Por J. Alberto Torrijos Regidor
Ha pasado un año desde aquella tragedia. Se han celebrado distintos actos, de distinto tipo y signo, en relación con lo que ocurrió. La Asociación de Ingenieros de Caminos hace unos días celebró una reunión de trabajo bajo el título “Un año después de la DANA: ¿estamos preparados?”; en esa reunión participaron varios profesionales y, entre ellos, acudió un ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Júcar en Valencia que expuso un conjunto de hechos que ayudan en la comprensión de las causas sobre lo ocurrido y en la valoración de soluciones. Voy a exponer, a continuación, su aportación con la mayor economía de palabras que pueda.
1º.- En el 2007 se mite por la Unión Europea la Directiva 60/2007; en dicha directiva se manifiesta que “es posible y conveniente reducir el riesgo de consecuencias negativas, en particular para la salud y la vida humana, el medio ambiente, el patrimonio cultural, la actividad económica y las infraestructuras asociadas a las inundaciones”. Teniendo en cuenta el precepto anterior, en el 2010 se aprueba el Real Decreto 903/2010 de 9 de julio sobre evaluación y gestión de riesgos de inundación que conllevaba la necesidad de realizar Planes de Gestión de Riesgo de Inundaciones. Las unidades territoriales de estudio para esos riesgos eran las cuencas hidrográficas. En cada cuenca hidrográfica había que clasificar a lo largo de su superficie el riesgo de inundación asociado a cada zona y su peligrosidad. La Confederación Hidrográfica del Júcar realizó su trabajo, que fue grande e importante pues abarca territorios de varias provincias y las características meteorológicas de algunas de sus zonas han dado resultados de inundaciones muy graves, documentadas a lo largo de siglos de historia.
2º.- En el año 2015 el Plan de Gestión de Riesgos realizado por esa Confederación estaba terminado. Había algunas zonas calificadas como de riesgo extremo (probabilidad muy alta de que ocurra una inundación) y peligrosidad extrema (los daños que causaría la inundación serían muy graves); una de esas zonas incluía el barranco del Poyo. Las medidas establecidas en el Plan para toda la Cuenca del Júcar incluían las siguientes actuaciones: 4 presas, 23 encauzamientos, 1 sistema de alerta temprana de avenidas y 16 restauraciones fluviales. Las medidas concretas para ser aplicadas en la zona que, a la postre, fue la más dañada de la DANA (el barranco del Poyo y entorno) incluían: 2 encauzamientos (del Poyo y de La Saleta), 1 presa (Villamarchante), 1 acondicionamiento del Turia y el sistema de alerta temprana (este operativo era para toda la Cuenca del Júcar).
3º.- ¿Quién tendría que ejecutar las actuaciones del Plan de Riesgos? El artículo 124.1 de La Ley de Aguas establece que le corresponde a la Administración General del Estado la ejecución gestión y explotación de las obras hidráulicas de interés general, como son las del Plan de Riesgos. Es decir, el Gobierno de España es el responsable de la acción (o inacción) en relación con las medidas del Plan para aminorar las consecuencias de las inundaciones.
realizadas en toda la cuenca del Júcar, han sido las siguientes: cero presas, cero encauzamientos, cero sistemas de alerta temprana y, sin embargo, rompiendo la secuencia anterior de ceros, se realizaron “setenta” ecológicas restauraciones fluviales. En la zona que incluye el Barranco del Poyo y la Saleta, no se ha iniciado ninguna acción de gestión; es más, por el contrario, el documento de actuaciones en ese lugar fue archivado en el año 2018 por, “incompatibilidad” de las acciones del Plan con la Ley de la Huerta Valenciana, perspectiva del Gobierno de España que, desde el punto de vista del sentido común y de la legalidad, no es fácil de entender, ya que en esa Ley no se encuentra establecida esa incompatibilidad de forma explícita.
En resumen, el diagnóstico de lo que iba a ocurrir en el año 2024, ya existía en el año 2015 y, además, se aportaban soluciones para aminorar el desastre que se presentó 9 años después.
A la pregunta de si estamos preparados, para una DANA similar hoy, mi respuesta es no, y lo peor es que no existe una conciencia realista en parte de la sociedad sobre lo ocurrido (lo demuestran numerosas expresiones excéntricas que han aparecido en las manifestaciones que se han celebrado en Valencia en el primer aniversario de la tragedia), ni parece que voluntad política para coger un rumbo que anule o aminore las consecuencias de esas inundaciones (lo demuestra, según he visto, que no se ha dado ni un paso por parte del Gobierno de España para afrontar las soluciones que aportaba el Plan). Otra tragedia como la que ha ocurrido puede volver a producirse mañana mismo y, tal como van los remedios, en lo único que se podrá confiar es en la chapucera solución de lo que den de sí las piernas propias para salir corriendo en cuanto se oiga el pitido de peligro.
Nota. Este artículo se relaciona con el contenido de otro artículo que fue publicado en Voces de Cuenca el 5 de junio de 2025, titulado: “DANA de Valencia: más que una controversia entre ecologistas e ingenieros”.













