Suben las temperaturas y bajan las lluvias: la agricultura conquense, ante el desafío del cambio climático

Expertos analizan los retos que plantean las condiciones meteorológicas a los agricultores de la provincia: nuevas prácticas agrícolas, ahorro energético e hidráulico, adaptación de especies y variedades,...

La actividad agrícola atraviesa un momento complicado. La volatilidad de los mercados, la falta de relevo generacional… son algunos de los condicionantes a los que se enfrentan unos usos tradicionales que tienen en los efectos del cambio climático uno de sus principales elementos perturbadores. La provincia de Cuenca, con las variaciones derivadas de las peculiaridades de cada comarca (Serranía, Alcarria, Mancha y Manchuela) no es ajena a un fenómeno global y cuyas consecuencias se dejan notar ya de forma efectiva.

La subida de las temperaturas durante periodos más largos de vigencia, el descenso del régimen de lluvias, fenómenos meteorológicos extremos más habituales…son algunos de los efectos meteorológicos que ponen a los agricultores conquenses ante un nuevo reto. Tres expertos analizan un proceso que condiciona la principal actividad productiva de la provincia.

José María Tarjuelo es ingeniero agrónomo y catedrático de Ingeniería Agroforestal en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Montes y Biotecnología de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). También es director del Centro Regional de Estudios del Agua de la UCLM. Desde su punto de vista, la influencia es clara. «Mi impresión es que sí está influyendo el cambio climático en nuestra agricultura y cada vez más. Y este es un año que nos sirve de ejemplo. Estamos asistiendo a un aumento de temperatura, un espaciamiento mayor en la pluviometría, por tanto, periodos de lluvia y periodos de sequía más amplios y más concentrados, y también un aumento de la intensidad de las lluvias cuando estas se producen».

El catedrático en Ingeniería Agroforestal basa su opinión en fenómenos que se está produciendo a lo largo y ancho del mundo. «Este verano hemos escuchado el aumento de temperatura del Mediterráneo pero pasa en todos los mares. Hemos oído las graves inundaciones en Grecia, Libia, y España. Hemos oído hablar de DANA, un tipo de precipitaciones mucho más grandes e lo normal…Si alguien dice que no existe cambio climático que me de una explicación a estos cambios. Si estamos alterando la atmósfera, contaminándola cada vez más con todo tipo de gases de efecto invernadero, que lo llevamos haciendo muchísimos años, pues parece que no pasa nada…. hasta que pasa. Lo que sí que está claro es que nadie puede negar que cada vez son más frecuentes las inundaciones, cada vez son más frecuentes las sequías y cada vez tenemos más calor en nuestro entorno, cae menos nieve menos…eso es el cambio climático».

Como dato real que refleja la situación que atravesamos cita que «este pasado año hidrológico, del 1 de octubre de 2022 hasta el pasado 30 de septiembre, sí que ha bajado en Cuenca la precipitación que hemos tenido. Ha sido un 20 por ciento menor que en los últimos 25 años y la media de Castilla-La Mancha ha sido un 5 por ciento. Estamos hablando de estaciones meteorológicas del servicio agroclimático para el regadío. En Cuenca hay 12 y en Castilla-La Mancha 45. En la provincia de Cuenca la media han sido 450 litros por metro cuadrado aunque hay zonas como Cañete donde se han registrado 633. Ha habido zonas que desde diciembre hasta prácticamente finales de mayo toda la primavera ha estado a cero. Con lo cual, ese es un efecto climático muy importante para la agricultura y para el medio ambiente. La primavera es un periodo especialmente sensible en la agricultura».

