«Muchos pacientes pudieron pensar que sufrían un catarro común cuando realmente tenían COVID-19»

Entrevista con el médico conquense José Luis García Klepzig, internista del Hospital San Carlos de Madrid y profesor asociado de la Universidad Complutense

José Luis García Klepzig
José Luis García Klepzig

El conquense José Luis García Klepzig es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, institución en la que se doctoró en 2015. Actualmente es profesor asociado en esa institución y ejerce su actividad como facultativo en el Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Desde esa doble experiencia académica y profesional despeja en esta entrevista algunas incógnitas sobre el coronavirus y ayuda a entender mejor cómo se comporta esta enfermedad que ha puesto en jaque al planeta.

«El factor más importante es su fácil transmisibilidad entre personas»

¿Qué tiene la COVID-19 que no tienen otras enfermedades para que hayamos llegado a esta crisis sanitaria inédita en la historia reciente? ¿Es o no «sólo una gripe»?

Varias cosas. Probablemente, el factor más importante es su fácil transmisibilidad entre personas, lo cual es un hecho diferencial con otros brotes epidémicos previos como el SARS-CoV-1 de 2003 o el MERS-CoV. Estos dos virus son incluso más virulentos que el actual pero su transmisibilidad entre personas es más difícil y, por tanto, fue posible evitar su expansión.

Por otro lado, el coronavirus actual (SARS-CoV-2 o COVID-19) presenta en muchos casos sintomatología muy similar a infecciones respiratorias banales como las que todos hemos sufrido y sufrimos cada cierto tiempo. Esto ha hecho que muy probablemente, en fases iniciales del brote, muchos pacientes -y médicos- hayan interpretado que sufrían un “catarro común” cuando realmente presentaban una infección leve por COVID-19 que, al no ser detectada, ha sido transmitida a otras personas.

Por último, a pesar de no ser el virus más virulento o agresivo que conocemos, sí que es verdad que su tasa de complicaciones y mortalidad es muy considerable (aproximadamente el 10% de los casos diagnosticados en España han fallecido) Al haber existido un gran número de contagios a la vez, la cifra absoluta de casos graves es muy elevada a pesar de que, en términos relativos, el 80% de los casos presentan síntomas leves o moderados.    

¿Cómo médico había vivido algo similar?

Absolutamente no. Entre la época de estudiante y mi carrera profesional llevo 16 años en el hospital y nunca vi nada similar. Ni yo, ni  otras personas el ámbito sanitario con más años de experiencia. Ha sido una situación totalmente nueva para todos nosotros.

“Muchos científicos alertaban de que esto podía ocurrir algún día”

¿Pensó alguna vez que experimentaría profesionalmente una experiencia así?

Pues, para ser sinceros y dando una opinión personal, sí. Ya han existido algunos “avisos previos” y muchos científicos alertaban de que esto podía ocurrir algún día. Lo que no sabíamos es cuando iba a pasar. Por ejemplo, en 2009 hubo otra pandemia por otro virus muy fácilmente transmisible entre humanos, la gripe A (H1N1) Sin embargo, este virus era mucho menos virulento que el COVID-19 y, en general, ocasionó en la gran mayoría de los casos enfermedad muy leve con baja mortalidad  

¿Qué es lo más duro de lo que están viviendo?

Muchas cosas. Inicialmente, lo más duro era el miedo a lo desconocido y la incertidumbre ante lo que se venía encima sin tener muy claro cómo se debía tratar. Posteriormente, se ha vivido una “medicina de guerra” donde se ha tenido una enorme sobrecarga asistencial acompañada de una gran presión psicológica derivada de tener que tomar decisiones rápidas, difíciles y a la vez necesarias, tanto desde el punto de vista médico como humano. En resumen, es una mezcla de nervios, miedo y pena que además no se puede exteriorizar porque no hay tiempo para ello, al menos durante las horas de trabajo.

“Los síntomas que prácticamente siempre están presentes, cuando los hay, son la fiebre, el dolor de cabeza y la tos”

Aunque imagino que es complicado sintetizar, ¿cuáles son los síntomas inequívocos, aquellos que están presentes siempre o casi siempre?

Los que prácticamente siempre están presentes, cuando hay síntomas, son la fiebre, el dolor de cabeza y la tos. El problema es que también se dan en otras enfermedades respiratorias. Dos síntomas que parece que si pueden ser algo más específicos son la pérdida del olfato y del gusto.

El paciente que está en casa y empieza a experimentar síntomas, ¿cómo debe proceder?

