El verano llama a las terrazas y, en muchos casos, a echar una bebida bien fría para combatir las altas temperaturas. Sin embargo, esa acción de echar una cerveza de pie a las puertas de un bar, mientras se espera mesa o no, o en aquellos que carecen de licencia de terraza, va a conllevar una sanción administrativa en Cuenca a partir del próximo sábado 12 de julio. Todas estas acciones se encuentran recogidas en la recién aprobada ordenanza que prohíbe el botellón. Un concepto que muchos relacionan con la población más joven y sus congregaciones en espacios públicos, pero que en realidad agrupa cualquier acción de beber en espacio públicos no regulados, y que en opinión de los hosteleros se trata de una norma “inconcreta” que pueden conllevar consecuencias, en su opinión, “injustas” para el sector.
El secretario de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo de Cuenca, Diego López, ha transmitido a este medio el malestar del un gremio que manifiesta “ser siempre el perjudicado”. A su juicio la Administración debería haber sido más específica con la práctica a regular. “Estamos incómodos de que se nos englobe con el botellón porque no existe parangón entre una y otra práctica. Las masificaciones de jóvenes en plazas o parques, o en cualquier espacio público, no están reguladas ni con horario, ni con limpieza, ni con medidor de ruido. No es nuestro caso, tenemos licencias de horarios de apertura, recogemos y limpiamos, no molestamos a los vecinos… creo que son acciones de naturaleza muy diferente y deberían habernos separado o, al menos, contemplar que a nosotros no nos afecte la normativa de sanciones”, se ha quejado.
Un sector que siempre ha demandado una regulación en la práctica del botellón y que siente que ahora les vuelve en su contra. Expresan un temor dirigido a la forma de aplicación de las sanciones. “Nos da miedo ver cómo se aplica”, ha dicho López para quien su gremio “siempre está en el ojo del huracán, porque es más fácil multarnos a nosotros que controlar un botellón en un parque”.
Para la asociación que representa las molestias parten de antes de la aprobación de la norma, ya que pone sobre el tapete que no contaron con ellos para la elaboración de la normativa. “Nos sorprendió mucho porque normalmente para la elaboración de este tipo de textos se suele generar una ronda de contactos previos, sin embargo para esta ordenanza nos dejaron fuera”, ha explicado.
Sí que recibieron la llamada, pero una vez aprobada la norma, según ha detallado el secretario de la agrupación. “Hemos tenido conversaciones informales en las que les he transmitido lo que opino, dicen haberlo entendido, pero a ver lo qué pasa ahora”, ha deslizado con cierta “desconfianza”, ya que en su opinión la norma es “muy inconcreta”, pero apela al sentido común para valorar “cuando una situación se va de madre y cuando está controlada”.