Tarjuelo aprovecha para expresar su agradecimiento «a las herramientas y modelos que maneja el Instituto Nacional de Meteorología porque nos da una aproximación de lo que va a pasar a muy corto plazo con alta precisión. El conocimiento científico técnico que ponemos al servicio de la sociedad es inmenso y supone un esfuerzo tremendo». Entre las consecuencias directas, destaca que «todo lo que era cereal de secano está pendiente de que llueva en otoño para poder sembrar. Como no llueva en primavera, la cosecha se estropea. El no tener cosecha de cereales de secano implica incremento de costes para el agricultor. No tiene beneficios pero suben los precios para el resto de los consumidores. Tampoco hay alimento para el ganado, ni para los humanos. Eso creo que es un efecto muy importante. Tendremos que que adaptarnos poco a poco, con las variedades, con cambiar las fechas de siembra. Hay que ir viéndolo. Lo que creo es que esto cada vez es más frecuente y ha venido para quedarse». Aunque quizás el año que viene no es absolutamente igual. De momento, este año estamos batiendo récords de temperatura y lo vamos viendo todos los días. «

Estas mismas fuentes han hecho hincapié en una problema que se ha producido este año. «Además de que se vendimia antes, el problema que tenemos es que este año ha pasado una cosa curiosísima en una semana. En la zona de Consuegra el cencibel se ha adelantado una semana a mediados de agosto, nunca jamás en 25-30 años había pasado. Pero es que por esperar una semana, del 20 al 29, ha perdido casi el 20% de peso y se ha desequilibrado. Con lo cual, para el agricultor, en lugar de pagarle 100 puntos, de acuerdo con una tabla que tiene en cuenta los parámetros enológicos, se han pagado 70. O sea que ha perdido 20% de producción y un 30% del precio en una semana. Estamos hablando de que se generan producciones en las que es más difícil controlar esa calidad que todos queremos».

José María Tarjuelo se refiere a temperatura y lluvias como efectos del cambio climático más visibles y significativos. «Esto cambia los ciclos de los cultivos. Los cultivos de cereal son los que más han sufrido que la primavera no llueva. En la viña menos y el olivo menos en general. Pero la variabilidad dentro de la misma comarca es muy grande. Estas nuevas condiciones pueden favorecer otros cultivos que hasta ahora no se contemplaban. «Por ejemplo, si no hubiera heladas de primavera, el almendro podía incrementarse. La zona de Castilla-La Mancha es la zona climática mejor adaptada al pistacho de Europa. Y somos, digamos, líderes en todo esto, al igual que el norte de África. De alguna manera, es un cultivo que tiene que ir aumentando. Tiene la ventaja sobre el almendro que no tenemos tanta competencia con California, en Estados Unidos. Nuestros precios de almendra dependen de lo que pase en California. Eso no ocurre con el pistacho, somos más autónomos en eso. Nuestras condiciones climáticas son mejores y mejor adaptadas».

Manuel Torrero, secretario general de Asaja Cuenca, pone de relieve que «nosotros lo que no vemos es que el mensaje que se lanza del cambio climático se pueda trasladar matemáticamente al campo porque en el campo influyen muchas más variables y muchos más vectores para intentar entender que lo que está ocurriendo en el campo es respuesta al cambio climático. No es que seamos negacionistas pero lo tomamos con mucha más cautela porque influyen muchas más variables. Sobre todo, los cambios de los últimos veinte años en materia vegetal han sido para nosotros un cambio determinante en el comportamiento de los cultivos en el campo. Para bien, claro, evidentemente».

En este sentido, señala que «cuando llegué a la provincia de Cuenca, en el año 2000, todavía se sembraba la cebada Beka, que es una variedad de cebada de primavera. Bueno pues esa cebada se ha dejado de sembrar, ¿por qué? Porque digamos el material vegetal que tiene ya el agricultor hoy para sembrar es mucho más diverso y sobre todo mucho más adaptado a las condiciones climáticas de la provincia de Cuenca: resistencia al frío, ciclos más largos que son más productivos, crecimiento de las espigas… igual ocurre con el girasol y con otros cultivos, incluso leñosos. Se ponen variedades cuya adaptabilidad al clima específico de aquí, de la provincia, pues es mucho mayor. Es decir, no solamente, las posibles variaciones de temperatura o las variaciones de las precipitaciones a largo plazo son factores que pueden influir en la producción agrícola. También hay otra serie de factores que son también determinantes a la hora de la productividad, como pueden ser la materia vegetal y también la fertilización».

