Cuando Carlos Navarro era compañero de aulas de Fernando Simón

El exconcejal del PP aprobó la misma oposición que el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias y compartió con él curso selectivo. Recuerda su "trato educado y su perfil profesional" aunque cree que ha arriesgado al ponerse al servicio de una opción política.

Los sanitarios, y especialmente los médicos, han sido uno de los gremios que más se han prodigado en la política conquense, a la que han aportado alcaldes como Rodrigo Lozano, Andrés Moya y Francisco Pulido y concejales como, entre otros, Antonio Melero, Elsa Jiménez, Emilio Catalá o los actuales miembros de la Corporación Municipal Isidoro Gómez Cavero y María Ángeles García. 

En este amplio listado de facultativos políticos, o más bien políticos facultativos, figura también el nombre de Carlos Navarro Arribas, que dejó el Partido Popular en marzo del año pasado tras una extensa carrera en la formación y en las instituciones. Ejerció, entre otras responsabilidades, los cargos de director provincial del Insalud, coordinador provincial de la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales,  diputado provincial de Servicios Sociales o concejal en diferentes varias etapas. La última de ellas en el anterior mandato municipal, con Ángel Mariscal como alcalde, cuando estuvo al frente de Seguridad y Movilidad. 

A estos cargos hay que añadir otra condición que motiva el regreso de su nombre a la atención de los medios: fue compañero de clase de Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad. El epidemiólogo es, junto a  rostro de la gestión gubernamental de la pandemia del coronavirus en España.

Ambos, Navarro y Simón, aprobaron en 2006 las mismas oposiciones, las de médicos titulares del Estado que, como su nombre indica, son de ámbito nacional.  «Se habían convocado antes pero se desarrollaron ese año. Tuvimos que superar cinco exámenes. Era una oposición larga, dura y complicada, no sólo por el temario sino por el número de ejercicios. Pasar de uno a otro era un auténtico suplicio y la gente iba cayendo una detrás de otra. 2 de las 20 plazas convocadas quedaron sin cubrir»; rememora el exconcejal conquense en declaraciones a Voces de Cuenca. 

Superar las cinco pruebas no significaba alcanzar la meta del proceso sino que antes quedaba un último escollo, el de un curso presencial de un mes de duración y de carácter selectivo en la Escuela Nacional de Sanidad, con sede en Madrid. Fue allí donde se intensificó un trato con Simón que hasta entonces no había ido más allá de la coincidencia esporádica y circunstancial durante la realización de los exámenes. 

«Al ser tan poca gente nos relacionábamos todos, tanto en el aula como en las comidas en la propia Escuela, donde teníamos un trato más informal», evoca Navarro. Destaca que el actual responsable gubernamental se reveló como una persona «correcta y muy educada» del que pronto le llamó la atención su peculiar timbre de voz.

Y es que hace ya casi tres lustros el médico zaragozano ya apuntaba maneras en su peculiar estilo comunicativo. «Recuerdo que era alguien cercano,  con la que era muy fácil establecer una conversación técnica. Era de comunicación muy cálida».

Las hipotéticas diferencias ideológicas (Navarro es abiertamente de derechas y Simón, aunque nombrado por un Gobierno del PP en su actual puesto, se ha convertido en un icono para parte de la izquierda y un emblema del Ejecutivo del PSOE-Unidas Podemos) no se dejaron notar en aquel momento ni se tradujeron en una amenaza para el compañerismo. «Aunque yo ya había tenido responsabilidades políticas, cuando estás en un centro de formación tan especializado lo último que haces es mostrar cualquier tipo de inclinación política y él me consta que tampoco lo hizo», apunta el antiguo concejal. «Estábamos a lo que estábamos que era a adquirir la mejor formación posible». 

La política o las diferentes formas de abordar la gestión sanitaria tampoco fueron objeto de debate fuera del ámbito estrictamente académico, en conversaciones informales, quizá porque «aunque teníamos buen trato no era la nuestra una amistad íntima». 

No conserva fotos de aquella época porque «prácticamente de un día para otro» tuvieron que dejar las clases de la Escuela Nacional» y continuar su formación en los servicios periféricos por lo que no dispusieron de margen de maniobra para inmortalizar aquella promoción en las típicas imágenes de grupo. Tampoco mantuvo ya contacto epistolar o telefónico con su ahora celebérrimo compañero, al contrario de lo que sucedió con otros estudiantes. 

«Ha arriesgado poniéndose al servicio de una opción política»

Navarro revela que Simón contaba con buenas relaciones en la Escuela Nacional de Sanidad por su formación epidemiológica previa en el centro, materias en las que el conquense también se había formado en un curso de inspectores. 

El temario de aquel curso selectivo, al igual que las oposiciones en su conjunto, versaba en en gran parte sobre salud pública y enfermedades transmisibles, se preparaban «para las tareas que ahora está desarrollando el doctor Simón en el Ministerio de Sanidad» y que han concentrado en él millones de miradas. 

¿Cómo cree Navarro que su compañero de aulas ha gestionado esta crisis? Reconoce que ha tenido «un papel complicado y difícil» y, aunque no se extiende en el análisis, advierte que «quien se pone al servicio de una opción política tiene asociados los riesgos que está corriendo, como otros los hemos corrido en otros momentos».

Señala que «él sabrá cuál es la dirección que está tomando» y agrega que él lo «consideraba un buen técnico por el perfil profesional que tenía y ha arriesgado poniéndose al servicio de una opción política en un Gobierno complicado». Y no duda en desearle «que acierte» en el reto que tiene encomendado.