso le trajo a la UIMP de Cuenca, donde dirigió varios cursos de verano. También visitó en varias ocasiones la Fundación Antonio Pérez debido a la amistad que le unía al coleccionista, con quien compartió tiempos de oposición antifranquista antes de su evolución ideológica desde el marxismo a posturas liberales y conservadoras.

En 2009 fue el encargado de presentar en la antigua iglesia de San Miguel la Feria Taurina de San Julián de aquel año, cuando glosó la belleza de la ciudad con nuevos enfoques. También se desplazó con ocasión de presentaciones de libros, por ejemplo en 2013, y firmas para ferias.

Entre sus amistades conquenses también figuraba la del escritor y periodista Raúl del Pozo, con quien compartió durante años presencia en el diario El Mundo y numeros eventos literarios.

Cuenca aparece- con gazapo de Casas Colgantes incluida- en su libro ‘Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España’, cuando dedica un apartado a la Beata de Villar del Águila. «Rompe el hielo o el fuego Isabel Herráiz, más y mejor conocida como Beata de Cuenca o de Villar del Águila. Estamos ya casi en la estrena del siglo XIX. Y a tanto va a llegar el prestigio de la alumbrada que por lo menos una vez (y quizás otras) saldrá procesionalmente a hombros de la muchedumbre entre cirios, monstruos, saetas, turíbulos, casas colgantes y densos lingotazos de resolí. ¿Título del filme? Más dura será la caída. Isabel, en efecto, murió de mala muerte en una mazmorra secreta de la Inquisición, y sólo entonces la sacaron de nuevo por las calles de la ciudad, si bien a lomos de burro, y se sobrentiende que en efigie, para cocerla en olor de pueblo y aventar sus cenizas hasta donde el diablo quisiera remolcarlas. Dicen que tomaron la hoz del Júcar a toda prisa, sin peralte y derrapando. Cosas de Cuenca».

En la misma publicación, Premio Nacional de Ensayo de 1979, se adentra en otros misterios conquenses como los mitos taúricos y Gundisalvo de Cuenca.