El secretario provincial de Asaja señala que «el análisis que hacemos de las variables de temperaturas, lluvias…son un poco más prudente. Las variaciones de temperatura en los últimos 50, 80 años no llegan a medio grado. La variación de precipitaciones no ha variado más allá del 10% en esos últimos años. Lo que sí ha ocurrido es la deslocalización o la irregularidad de esos dos parámetros. Es decir, se producen extremos. ¿Qué ocurre? Pues que al final ahora mismo estamos viendo la aparición de DANAS, estamos viendo, por ejemplo, como llegó Filomena hace unos años, es decir, están ocurriendo fenómenos meteorológicos en épocas diferentes y con una intensidad que a lo mejor podía no ser la habitual. Realmente para el sector agrario la época más determinante de la primavera, donde quizá estamos notando más cambio en esa ocurrencia de precipitación que es la que determina la productividad, la producción final. En el tema de la sequía….hay que mirar atrás en los años, en la mitad de la década de los 90, creo que se vivió un periodo de sequía incluso más intenso que este. Llevamos ya dos años. Este año ha sido catastrófico, pero bueno, estos periodos de sequía se vienen produciendo cíclicamente».

Así, no cree que se haya producido ‘por defecto’ un adelanto generalizado en las campañas de recolección. «Los adelantos de cosechas van en función de la época de siembra y de las variedades que se siembren. Antes la cebada de primavera se cosechaba en julio. Hoy día el material vegetal permite que esa maduración y esa cosecha se produzca un poco antes. Las siembras de girasol prácticamente no se han modificado desde que yo estoy aquí en Cuenca. Siempre estamos hablando de mitad de mayo, las tormentas se producen siempre justo cuando se siembra girasol. Y por ejemplo este año sí, este año es cierto que ha habido un periodo de siembra de gira mucho más amplio por las tormentas que hubo durante el mes de junio. Pero las principales variaciones que estoy viendo en las prácticas agrarias vienen más motivadas por la adaptabilidad y la adaptación de muchas veces del material vegetal a los ciclos, al tiempo, que en sí por la variación que haya podido producir el cambio climático. En la viña los veranos muy calurosos adelantan la maduración pero un verano como el del año pasado, que fue un verano en el que a partir de la segunda quincena de agosto se produjeron tormentas, la vendimia fue en un periodo normal. Este año ha sido una excepción, evidentemente, por las condiciones de sequía y por esa quincena del mes de agosto primera que vino, que fue muy calurosa».

Torrero sostiene que «el clima se tiene que ver a largo plazo y la meteorología se tiene que ver a corto y medio plazo. La variación de una época de cosecha, por ejemplo, está muy determinada por la evolución de la temperatura y la precipitación del mes de mayo. Por ejemplo, de cereales. Sin embargo, los cambios que se producen en el mapa agrícola de una provincia, de un país, eso ya sí es consecuencia del clima». De momento, afirma que los cambios que estamos viendo más notorios es esa adaptabilidad de los cultivos a estas condiciones y a esa modificación de las prácticas agronómicas debido a ese cambio en material vegetal. «Hoy en día se están poniendo variedades de almendros mucho más resistentes al frío. Pero eso no quiere decir que deje de hacer frío, sino que se están usando un material vegetal adaptado a las circunstancias. Ocurre por ejemplo con todas las cebadas, se están usando variedades cada vez más adaptadas a la sequía. Pero eso no quiere decir que un año que llueva no vayan a producir mucho. Se está utilizando, digamos, ese material vegetal, esa fertilización y esa maquinaria, y esa capacidad de sembrar en poco tiempo, de recoger en poco tiempo con la mecanización, para adaptarnos a la meteorología».