Esto depende mucho de la gestión de cada región y probablemente irá cambiando según se controle el brote. A día de hoy, si se tienen solo síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular o tos, lo más fácil es llamar a los teléfonos habilitados, donde un médico atenderá la llamada y en función de lo que le relatemos nos dirá si permanecer en casa o acudir a un centro sanitario. Es importante tener en cuenta que la mayor parte de la gente, si no pertenece a grupos de riesgo, es probable que sólo experimente síntomas leves.

¿Y cuándo debe preocuparse y acudir a un Hospital o llamar a emergencias?

En caso de que el síntoma referido sea dificultad para respirar, asfixia o dolor en el pecho, es importante llamar a emergencias o acudir a un servicio de urgencias hospitalario, ya que estos son los síntomas que alertan sobre una posible enfermedad grave. Por otro lado, si la fiebre no baja en el plazo de 4-5 días a pesar de un correcto tratamiento sintomático también se debería consultar a un médico de forma presencial.

¿Cuál es el proceso habitual que suelen experimentar los afectados?

Es difícil generalizar, ya que hay diferentes formas de presentación clínica.

Si se tienen síntomas leves o moderados, lo más habitual es que desaparezcan por si solos en un plazo que es variable, entre 3 y 7 días. Los casos moderados pueden tardar un poco más en recuperarse totalmente porque los síntomas, aunque no sean de alarma, pueden ser algo más intensos. En todos estos casos es frecuente que posteriormente exista un periodo de convalecencia donde se esté algo más cansado de lo habitual. Este cansancio irá mejorando progresivamente.

En el caso de los pacientes con evolución más severa, el inicio de la enfermedad suele ser parecido. Sin embargo, en este grupo de pacientes entre el séptimo y el décimo día de enfermedad (como media) se experimenta un empeoramiento. Es ahí cuando comienzan los síntomas de alarma y cuando es importante acudir a urgencias para evaluar la severidad real de la enfermedad habitualmente mediante una analítica, radiografía de tórax y un electrocardiograma.

“La edad avanzada, las enfermedades cardiopulmonares y la obsesidad tienen riesgo de presentar peor evolución”

¿Por qué afecta de manera tan distinta a unos pacientes respecto a otros?

Esa cuestión, a día de hoy, no está totalmente resuelta. El riesgo de presentar una mala evolución depende de muchos factores como la carga viral del paciente o sus condiciones previas, entre otras cosas. Lo que parece claro es que, en los casos severos, el sistema inmune del paciente no funciona eficientemente y no es capaz de controlar o neutralizar al virus durante la primera fase de la enfermedad, generando una segunda fase más severa donde el problema ya no es tanto el virus en si sino el exceso de inflamación que produce el sistema inmune para luchar contra él. Eso es lo que se ha llamado “tormenta de citocinas” y es lo que realmente, cuando aparece, complica el pronóstico del paciente.

¿Hay alguna patología previa o características físicas que estéis viendo que complican especialmente la enfermedad?

Se sabe que la edad avanzada, las enfermedades cardiopulmonares previas, la obesidad y en general cualquier paciente con patologías crónicas de importancia tienen un riesgo de presentar una peor evolución. El papel exacto de cada una de estas condiciones no es bien conocido todavía, ya que nos encontramos ante una enfermedad nueva sobre la que es difícil tener certezas irrefutables desde el punto de vista científico. No ha dado tiempo a establecer la evidencia científica necesaria a pesar de los avances que se están obteniendo.

¿Cuál es la causa de los fallecimientos?

Existen diversas causas de fallecimiento, algunas de ellas no aclaradas. La principal causa que lleva al fallecimiento es una insuficiencia respiratoria. Pero el virus puede afectar también a otros órganos como es el corazón por lo que en ocasiones no hay un solo mecanismo que lleve al desenlace. También se han descrito casos de muertes inesperadas (súbitas) que, si bien no son habituales, se desconoce a día de hoy por qué ocurren.

¿Y alguna fecha que marque un punto de inflexión para la evolución en sentido positivo o negativo?

Yo diría séptimo día, pero obviamente esto es variable.

¿Qué secuelas pueden quedar a un paciente que se considera libre de virus?

La gran mayoría de las personas, desde el punto de vista físico, tendrán una curación completa y sin secuelas. Los casos más graves pueden presentar algunos síntomas más importantes o duraderos que van desde una sensación de cansancio muy intensa, a la que llamamos astenia, hasta una sensación de dificultad para respirar, sobre todo a la hora de realizar grandes esfuerzos. La severidad y evolución de esta dificultad para respirar es algo que deberemos evaluar en las próximas semanas o meses.

“Conocemos mejor la enfermedad que en los primeros días de marzo”

Desde que comenzó la pandemia, ¿conocéis mejor al enemigo? ¿han mejorado procedimientos, usos de fármacos, etc… o todavía se sigue combatiendo un poco ‘a ciegas’?

No lo conocemos totalmente pero sí mejor que en los primeros días de marzo. Sabemos que la enfermedad tiene dos fases más o menos diferenciadas, como se ha dicho anteriormente. También sabemos que esas fases se tratan de manera diferente. Sobre lo que no se ha generado evidencia suficiente es sobre qué fármacos son los más efectivos, sobre sus dosis, etc. Esto no quiere decir que se usen fármacos a ciegas. Se utilizan fármacos que han demostrado efectividad in-vitro o fármacos que se piensa que pueden funcionar, teniendo en cuenta su mecanismo de acción y lo que sabemos sobre el COVID-19. Además, poco a poco va existiendo evidencia, aunque débil, basada en la experiencia de los primeros médicos que trataron esta enfermedad.

¿Es prematuro hablar de la llegada a corto plazo de tratamientos casi infalibles o de una vacuna?

Sí, es prematuro.

“No queda claro que todos los pacientes desarrollen inmunidad ni cuánto puede durar”

¿Qué se sabe de la inmunidad tras haber pasado la enfermedad?

Muy poco. No queda claro que todos los pacientes la desarrollen y si lo hacen, no sabemos cuánto puede durar.

¿Y de los días que antes, durante o después de los síntomas en los que el infectado contagia?

Lo primero que hay que decir es que no hay una regla fija.Se piensa que aproximadamente dos días antes de presentar síntomas se empieza a contagiar. Posteriormente, los casos más leves pueden dejar de ser contagiosos a la semana. Los más graves pueden ser contagiosos incluso durante más de un mes. Por otro lado, se sabe que hay casos asintomáticos que no presentan ningún síntoma y que pueden transmitir la enfermedad, aunque no sabemos durante cuánto tiempo.

¿Se ha reducido la presión asistencial en los últimos días?

En los servicios de urgencias sí. En la planta de hospitalización algo menos pero también se ha visto un descenso en el número de pacientes ingresados. La mayor presión asistencial actualmente sigue en las unidades de cuidados intensivos, ya que los enfermos que ingresan allí suelen precisar estancias de 2-3 semanas como media.

“Parece más complicado desconfinar que confinar”

¿Hay que temer un rebrote cuando se vaya relajando el confinamiento? ¿Y para los meses fríos?

El hipotético rebrote puede llegar en cualquier momento, no necesariamente con el frío.No sé si temer es la palabra. Lo que sí está claro es que tenemos que ser extremadamente prudentes en todos los aspectos, desde la higiene hasta la tan mencionada distancia social, pasando por la continua evaluación epidemiológica, intentando detectar el mayor número de casos posibles (sintomáticos o no) y estando atentos a nuevos repuntes.

Es sólo una opinión personal pero pienso que la vuelta a la “antigua normalidad” está cargada de incógnitas que desgraciadamente no podremos despejar hasta echar a andar en la desescalada. Intervienen muchos factores y es difícil adivinar que va a pasar. Creo que se está haciendo un esfuerzo por tener controlados o previstos muchos de estos factores pero es una tarea difícil. En resumen, parece más complicado desconfinar que confinar.

¿Qué consejos o mensajes daría a los lectores de Voces de Cuenca ante esta crisis sanitaria?

Uno de cada. El consejo es que se respeten las indicaciones de las autoridades sanitarias porque es la única forma de conseguir saber cómo se comporta la transmisión del virus en las próximas semanas. No debemos subestimar la situación aunque los datos de los últimos días sean esperanzadores y mejores que los de hace un mes.

En cuanto al mensaje, no puede ser otro que mandar el mayor de los ánimos a todos los conquenses, especialmente a todas aquellas personas que se han visto afectadas directa o indirectamente por esta enfermedad. Y algo de esperanza: hay muchos investigadores trabajando para dar respuesta a las cuestiones no resueltas. Por tanto, tenemos opciones para mejorar más. No sabemos cuándo, pero se trabaja con la idea de que algún día nos podamos volver a abrazar cuando nos encontremos en Carretería.