En cuanto a la irrupción de nuevos cultivos indica que «el cultivo del pistacho ha crecido mucho porque se ha mejorado mucho el material vegetal y el estudio sobre la adaptación de patrones a los suelos que tenemos en la provincia de Cuenca. Al final, lo que abre es la posibilidad de implantar el cultivo en zonas donde habitualmente a lo mejor no era previsible plantarlo. Digamos, están habilitando gracias a esa mejora genética nuevas zonas de cultivo precisamente para plantarlo. Creo que la mejora vegetal ha influido mucho en esa adaptabilidad de los cultivos al territorio. Más que el clima, más que las condiciones climatológicas».

Por último, advierte que «evidentemente las cosas cambian, pero hay que hacer una transición, no una revolución. Hay que hacer una transición climática pero no una revolución climática. Igual que hay que hacer una transición energética y no una revolución energética. Eso sí, España, con esas simulaciones de escenarios de cambio climático, si eso se cumple, necesitamos una PAC totalmente diferente a la del resto de Europa. Nuestros retos van a ser muchísimo peores que los que hay en el resto de Europa. Si todos esos escenarios se cumplen, hay que plantear que España necesita una PAC totalmente diferente a la del resto de Europa».

Jacinto Tello, responsable de Medio Ambiente y Seguridad Alimentaria de Cooperativas Agro-Alimentarias de Castilla-La Mancha, considera que «es innegable el ciclo de altas temperatura, bajas precipitaciones y aumento de los fenómenos extremos que estamos experimentando en los últimos años. Como es natural, la agricultura es uno de los sectores más sensible a los factores meteorológicos y hemos visto como la presente campaña agrícola se ha visto extremadamente perjudicada por la sequía, hasta el punto de que la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha publicó ayudas para compensar los efectos de la sequía, se redujeron algunos requisitos de la condicionalidad de las ayudas y aumentaron significativamente las indemnizaciones de los seguros por efectos de fenómenos meteorológicos».

Estas mismas fuentes apuntan que en el actual escenario estamos asistiendo a unas situaciones generalizadas, «como el acortamiento de los ciclos vegetativos de las plantas, maduraciones más tempranas de las cosechas, desapariciones de las heladas tardías que se daban en primavera y, en general, transiciones entre estaciones en las que las temperaturas se notan, en general, más elevadas. «Es imprescindible desarrollar actuaciones de adaptación al cambio climático, siendo en este aspecto fundamental la investigación agraria, desarrollando variedades más resistentes a las sequías y altas temperaturas, con menos necesidades de agua. En cuanto al regadío, siendo hoy en día en muchos casos imprescindible para obtener unas producciones que permitan rentabilizar mínimamente las explotaciones, se ha avanzado mucho en materia de tecnología de riego y ese tiene que ser el camino, siendo cada vez más eficientes en el uso del agua y aprovechando al máximo los recursos».

Tello no duda en señalar que «el reto que tenemos por delante es considerable. Debemos producir con menos consumos, manteniendo el nivel productivo. Este es un trabajo conjunto, tanto del sector agroalimentario, como del científico, con la colaboración de las administraciones. En nuestra Región, el Instituto Regional de Investigación Agraria y Forestal (IRIAF), a través de sus diferentes centros, desarrolla proyectos para poder alcanzar este objetivo, así como la Universidad de Castilla-La Mancha, con diferentes líneas de investigación. El asesoramiento al agricultor y el incremento de la profesionalización también serán fundamentales. Con el desarrollo de las nuevas normativas y las exigencias futuras en materia de cuadernos de campo digitales, por ejemplo, habrá un porcentaje elevado de agricultores que deberán disponer de un técnico especializado que le oriente y le ayude a producir de manera acorde a la normativa que se vaya publicando, mejorando día a día su eficiencia y seguir así produciendo alimentos de una forma sostenible. Las cooperativas, a través de sus técnicos, jugarán un papel fundamental para proporcionarles todo el asesoramiento necesario, logrando la continuidad de la actividad agroalimentaria en nuestra Región».